Una combinación de portentosas biotecnologías ha empezado a solucionar problemas históricos, pero también a crear otros nuevos
Los biólogos insisten a menudo en lo poco que sabemos sobre el cerebro, el genoma y los mecanismos que explican la efectividad de los medicamentos. Sin embargo, este año han cambiado su cantinela debido al abanico de herramientas inmensamente productivas que la confluencia de diversas tecnologías (edición genética, células madre, clonación y bases de datos de ADN) ha terminado poniendo a su disposición para la manipulación de vida. Este parecía ser el mensaje en 2015: "No hay nada que no podamos hacer".
Las protagonistas por excelencia han sido las versátiles tijeras genéticas de CRISPR, que hacen que cortar y "editar" el ADN de las células vivas resulte fácil. El número de publicaciones científicas en torno a esta técnica se ha multiplicado por dos este año hasta alcanzar las 1.200, ya que los científicos están utilizando la edición genética para crear perros ultramusculados, dar vida a mosquitos que no contagian la malaria y alterar las plantas con tal facilidad que las empresas asumen que es solo cuestión de tiempo que la comida editada llegue a nuestros platos.
Somos capaces de hacer todo esto pero, ¿deberíamos? Los cuestionamientos éticos y sociales empezaron ya a principios de año a ensombrecer el hito alcanzado por CRISPR, cuando MIT Technology Review ofreció una amplia perspectiva a sus lectores sobre el incipiente debate en torno a la posibilidad de modificar genéticamente embriones humanos en clínicas de fertilización in vitro para evitar que los niños desarrollen enfermedades hereditarias. A partir de una publicación china que revelaba el pasado abril el primer caso conocido de embriones humanos editados, se encendió el debate en torno a la posibilidad de que la tecnología estuviese poniendo a la eugenesia en la cuerda floja. Ya en diciembre muchos de los principales científicos de edición genética del mundo se habían reunido en Washington (EEUU) para debatir en los siguientes términos: lo vamos a hacer o no.
Concluyeron que no deberíamos, al menos por ahora. Los expertos declararon que sería una "irresponsabilidad" utilizar CRISPR para fabricar bebés al gusto del consumidor. De hecho, un participante consideraba que nuestra capacidad de manipular vida le había tomado la delantera a nuestro conocimiento. "Nos estamos convirtiendo en maestros a la hora de manipular los genes, pero nuestra comprensión de la función que tienen los mismos es muy limitada", dijo el científico del Centro Max Delbrück de Medicina Molecular en Berlín (Alemania) Klaus Rajewsky.
Aunque puede que sí que sepamos lo suficiente como para curar algunos cánceres o solucionar el problema de la escasez de órganos para trasplantes. Empresas como Juno Therapeutics han logrado reunir miles de millones este año para empezar a tratar a algunos de sus pacientes con células inmunes modificadas genéticamente, que han introducido hábilmente en un nuevo tratamiento para la leucemia capaz de salvar vidas. Un equipo de cirujanos estadounidense ha batido todos los récords en el ámbito de los llamados "xenotrasplantes" (los trasplantes de órganos entre especies) al mantener a un mono con vida durante casi seis meses con el riñón de un cerdo modificado genéticamente.
La tecnología genética no ha ganado tan solo en potencial, ahora es también más accesible. Algunos emprendedores han comenzado a vender kits de manipulación de ADN do it yourself (hazlo tú mismo) que permiten modificiar bacterias. En octubre contamos la historia de Elisabeth Parrish, fundadora de una start-up, quien aseguraba ser la primera persona en la historia que se había burlado de la Administración de Medicamentos y Alimentos de EEUU (FDA, por sus siglas en inglés) al darse el capricho de someterse a la terapia génica antienvejecimiento. "Soy la paciente cero", afirmó entonces.
Se trata de una señal que indica que nos encontramos ya en la segunda generación de la biotecnología. Todo ello explica que estén siendo retirados algunos inventos pioneros. Este año caducaron las patentes de Monsanto relacionadas con sus primeras semillas de soja resistentes a los herbicidas (a fin de cuentas, las semillas probablemente sean el producto más importante de la historia de la biotecnología), lo cual permitió a los agricultores cultivar "OMG genéricos" por primera vez. No obstante, Monsanto tiene nuevos ases en la manga, como los esprays genéticos que matan insectos o incluso pueden cambiar el comportamiento de las plantas que entran en contacto con el producto. Estos aerosoles funcionan gracias a un mecanismo llamado interferencia de ARN, que también se ha utilizado para crear la primera manzana biotecnológica del mundo.
Otra tendencia que ha cogido impulso ha sido el uso de electricidad para curar la mente y tratar el cuerpo. Algunos llaman ya a estas terapias "terapias electrocéuticas". Los médicos han empezado a utilizar la estimulación cerebral para tratar la adicción a la cocaína, el trastorno obsesivo-compulsivo y otros problemas que tradicionalmente se habían considerado "demasiado complejos y misteriosos" como para poder curarse con un simple chispazo eléctrico. Mientras tanto, en Cleveland (EEUU), un equipo de especialistas de Case Western instalaba cables que conectaban el cerebro de un hombre paralizado a los músculos de su brazo, lo que le ha permitido mover el brazo con el pensamiento. No hemos pasado por alto el seguimiento de los valientes voluntarios que nos han permitido llegar tan lejos. Descubrimos que los pacientes que recibieron una generación anterior de implantes en Case no obtuvieron ninguna ayuda técnica posterior, lo cual inutilizaba los dispositivos que tenían en el cuerpo. Un científico definitivamente visionario decidió incluso ponerle un implante a su propio cerebro.
De igual forma, merece toda nuestra atención el papel que Silicon Valley (EEUU) podría desempeñar en el campo de la biotecnología. Por eso pedimos noticias al afamado inversor de Facebook Peter Thiel en varias ocasiones, con el fin de saber más sobre una start-up fundada por él que se basa en la lucha contra el cáncer. También compartió con nosotros su opinión de que el desarrollo de los medicamentos sería más eficiente si las empresas de biotecnología se comportaran un poquito más como si fueran start-ups informáticas. Thiel, quien no confía demasiado en el ensayo y error, nos dijo que su objetivo era "acabar con la aleatoriedad".
También hemos seguido de cerca a las empresas tecnológicas que pretenden desbaratar el inmenso y poco saludable sistema sanitario estadounidense. No está yendo demasiado bien: los consumidores no quieren confiar su información médica a empresas tecnológicas, y los dispositivos de muñeca no son demasiado precisos. Pese a todo, las empresas tecnológicas no se dejan disuadir. Este año supimos que Apple mantenía conversaciones con una serie de investigadores para recopilar la información genética de personas. Una start-up de San Francisco (EEUU) llamada Helix, con una financiación de 100 millones de dólares (unos 90 millones de euros), anunció que iba a lanzar la primera tienda de aplicaciones de ADN para el consumidor en 2016.
Todas estas ideas forman parte del boom emergente en el uso de consumo de la genómica, con el que han hecho su aparición figuras públicas como la de J. Craig Venter. Sin embargo, la rentabilidad de llevar los datos de ADN a los consumidores sigue sin estar clara, en parte debido al hecho de que las predicciones de ADN no siempre resultan 100% fiables o provechosas. Este año, un análisis de sangre a domicilio para el diagnóstico del cáncer que cuesta 600 euros ha recibido una fría acogida por parte del público. Las pruebas de embarazo, por otra parte, se han expandido hacia terrenos inexplorados e incluso han llegado a encontrar el cáncer por accidente. Ni siquiera ha sido demostrado que otras pruebas de diagnóstico del cáncer más extendidas resulten de verdadera ayuda a los pacientes. El líder de pruebas genéticas para el tratamiento y prevención de tumores en Estados Unidos, Foundation Medicine, le ha vendido la mayoría de sus acciones a Roche, prueba de que su futuro es más bien incierto.
Hacer que la información de ADN resulte más útil es el objetivo de la iniciativa de "medicina de precisión" del presidente de EEUU, Barack Obama, un programa de 215 millones de dólares (unos 200 millones de euros) que facilita el estudio planificado de los expedientes médicos y el ADN de un millón de personas. Según su Gobierno, tan solo si echamos mano de las grandes cifras lograremos descubrir nuevas relaciones entre los genes y las enfermedades. Aún así, los grandes estudios podrían dar lugar a grandes problemas inesperados. El pasado marzo, el CEO de DeCode Genetics, empresa subsidiaria de Amgen que gestiona un banco genético nacional en Islandia, dijo que su base de datos era ya tan grande que podía identificar a todas las mujeres de Islandia con una mutación peligrosa de cáncer de pecho. Pese a ello, las leyes que protegen la privacidad impedirían, según lamentó DeCode, que la empresa se lo comunicase a las interesadas.