El cofundador de Instagram representa un nuevo modelo de emprendedor que entiende el efecto de la tecnología en la sociedad
Kevin Systrom fundó Instagram en 2010, cuando tenia 26 años, con un amigo que se hizo en una cafetería de San Francisco (EEUU). Un año y medio después, cuando la empresa sólo contaba aún con 13 empleados y carecía todavía de un plan de negocio, llegó Mark Zuckerberg con una oferta de 300 millones de dólares en efectivo (unos 271 millones de euros) y 700 millones de dólares (unos 633 millones de euros) en acciones pre-OPV de Facebook. Systrom sólo dio el visto bueno después de convencer a Zuckerberg para que mantuviese viva la marca de Instagram y de que le permitiera dirigirla junto a su cofundador Mike Krieger.
Tres años después, está claro que la creación de Instagram fue extremadamente oportuna y bien ejecutada. El servicio se parece al de Twitter, pero con un contenido compuesto por fotos y vídeos en lugar de texto. Funciona porque a la gente le gusta contar historias con imágenes: es fácil, y el impacto está por encima del idioma y la cultura. Instagram cuenta con más de 300 millones de usuarios, que publican más de 70 millones de fotos y vídeos cada día.
Sin embargo, Systrom todavía se enfrenta a una gran pregunta: ¿podrá convertir toda esta atención en un negocio? Empezó desplegando un programa de publicidad en otoño del año pasado, y sigue siendo esquivo en cuanto a los resultados. Systrom dice que simplemente tiene que encontrar la manera de presentar la publicidad sin molestar a sus usuarios, la gran mayoría de los cuales son menores de 30 años.
Systrom mismo es una especie de modelo para un tipo emergente de emprendedor de alta tecnología, en el cruce entre la tecnología y las bellas artes. Es deportista, fue capitán del equipo de hockey sobre hierba de su instituto. También es artístico; estudió fotografía mientras estudiaba ingeniería y dirección de empresas en la Universidad de Stanford (EEUU). Conoce el mundo corporativo: forma parte del consejo de dirección de Walmart. Y es extrovertido, se encuentra tan cómodo con modelos de pasarela en Nueva York y estrellas de cine en Hollywood como lo está con programadores en Silicon Valley (todas en EEUU). Mientras que las aplicaciones móviles y las redes sociales impregnan nuestra economía cada vez más, las personas que entienden cómo estas tecnologías convierten el mundo físico en algo más interesante o productivo serán tan importantes como los propios ingenieros de hardware que las crean.
—Fred Vogelstein. Traducido por Teresa Woods
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