Javier García Martínez, ganador del premio 'MIT Technology Review' innovadores menores de 35 en 2007, ha desarrollado una tecnología que permitirá ahorrar millones de euros a la industria petroquímica
Director del Laboratorio de Nanotecnología Molecular de la Universidad de Alicante (España), Javier García Martínez desarrolla nuevos nanomateriales que aumentan el rendimiento de los catalizadores empleados en el refino del petróleo. Tras ganar en 2007 el premio MIT Technology Review Innovadores menores de 35, durante su estancia en el MIT fundó la empresa Rive Technology para conseguir que su tecnología llegara al mercado.
Este mes participará en el encuentro de tecnologías emergentes EmTech Colombia 2014, pero no es la primera vez que colabora con este evento. ¿Por qué está tan involucrado?
En primer lugar, porque soy el único español que tiene el premio de la edición internacional de MIT Technology Review Innovadores menores de 35. Me gusta estar conectado con la comunidad del MIT, con la que me siento muy unido. También, contribuir y dar de vuelta parte de lo que recibí cuando era más joven. Por eso, durante el EmTech de Colombia hablaré sobre nanotecnología y nuevos materiales.
Gracias a la nanotecnología ha podido desarrollar su tecnología catalítica pero, ¿qué es exactamente un catalizador?
Los catalizadores no nos son extraños, ya que los llevamos dentro de nuestro cuerpo. Las enzimas, que son catalizadores biológicos, permiten transformar unos compuestos en otros más útiles, de forma muy eficiente y sin consumirse en el proceso. Esto es realmente lo que hace un catalizador: ayudar a que unos compuestos se transformen en los productos deseados, y no en los que se obtendrían si el catalizador no estuviera presente.
En ese caso, ¿por qué son importantes para la industria?
La industria química en general, y la petroquímica en particular, utilizan catalizadores para fabricar los productos de los que disfrutamos en nuestra vida diaria [como plásticos y carburantes], y generar la mínima cantidad posible de residuos en el proceso. Las zeolitas, en particular, son los catalizadores más importantes. El problema es que, a pesar del éxito del uso de los catalizadores en la industria del refino del petróleo, estos aún presentan limitaciones importantes.
¿Qué limitaciones son esas?
La estructura de las zeolitas presenta canales muy estrechos, por los que pasan las moléculas presentes en el crudo. Allí se rompen para dar lugar a moléculas más pequeñas, que constituyen la gasolina y el diésel, las fracciones más deseadas del petróleo. Desgraciadamente, estos canales tan estrechos no permiten el paso de un buen número de moléculas, demasiado grandes para entrar en el interior de las zeolitas donde ocurre la transformación.
¿Y ustedes consiguieron aumentar los canales?
Exacto. Canales más grandes permiten la entrada, incluso, de las moléculas más voluminosas al interior del catalizador. Esto incrementa la eficiencia del proceso y produce mucha más gasolina y diésel, lo que genera un valor adicional de dos euros por barril procesado.
Estas zeolitas con poros más grandes, ¿tienen aplicaciones fuera de la industria petroquímica?
La tecnología que nosotros comercializamos permite abrir la catálisis a muchos procesos que, por el tamaño tan grande de las moléculas que involucra, no funcionan con los catalizadores actuales. Esto permite utilizar las zeolitas en otros procesos de refino, biocombustibles, síntesis de compuestos farmacéuticos, e incluso en procesos en los que también se utilizan las zeolitas, pero al margen de la catálisis, como el tratamiento de aguas o la descontaminación del aire.
¿Cómo surgió la idea de fundar Rive Technology?
Cuando llegué al MIT no hubiera pensado que acabaría fundando una empresa, pero la idea de comercializar tu tecnología esta tan presente allí que me resultó totalmente natural. Varios compañeros del laboratorio donde trabajaba ya habían creado sus empresas para comercializar el resultado de sus tesis doctorales. Al ver los resultados de mi investigación decidí patentar mi tecnología, crear un equipo para comercializarla y fundar Rive Technology.
¿Cree que en España falta más espíritu emprendedor entre los investigadores?
Aquí se lleva a cabo una investigación excelente pero fallamos a la hora de comercializarla. Partimos de una larga tradición en la que la comercialización de descubrimientos hechos en la universidad era vista con recelo. Incluso ahora la universidad conserva mucha limitaciones que nacen de esta visión.
¿Qué cambios son necesarios en su opinión?
En primer lugar es necesario enfocarse en la educación de los jóvenes. En los últimos años, la universidad se ha centrado exclusivamente en la empleabilidad: en dotar a sus alumnos con los conocimientos y habilidades que demanda el mercado. Esto ya no es suficiente, es necesario incluir también la emprendibilidad: la actitud y la capacidad necesarias para la creación y desarrollo de nuevas empresas por parte de jóvenes universitarios. Luego es necesario cambiar los incentivos para favorecer a aquellos que asumen riesgos y crean empleo. Finalmente, el apoyo al emprendimiento no es posible si se recorta todo lo que tenga que ver con la investigación, porque si nuestra tecnología no es la mejor, ¿cómo podrán nuestras empresas competir en el mercado global?
¿Cree que la nanotecnología es una tecnología emergente o ya es una industria asentada?
La nanotecnología está en un momento fascinante. Cada día asistimos a nuevos avances; desde el uso de nanopartículas para el tratamiento del cáncer, el descubrimiento de nuevos materiales con propiedades sorprendentes como el grafeno, o la aplicación de puntos cuánticos al diagnóstico de enfermedades. En algunos casos se trata de descubrimientos que nos ayudan a comprender mejor la naturaleza, pero en otros muchos se trata de productos que ya podemos comprar. Desde material deportivo, hasta nuevos medicamentos, los nanomateriales son ya una realidad.
La nanotecnología no solo va a ser una de las industrias que van a definir el s. XXI sino que va a impactar mucha de las industrias más importantes de nuestro tiempo desde la energía a la potabilización de agua.
¿Se podría aplicar la nanotecnología al campo de las renovables?
Uno de los principales retos a los que se enfrentan las energías renovables es su eficiencia y coste. Sus rendimientos no son suficientes para competir con los combustibles fósiles. Los avances en nanotecnologías están mejorando su competitividad acercándonos al objetivo de producir energía limpia y abundante. De hecho trabajo en el desarrollo de nuevos materiales para energías renovables como la solar. En este sentido acabamos de patentar la fabricación y uso de un óxido de titanio negro, que permite la absorción de luz visible y mejora notablemente la eficiencia de este material, clave en el desarrollo de nuevas células solares limpias y eficientes.