Tanto los gigantes de las redes sociales como otras empresas proponen cada vez más herramientas para gestionar el legado digital de un fallecido ante la ausencia de leyes
Foto: Tres capturas de pantalla de la interfaz de e-testament. De izqd. a der., la consola de acceso, un gestor de cuentas sociales y un servicio de almacenamiento en la nube. Crédito: e-dret.
Se nace, se crece y se crea un perfil en Facebook, y en Twitter, LinkedIn, Instagram y puede que en Youtube y Pinterest. Sin olvidar cuentas de correo electrónico, blogs, y cualquier otra plataforma digital. Y después, tarde o temprano y acompañado de un gran legado digital, se muere. Así es y será la vida para el 92% de los adultos del mundo (entre 16 y 64 años) conectados a internet. Todos ellos tienen al menos un perfil en una red social, según datos de Global Web Index. ¿Qué pasará con ellas cuando sus dueños abandonen tanto el mundo digital como el terrenal para siempre?
Los dueños de e-testament tienen una respuesta. La empresa ofrece un servicio que "establece mecanismos para que se cumpla tu voluntad en materia de memoria digital", según la propia empresa catalana, e-dret. La compañía presentó su propuesta comercial en el pasado encuentro de emprendedores 4 Years From Now en Barcelona (España) dentro del Mobile World Congress 2016.
Para la facilitar la muerte digital, su software a modo de app o complemento para el navegador permite al usuario introducir toda la información sobre las cuentas que tenga abiertas en internet, desde las más habituales como Facebook pero también servicios financieros como Paypal. Esos datos se encriptan en la nube y se conservan hasta la muerte del usuario. Si una contraseña cambia, bastaría con modificarla en el servidor de e-testament. Si se abre un nuevo servicio, el programa preguntaría si se desea incorporarlo.
Junto a toda esta información, el usuario establecería qué quiere hacer con cada una de sus cuentas cuando fallezca. Y cuando llega ese triste fin, e-testament inicia los procesos para cumplir con todas las voluntades marcadas. La estrategia del servicio responde a una "necesidad social", cuenta la directora de Proyectos de e-dret, Mercè Torras, que al igual que el resto del equipo viene del ámbito jurídico.
Esta necesidad también ha sido percibida por las grandes empresas tecnológicas. Facebook permite designar un "contacto de legado" para que gestione la cuenta de un fallecido así como convertir un perfil en un muro conmemorativo. En Gmail es posible definir un periodo máximo de inactividad a partir del cual considera muerto al usuario. Una vez superado, envía la información al contacto de confianza o elimina la cuenta. Sin embargo, en casos como el de Facebook –la red social más expandida-, es necesario que un familiar comunique el fallecimiento a través de un certificado de defunción o similar.
Y es precisamente ahí donde e-testament se diferencia de otras iniciativas de legado digital. Su proyecto, aunque tiene puntos en común con otros ya en marcha como Tellmebye o Milegadodigital.com, aspira a simplificar el proceso y lograr que se realice con garantía jurídica. Las gestiones mediante e-testament serían directas y sin necesidad de desplazarse en vida hasta una notaría para incluir la voluntad digital en un testamento tradicional, la única opción realmente 'válida' hoy, ni depender de gestiones de familiares o amigos.
Para ello, la información que el usuario sube a la nube se encripta bajo una firma digital que únicamente pueden desbloquear él mismo y un notario designado, que dispondría de una versión adaptada de e-testament. Este proceso elimina la necesidad de facilitar esa información a un tercero, es como dejar un sobre cerrado a la espera. Torras explica: "Jurídicamente no se trata de un testamento porque no existe digitalmente como tal, pero intentamos ofrecer la mayor garantía jurídica posible a través de otras fórmulas".
Y los certificados de defunción que necesitan las empresas para ceder las cuentas del usuario también pasarían a mejor vida con e-testament. Para ello, la empresa está desarrollando una tecnología que enviaría consultas recurrentes a los registros civiles y cotejaría sus usuarios con los certificados de defunción. La notaria o notario recibiría el aviso y desbloquearía con su firma la voluntad encriptada. Esta, aseguran, sería la forma más fidedigna de cumplirla. Sin embargo, existe un problema: la falta de digitalización del Registro Civil en países como España. Algo que creen "no tardará mucho en cambiar" y para lo que apelan a la Administración.
Desde la empresa aseguran que están preparando una prueba de campo en Andorra, aunque prefieren no dar más detalles. Tampoco sobre los entresijos de su sistema porque, explican, siguen desarrollándolo. Torras detalla: "Nosotros somos juristas, pero trabajamos conjuntamente con un partner tecnológico [la empresa WebYo]. Hemos hecho un desarrollo de diez meses, la parte jurídica ya está toda terminada al igual que casi toda la tecnológica y la de diseño. Nos falta sobre todo la parte de marketing".
El presupuesto para hacerlo ronda los 200.000 euros, aportado por socios privados. Su objetivo es hacer una versión comercial. Preguntada por el modelo de negocio, Torras explica que apuntan a uno freemium aunque prefiere ser cauta en sus predicciones y evita hablar de fechas de lanzamiento: "Todo proyecto implica una parte de riesgo. Le hemos dado cincuenta mil vueltas al tema, pero no sabemos qué acogida tendrá".
Un ámbito difícil
Cuando una persona con perfiles digitales fallece, hay tres opciones para gestionar la presencia digital: un borrado completo por parte de la empresa, una esquela digital y la extracción de todos los datos asociados, según explica el abogado especializado en derecho tecnológico de Abalenx, Pablo Fernández. Para el experto, el problema de los legados en internet no hará más que crecer porque no solo se trata de cuentas de usuario, sino de todos los datos asociados (como fotografías o textos) que "quedan ahí paralizados". Sin olvidar el dinamismo imparable de las condiciones de uso de redes sociales que cambian constantemente y podrían afectar a acuerdos con terceros.
Fernández advierte además que "aún no se puede automatizar el proceso de consultar el registro civil telemáticamente" porque hoy en día resulta "imposible", aunque admite que sería la mejor manera. En cuanto a la manera de "generar" ese testamento digital, considera que lo mejor es crear un documento con las contraseñas en la nube a partir de una clave de cifrado que tendría una persona de confianza y recibiría el documento para su decodificación.
Para la profesora titular de derecho y especialista en privacidad de la Universidad Carlos III de Madrid (España) María Nieves de la Serna, el nivel legal de esta cuestión aún está "por articularse". Además, siempre existen dos posturas que pueden llegar a chocar, la de los herederos y la del acuerdo que el usuario ha firmado. Además, "hasta ahora el sistema de sucesiones no ha excluido lo que es digital". De la Serna pone como ejemplo el caso de creaciones audiovisuales y la posibilidad de que los sucesores reclamen la "legítima", especialmente cuando esos bienes digitales tienen valor económico como los textos de un autor famoso en un blog.
Si las redes sociales e internet ya han cambiado el luto, resulta sencillo pensar que pronto haya que plantearse de qué modo morir en ellas. Si será más sencillo que elegir entre nicho, fosa o urna ya es otra cuestión. "Legalmente, no está resuelto", apunta Fernández. Y De La Serna concluye: "El derecho, ya sabes, va siempre por detrás".