Mezclar la sangre de un ratón anciano con la de uno joven apenas supuso beneficios para el viejo, pero debilitó enormemente al joven. La sangre antiedad sigue sin pruebas
Crédito: Patrick Kyle.
¿Pueden las transfusiones de "sangre joven" mejorar la salud de las personas mayores? Eso es lo que esperan varias start-ups y algunos multimillonarios con deseos de inmortalidad que creen que las transfusiones procedentes de personas jóvenes podrían ralentizar el envejecimiento. Pero un equipo de científicos en California (EEUU), que ha inventado un dispositivo para comprobar esta idea, afirma que el problema parece estar en las toxinas dañinas de la sangre de personas mayores.
El grupo de investigación, dirigido por la profesora de la Universidad de California en Berkeley (EEUU), ha desarrollado una bomba que transfiere continuamente sangre entre dos ratones. Uno era joven, el equivalente a un humano de 20 años de edad, mientras que el otro correspondería a un octogenario.
La sangre de uno y otro se entremezcló por completo durante 24 horas.
Cinco días después, el ratón anciano experimentó alguna mejora tras haber tenido sangre joven circulando por sus venas como una mejorada capacidad de reparación muscular. No obstante, Conboy, quien ha publicado los resultados en la revista Nature Communications, asegura que la conclusión realmente llamativa es lo perjudicial que resultó la sangre de los ratones más viejos para los más jóvenes. La sangre anciana inhibió la formación de células cerebrales en los ratones jóvenes. Los hizo más lentos y débiles frente a los ratones de control en una prueba de fuerza en las que se les colgaba boca abajo en una malla metálica. "Los ratones jóvenes se volvieron casi tan decrépitos como los ancianos", señala.
La investigación sugiere que algún día, en lugar de recibir transfusiones de sangre procedente de personas jóvenes, la gente mayor podría acudir a un centro médico para eliminar de su sangre las proteínas que pueden acumularse y acelerar el envejecimiento. Conboy asegura estar colaborando ya con otros científicos para identificar de qué moléculas se trata.
Dados los rápidos y negativos efectos de la sangre envejecida en ratones más jóvenes -sus consecuencias aparecieron de inmediato- este tipo de investigación podría suscitar inquietud sobre la edad de los donantes en los bancos de sangre. Un estudio realizado en 2008 encontró que la edad media de los donantes de sangre en Estados Unidos era de 35 años. Sin embargo, y dado que los donantes recurrentes tienden a ser más mayores, alrededor de un 35% de la sangre procede de personas con más de 50 años, incluidos muchos sexagenarios.
La profesora Conboy considera que aún no existen motivos suficientes para preocuparse por los adolescentes que puedan recibir sangre de un abuelo. Una de las razones es que nadie sabe cuánto tiempo duran los efectos de una única transfusión de "sangre vieja". Más importante aún, las transfusiones salvan vidas. Según ella, este beneficio "no debería verse eclipsado por ninguna preocupación" sobre la edad del donante.
La posibilidad de que la sangre contenga las causas del envejecimiento -o el elixir de la juventud- es una de las varias líneas de investigación antienvejecimiento que más interés están generando. Otras incluyen píldoras que alteran el metabolismo o fármacos que desintegran las células que han dejado de funcionar. El estudio de Conboy fue financiado en parte por una subvención científica de 120.000 dólares (unos 113.000 euros) concedida por Calico, la misteriosa start-up de antienvejecimiento creada por Google en 2013.
El nuevo trabajo se basa en iniciativas anteriores para rejuvenecer animales ancianos al unirlos quirúrgicamente con otros más jóvenes y combinar su sangre. Ese procedimiento, llamado parabiosis, demostró ser relativamente exitoso para rejuvenecer ratones más mayores. De ahí la idea de que transferir sangre o suero sanguíneo de personas jóvenes podría frenar el envejecimiento o el alzhéimer, una táctica que ya se está probando en al menos dos ensayos clínicos en Estados Unidos.
Sin embargo, Conboy critica con dureza los estudios de "sangre joven" y los considera prematuros dado el punto en el que se encuentra la investigación. "No creo que exista ninguna justificación científica de que vaya a funcionar", dice Conboy. "Extraer la sangre de una persona joven para ponérsela a una persona mayor no puede considerarse una práctica médica".
Uno de los motivos de la falta de pruebas es que en la parabiosis los animales comparten mucho más que sangre. Comparten hígados, sistemas inmunes, incluso la misma tensión sanguínea y temperatura corporal. El director del departamento de ortopedia de la Universidad Duke (EEUU), Ben Alman, piensa que el dispositivo de Conboy supone un avance que podría ayudar a los científicos a identificar los efectos específicos de la sangre.
Alman señala que el equipo de Conboy sí encontró ciertos beneficios para los ratones mayores, aunque no tan relevantes como los de los experimentos de parabiosis. "Lo que sí sabemos es que hay todo tipo de factores y elementos en la sangre que harán que los animales se comporten más como la edad de sus sangre que la de sus cuerpos", apunta Alman.