SpaceX ha presentado un proyecto para construir una red de microsatélites para que miles de millones de nuevos usuarios puedan disponer de internet
Foto: El director ejecutivo de SpaceX, Elon Musk, en la presentación de un nuevo cohete en mayo de 2014.
La idea de proporcionar acceso a internet desde satélites en órbita, un concepto que parecía haber muerto con los excesos del boom de las puntocom, ha vuelto gracias al fundador de SpaceX (y multimillonario gracias a las puntocom), Elon Musk. Y aunque instalar un servicio de este tipo sigue siendo caro y arriesgado, las últimas tendencias tecnológicas significan que ya no es algo tan descabellado.
Musk ha propuesto una red de unos 4.000 microsatélites para proporcionar internet de banda ancha en todo el mundo. SpaceX se va a asociar con Google y Fidelity Investments, que invertirán mil millones de dólares (unos 860 millones de euros) por quedarse con un 10% de la empresa. Mientras, Virgin Galactic de Richard Branson y Qualcomm están invirtiendo en una empresa de la competencia llamada OneWeb cuyo objetivo es construir una red similar de microsatélites.
A finales de la década de 1990 surgieron planes para crear servicios espaciales de este estilo. "El hundimiento de las puntocom secó las fuentes de financiación y nunca llegaron a despegar", explica el analista de Forecast International, Bill Ostrove. Pero es probable que aquellos proyectos fracasaran de todas formas, porque costaba entre 60 y 70 millones de dólares lanzar un satélite (entre 52 y 60 millones de euros) y siempre cabía la posibilidad de que la carga se perdiera por culpa de un accidente.
En comparación, los cables de fibra óptica eran fáciles y baratos de instalar incluso en entornos difíciles, como el fondo del mar, y además son capaces de transmitir enormes cantidades de datos. La transmisión de datos desde un satélite se hace a través de radio y se ve limitada tanto por el espectro disponible como por la cantidad de energía que el satélite puede sacar de sus paneles solares. La mayoría de los satélites de comunicación cuentan con velocidades de transmisión de datos de alrededor de un gigabit por segundo, que es poco en comparación con los varios terabits por segundo que proporciona la fibra más rápida.
Pero hay cosas que han cambiado desde finales de la década de 1990. Para empezar, la tecnología de los satélites ha avanzado, abaratando muchísimo el coste de lanzamiento. Se pueden lanzar decenas microsatélites del tamaño de una tostadora al mismo tiempo y no tienen que operar en órbitas demasiado altas, lo que abarata los costes de lanzamiento, proporcionando un rendimiento comparable a satélites más antiguos y más grandes que operan a mayor altura.
SpaceX y Virgin Galactic también esperan aprovechar la oportunidad de centrarse en partes del mundo donde existe poca infraestructura y una tremenda oportunidad para el crecimiento de internet. Los servicios de satélite siguen siendo menos económicos en las áreas donde existen redes de fibra óptica, pero Musk ha afirmado que su servicio de internet estaría dirigido principalmente a proporcionar servicio a zonas remotas del planeta.
"Hay grandes trechos de tierra en la que hay una densidad de usuarios relativamente baja", explicó Musk al público reunido en la inauguración del nuevo centro de desarrollo de satélites de SpaceX en Seattle (EEUU) la semana pasada. "El espacio es ideal para eso".
Musk y Branson no son los únicos en reconocer el mercado potencial. Además de invertir en el proyecto de Musk, Google está trabajando en un sistema de servicio de internet basado en globos a gran altitud llamado Loon. Y Facebook está desarrollando drones que operan a grandes alturas y tienen una gran resistencia para proporcionar internet a zonas remotas. Los proyectos de Google y Facebook suponen un concepto parecido a los sistemas basados en el espacio, pero operando dentro de la atmósfera de la tierra.
Lo que está menos claro es si el servicio de SpaceX podría ser una alternativa viable para clientes en el mundo desarrollado, como ha sugerido Musk. Ostrove afirma que los satélites no pueden competir con el ancho de banda y el bajo coste de los cables de fibra óptica.
Por otra parte, a estos recién llegados podría costarles dominar la tecnología. Después de todo, SpaceX ha construido cohetes, pero ningún satélite.