Combinar el ADN de las especies de tortuga que aún viven en las Galápagos podría recuperar las variedades extintas con un 95% de similitud
Foto: Solitario George
Unas especies de tortugas extintas de las Islas Galápagos (Ecuador) permanecen ocultas dentro del patrimonio genético de sus especies hermanas, a la espera de que los conservacionistas las extraigan. Al menos ese es el concepto subyacente de un plan de varios años de duración para resucitar las especies de la tortuga gigante de Pinta (Chelonoidis nigra abingdonii) y la tortuga de Floreana (Chelonoidis nigra) a partir de una mezcla de análisis genético y una cría cuidadosa.
Esta historia comenzó en 2008 con el etiquetado y el análisis genético mediante muestras de sangre extraídas de más de 1.500 tortugas residentes de la Isla Isabela (Ecuador), según relata Sandra Blakeslee del New York Times. 17 de las tortugas estudiadas tenían altos niveles de ADN de la tortuga gigante de Pinta, un linaje que se extinguió en 2012 con la muerte de la tortuga cautiva llamada Solitario George. George era una celebridad para los conservacionistas, y un símbolo de los frágiles ecosistemas de las islas que inspiraron la teoría de la evolución de Charles Darwin.
Mientras tanto, otras 89 tortugas presentaron una correlación al menos parcial con la subespecie de la tortuga de Floreana, que se cree que fue erradicada por marineros hambrientos poco después de la visita inicial de Darwin a las Islas Galápagos.
Unas pocas incluso parecían representar unas tortugas de Floreana "de pura sangre", quizás descendientes de ese linaje que llegaron a la isla después de ser lanzadas por la borda en la cercana bahía. (Blakeslee incluye unas informaciones interesantísimas acerca de la historia náutica de la ingesta de tortugas durante el siglo XIX, por si le interesa el tema).
El pasado mes de noviembre, los científicos volvieron para recoger las tortugas que llevan en sus genes el eco de sus parientes extintos. 32 tortugas fueron evacuadas de la isla en avión, según el artículo de Henry Nicholls publicado en la revista Nature. Sólo siete de los animales identificados en el estudio de 2008 fueron recuperados; con los demás, el equipo trabajó de forma virtual, recolectando tortugas con las conchas en forma de silla de montar, un rasgo característico de las especies de Pinta y Floreana. Una de las tortugas que encontraron, según se informó, se parecía tanto al mismísimo Solitario George que podía haber sido su gemela.
El plan actual: criarlas cuidadosamente en cautividad para recrear, en la medida de lo posible, la genética única de las poblaciones perdidas, un proceso conocido como retrocruzamiento. "En tan sólo un par de generaciones, debería resultar posible obtener tortugas con el 95% de los genes ancestrales 'perdidos'", escribió Blakeslee.
Este enfoque contrasta con los planes más dramáticos de "desextinción" apoyados por gente como el genetista de la Universidad de Harvard (EEUU) George Church y la Long Now Foundation, un tema sobre el que he escrito con anterioridad para el Genome Literacy Project (Proyecto de Alfabetización Genética). La "desextinción" depende de la reconstrucción genética y la clonación. Es técnicamente posible intentar recuperar cualquier especie de la que dispongamos de material genético, tanto si se hace mediante el uso unos especímenes de museo, como sucedió con la paloma migratoria, como con el uso de unos trozos de carne bien preservados, como en el caso de los mamuts. El Solitario George desde luego está bien preservado, ya que fue congelado y se le practicó la taxidermia al fallecer, pero no existe ningún plan actualmente de emplear la clonación como parte de este esfuerzo en concreto.
En lugar de ello, los científicos tienen pensado utilizar el análisis genético, en concreto la cría asistida por marcadores genéticos; lo que en esencia representa la clásica cría con la capacidad añadida de analizar el genoma de distintas parejas reproductivas en potencia para encontrar marcadores genéticos relacionados con las características deseadas. Unas reconstrucciones informáticas de los genomas de las tortugas gigantes de Pinta y de Floreana servirán como objetivos del proyecto de cría, y los ordenadores posibilitan la predicción del resultado de complejos cruces genéticos. Incluso si no tiene éxito, este proyecto representa un hito en el uso de la genética para guiar la conservación: "Es la primera vez que las informaciones genéticas se han utilizado de una forma tan decidida", le contó a Blakeslee Linda Cayot, una consejera científica del Galápagos Conservancy.
Para ser justos, una especie perdida nunca se puede reestablecer por completo -en términos ecológicos, una especie es algo más que la suma de su conjunto particular de genes-, pero las aproximaciones creadas deberían ser más ecológicamente compatibles con sus islas nativas. Con suerte, la ingeniosa mezcla de tecnología y las clásicas prácticas reproductivas devolverán parte de su herencia evolutiva a dos de las islas emblemáticas del Darwinismo.