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Tecnología y Sociedad

Las grandes empresas están matando a la revolución 'start-up'

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A pesar del auge del capital riesgo de los últimos años, los emprendedores encuentran cada vez más dificultades para crear grandes empresas duraderas. La industria está dominada por gigantes

  • por James Surowiecki | traducido por Teresa Woods
  • 20 Mayo, 2016


Crédito: Yann Kebbi.

Si consideramos lo que ha sucedido en las grandes ciudades estadounidenses en los últimos años, resulta fácil pensar que se trata de un país de start-ups. Gracias a la caída libre del coste de las herramientas digitales y de su creciente disponibilidad, junto al ampliado acceso a la financiación en fase temprana, hemos observado lo que el Economist denomina "un momento caribeño" con start-ups digitales "brotando en una variedad asombrosa de servicios y productos". El número de empresas de Silicon Valley que recibieron capital semilla de inversores se duplicó entre 2007 y 2012. La financiación de capital riesgo en Estados Unidos durante los últimos cinco años ha sumado la increíble cifra de 238.000 millones de dólares (unos 212.000 millones de euros) y hoy unas 200 empresas son "unicornios", término que se refiere a empresas valoradas de forma privada en más de 1.000 millones de dólares (unos 890.000 euros).

Mientras tanto multitud de investigadores cuentan una historia mucho más desalentadora: el emprendimiento estadounidense está en declive, y lleva décadas así. Como documentaron los economistas Ian Hathaway y Robert Litan en un trabajo de la Institución Brookings publicado en 2014, el porcentaje de empresas estadounidenses de menos de un año de antigüedad cayó en casi un 50% entre 1978 y 2011, con una precipitada bajada durante la recesión de 2007-2009, que después se ha recuperado pero muy lentamente.

Según el Departamento de Comercio de Estados Unidos, el número de negocios nuevos fundados por estadounidenses ha caído drásticamente desde 2000, al igual que el porcentaje de trabajadores estadounidenses empleados por empresas que tienen menos de un año de antigüedad. De hecho, en 2013 los estadounidenses fundaron menos negocios nuevos que en 1980, cuando la población del país era mucho más pequeña. Este declive no sólo se debe al envejecimiento de la población estadounidense. Símplemente parece que sea cual sea su edad, la gente tiene menos probabilidades de establecer nuevos negocios que antaño. Y, como lo expresaron Hathaway y Litan, el declive "ha sido documentado en un amplio abanico de sectores de la economía estadounidense, incluso en el de la alta tecnología".

Publicaciones estudiadas:

Entonces, ¿ha perdido Estados Unidos el apetito por el riesgo? En realidad, no. Es cierto que el número de negocios nuevos ha caído, pero gran parte de ese declive se ha concentrado en lo que los economistas denominan los negocios de "subsistencia". A los fundadores de estos negocios no les interesa convertirse en una enorme compañía. Su ambición consiste en dedicarse a algo con lo que disfrutan, ganar independencia financiera y evitar tener que lidiar con un jefe, por ejemplo. Y los datos indican claramente que en años recientes, menos personas con ambiciones de ese tipo han fundado sus propios negocios.

Un pequeño porcentaje de negocios nuevos, sin embargo, son distintos: desde un inicio, su objetivo consiste en dar el salto. Estos negocios son operados por emprendedores "transformadores", aspirantes a Jeff Bezos y Elon Musk. Y no es a ellos a quienes nos solemos referir cuando empleamos el término "start-up". Estas empresas representan una pequeña fracción de todos los negocios nuevos en Estados Unidos. Pero historicamente, han hecho lo que el economista John Haltiwanger y otros investigadores han demostrado como "contribuciones desproporcionalmente grandes" a la generación de empleo. De hecho, lo que Haltiwanger y sus iguales denominan empresas de "alto crecimiento" (empresas que amplian sus plantillas a un ritmo de más del 25% por año) representan tan sólo el 15% de todas las empresas, pero aproximadamente el 50% del número total de nuevos empleos generados. Estas jóvenes empresas también invierten más, en proporción, en labores de I+D que otras más longevas.

Las empresas altamente ambiciosas están siendo creadas de forma tan activa como siempre.  Pero el éxito a largo plazo se muestra elusivo si no se logra "escalar de una manera significativa y sistemática".

Estas empresas de alto crecimiento son clave para entender el impacto que están teniendo las start-ups sobre la economía y la innovación. Y según un informe de mayo de la Fundación Kauffman, tales start-ups están siendo lanzadas a mayor velocidad en los últimos años. Y lo que es más importante, un nuevo trabajo de los economistas del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT, EEUU) Scott Stern y Jorge Guzman demuestra que entre 1988 y 2014, en 15 de los 50 estados de EEUU no se produjo ningún declive en la creación de "start-ups de alta calidad". Stern y Guzman han identificado las características de las start-ups que intentan convertirse en empresas de alto crecimiento, que incluyen constituirse en el estado de Delaware, solicitar patentes y no llevar el nombre del fundador de la empresa en su nombre oficial. Lo que encontraron es que el ritmo al que se están formando estos tipos de start-ups no ha disminuido. De hecho, el año 2014 vio el "segundo nivel más alto de potencial de crecimiento empresarial" jamás registrado. En sitios como la zona de la bahía de San Francisco el ritmo de la creación de start-ups de alta calidad se encuentra en un máximo histórico.

Pero hay una salvedad. Aunque Stern y Guzman demuestran que las empresas de alto crecimiento se están formando de manera tan activa como siempre, también encuentran que estas empresas no están triunfando tanto. En palabras de los investigadores: "Incluso mientras el número de ideas nuevas y el potencial para la innovación aumentan, parece existir una reducción de la capacidad de las empresas de escalarse de manera signficativa y sistemática". Se están sembrando tantas semillas como siempre, pero menos árboles llegan a rozar las nubes.


Foto: El gráfico muestra la evolución del número de trabajadores no agrícolas en Estados Unidos empleados por empresas establecidas (rojo) y por start-ups (azul) entre desde principios de la década de 1990 hasta 2012. Crédito: MIT Technology Review, con datos proporcionados por la Oficina del Censo de Estados Unidos.

Stern y Guzman desconocen porqué está sucediendo esto. Pero una respuesta obvia sale sola: el aumento del poder de las empresas establecidas. Puede que creamos haber estado viviendo en un mundo de negocios en el que las empresas establecidas siempre se encuentran al borde del colapso y la ventaja competitiva es más frágil que nunca. Y está claro que hay industrias en las que ese ha sido el caso, por ejempo Amazon transformó la venta de libros, y las descargas digitales y los servicios de streaming musical alteraron el negocio de la música. Pero como Hathaway y Litan documentan, la industria estadounidense se ha vuelto más concentrada durante los últimos 30 años, y las empresas establecidas han aumentado su poder en casi cada nuevo sector de negocios. Los autores escriben: "Se ha vuelto cada vez más ventajoso ser una empresa establecida, y menos ventajoso ser un recién llegado". Incluso en la industria tecnológica, el contraste es pronunciado entre la fermentación de finales de la década de 1990, cuando muchos sectores tenían multitud de actores que luchaban entre sí por ganar cuota de mercado, y la aparente estabilidad del mundo actual dominado por Google/Amazon/Facebook.

A corto plazo, esto podría no parecer demasiado importante. Después de todo, Google, Amazon y Facebook invierten grandes sumas en I+D, y parecen estar igual de interesadas en grandes retos. Estas empresas también siguen contratando a gran ritmo. A largo plazo, sin embargo, la economía estadounidense necesita más start-ups tanto por el papel clave que juegan en la generación de nuevos empleos como por la manera en la que ayudan a impulsar la innovación tecnológica. Un estudio de 2010, por ejemplo, encontró que las empresas establecidas tendían a invertir en esfuerzos I+D que se aprovechan de tecnologías existentes e innovaciones incrementales, mientras que las start-ups se centran más en nuevas tecnologías e innovaciones radicales. De forma similar, un informe anterior de la Fundación Kauffman señaló que las nuevas empresas "tenían más probablidades de entrar en el mercado con innovaciones de vanguardistas".

Eso significa que no queremos que el futuro de la tecnología dependa de las decisiones de inversión de un puñado de grandes empresas. Queremos que emerja de un robusto ecosistema de empresas establecidas y start-ups. La historia de la economía estadounidense durante el último siglo está dominada por el dinamismo tecnológico. Encontrar maneras de fomentar la competición y generar oportunidades para emprendedores transformacionales representa la mejor manera de garantizar que la historia del próximo siglo no sea uno de estancamiento.

James Surowiecki escribe "La Página Financera" del New Yorker. Su último artículo para MIT Technology Review, sobre políticas de ancho de banda, se publicó en nuestra edición en papel de julio/agosto 2015. 

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