Aunque hay mujeres que se dedican a trabajos técnicos, casi no están representadas, y aún así, son pocas las que lo hacen, a pesar de que no les faltan ganas ni capacidades. Hay que arreglar esto
Un reciente estudio del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT, EEUU) sobre el género y la ingeniería descubrió que a las mujeres les gusta cacharrear con herramientas, al igual que los hombres. Eso, para mí, es revelador. Como científica de datos femenina que trabaja para una empresa tecnológica con compañeras mujeres en todo tipo de puestos, observo su afición por cacharrear cada día. Las ingenieras de mi empresa siempre están manipulando los datos, dispositivos y códigos para abordar problemas complejos.
Por otro lado, al igual que la mayoría de la gente, soy consciente de que la sociedad aleja a las mujeres del trabajo técnico y las empuja hacia actividades más "blandas" como trabajos de secretaria y administrativos. La idea predominante es que a las mujeres se les da mejor organizar las cosas que arreglarlas. Y esta cuestión no se limita a la informática.
Aunque disfruto haciendo reparaciones en casa, nadie me ha regalado nunca una caja de herramientas. (Para que conste, me encantaría recibir una, gracias). Y nadie me ha dicho jamás que ganaría puntos con mi pareja si fuese capaz de arreglar una fuga de fontanería. Pero acabo de instalar un protector de salpicaduras en mi cocina, y el nivel de dificultad fue un poco decepcionante.
La desafortunada realidad es que aún existe una barrera que separa a las mujeres de los trabajos técnicos y la ingeniería. Y no es una cuestión de habilidad sino de representación. Simplemente no se ven mujeres participando en estos tipos de actividades. Por tanto, puesto que son invisibles, se crea la sensación de que no es un tipo de trabajo que puedan realizar.
El estudio del MIT concluye que el sexismo que encuentran las mujeres en campos técnicos las disuade de perseguir estos campos. Todas las mujeres técnicas con las que trabajo a diario han tenido que enfrentarse a retos, tanto internos como externos, para llegar hasta donde están hoy.
Crédito: RedOwl.
En otro estudio de la Universidad de Stanford (EEUU) publicado este año, la mayoría de las mujeres encuestadas (todas ellas empleadas de Silicon Valley, EEUU) informaron de acoso laboral, sesgos, preguntas intrusivas sobre sus vidas familiares y juicios negativos sobre su actitud. Como ejemplo, un artículo de agosto del The Economist sobre deportistas en Silicon Valley, The Revenge of the Nerds (La venganza de los empollones), obvió por completo a las mujeres, y describió al "nuevo techie" como "deportistas musculados" con "pectorales divinos", ignorando por completo la existencia de ingenieras femeninas.
El problema de la representación no sólo importa por los acosos que experimentan las mujeres en el trabajo, sino también por que impide que las mujeres dispongan una trayectoria vital para la que muchas están perfectamente adecuadas. Y las empresas que necesitan empleados capacitados, creativos y apasionados se están privando a sí mismas de la mitad de la fuerza laboral en potencia. En su lugar, o las están echando de los trabajos a base del acoso o las están ignorando totalmente.
No solo debemos animar a las mujeres para que persigan trabajos técnicos, también deben ser respaldadas cuando forman parte de la fuerza laboral. Es necesario que se sepa que las mujeres siguen enfrentándose a duras condiciones laborales, y también que las empresas necesitan proporcionarles apoyos y mentores. Las mujeres en la tecnología necesitan organizarse y sensibilizar a sus compañeros sobre su presencia, el trabajo que realizan y el tipo de proyectos técnicos en los que les gustaría participar.
Estas navidades, tal vez podamos saltarnos los anuncios de perfumes y presentar a mujeres que reciben un regalo que realmente quieren: un disco duro externo o un libro sobre programación Unix. Demostremos a las mujeres otro posible camino, uno que conlleve construir, arreglar y, sí, hasta cacharrear.