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Computación

La paradoja de las tecnologías portables

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¿Serán capaces los dispositivos portables de enriquecer nuestras actividades sin distraernos del mundo real?

  • por Don Norman | traducido por Lía Moya (Opinno)
  • 26 Julio, 2013

¿Alguna vez has ido a una fiesta o a una recepción en una conferencia y te has dado cuenta de que la persona con la que hablas se pasa todo el rato echando vistazos alrededor de la habitación, mirando hacia un lado y otro, puede que aburriéndose de ti, puede que buscando a alguien importante? ¿No se da cuenta de que te das cuenta?

Bienvenido al mundo feliz de los dispositivos portables, que se moverá en el incómodo espacio limitado por la distracción continua, el desvío continuo de la atención y las continuas miradas perdidas por un lado; y la atención concentrada, la potenciación continua y mejor interacción, comprensión y retención por el otro. El último juguete de hardware de Google, Glass, que ha recibido muchísima atención, solo es el principio de este desafío.

En realidad no es el principio, estos dispositivos ya llevan una década rondando. En mis anteriores trabajos como científico cognitivo, vicepresidente de tecnología en Apple, y ahora como consultor para diseño de producto, visito laboratorios de empresas y universidades de todo el mundo. He probado muchos de estos dispositivos. Me he puesto gafas de realidad virtual que me han tenido vagando por complejos laberintos computerizados, habitaciones y calles de ciudades, además de realidades aumentadas, donde el mundo real se veía, pero con superposiciones informativas.

Y sí, he probado Google Glass. Al contrario que las pantallas de "inmersión" completa, que te exigen toda la atención, Glass está diseñado a propósito para no llamar la atención ni distraer. La pantalla solo está en la esquina superior derecha del campo de visión, y el objetivo es evitar distracciones y darte la información suplementaria relevante solo cuando sea necesaria.

Incluso así, el riesgo de despistarse es importante. Y una vez que Google permita crear aplicaciones a desarrolladores externo, perderá el control sobre cómo se usarán. Sebastian Thrun, que estaba al mando de los proyectos experimentales de Google cuando se concibió Glass, me comentó que mientras él estuvo involucrado en el proyecto, insistió en que Google solo le diera una funcionalidad de correo electrónico limitada, no un sistema de correo electrónico completo. Y ahora que los desarrolladores externos ya lo tienen entre sus manos, ¿qué ha sido una de las primeras cosas que han hecho? Efectivamente, un correo electrónico completo.

Que la gente es capaz de hacer varias cosas a la vez sin una pérdida de calidad, es un gran mito. Numerosos experimentos psicológicos demuestran que cuando se hacen dos tareas relativamente complejas a la vez, hay un deterioro medible de los resultados. Yo mismo llevé a cabo algunos de estos experimentos, en los días que ejercía como científico cognitivo. David Strayer, cuyo grupo de investigación en la Universidad de Utah (EE.UU.) lleva décadas estudiando estos temas, ha demostrado que los manos libres distraen lo mismo que el teléfono, y que usarlos mientras se conduce es igual de peligroso que conducir borracho.

Incluso al llevar a cabo tareas tan sencillas como andar y hablar a la vez se pierden facultades: a mí me pasa todo el tiempo. Si estoy pensando o enfrascado en una conversación durante mi paseo matutino, cuando me surgen pensamientos difíciles y profundos, suelo dejar de andar. Me paro de manera subconsciente y solo me doy cuenta de ello cuando mi mente consciente se asoma desde su concentración para ver que me he frenado. El psicólogo (y premio Nobel) Danny Kahneman destaca en su libro Thinking, Fast and Slow (Pensar rápido, pensar despacio, publicado en español por Debate) que descubrió que no era capaz de pensar en absoluto si caminaba demasiado rápido. Tenía que frenarse para permitir la aparición de nuevos pensamientos.

Si llevar a cabo varias tareas al mismo tiempo es tan nocivo, ¿por qué insiste la gente en que puede hacerlo sin perjuicio? En cierto sentido es lo mismo que sucede cuando un conductor borracho cree que puede conducir sin peligro: la de evaluar nuestra capacidad es una tarea más, y sufre. Las capacidades mentales perjudicadas dificultan darse cuenta del perjuicio.

Así que, aunque la información extra y justo a tiempo que proporcionan los ordenadores portables parece maravillosa, según dependamos más y más de ella, podemos perder el contacto con el mundo real. Claro que es agradable que te recuerden el nombre de alguien y puede que el accidente de esquí que acaba de sufrir su hijo, pero mientras me lo recuerdan, ya no estoy allí, estoy en algún punto del éter, donde me están informando de lo que está pasando.

Hace años escribí un artículo titulado "Asisto a una obra de teatro de sexto de primaria", en el que hablaba de los padres que graban a sus hijos actuando con tal ansiedad que no pueden vivir el evento hasta el día siguiente. Una interacción indiferente no es igual que interacción plena; elimina la interacción emocional.

Existe, sin embargo, otra cara de este argumento. Y es que, si se pone en práctica y se usa con sentido, la tecnología portable puede potenciar nuestras habilidades de forma significativa. Thad Starner, defensor a ultranza de los ordenadores portables que lleva casi un cuarto de siglo llevando este tipo de dispositivos, y fue asesor técnico en el proyecto de Google Glass, me envió comentarios a un borrador de este artículo. "A mí se me da muy mal hacer varias cosas a la vez", afirma, señalando que cuando asiste a una conferencia, "poniendo el foco físico de la pantalla a la profundidad de la pizarra y usando un método de entrada de texto rápido, (de repente) podía tanto prestar atención, como tomar buenos apuntes". Mucho mejor que con lápiz y papel, cuando su atención tiene que pasar del cuaderno a la pizarra. Después me recordó una conversación que tuvimos sobre este tema en 2002. No me acordaba de la conversación, así que describió la interacción, recordándome tanto sus comentarios como mis respuestas.

¿Cómo es capaz de recordar los detalles de una conversación que tuvo lugar hace más de 10 años? Starner toma notas durante las conversaciones, con una mano que teclea en un teclado especial que lleva en el bolsillo. El resultado es que, durante cualquier interacción, está mucho más centrado y atento que muchos de mis compañeros que no llevan ordenadores: el acto de tomar apuntes le obliga a concentrarse en el contenido de la interacción. Es más, tiene registros de sus interacciones, lo que le permite revisar lo que sucedió, que es como "recordó" nuestra conversación de la década anterior.

Sin el enfoque adecuado, la distracción continua que supone llevar a cabo múltiples tareas, se cobra un peaje que empeora los resultados. Lleva tiempo pasar de una tarea a otra, de recuperar lo que los teóricos de la atención denominan "percepción de la situación". Las interrupciones empeoran el rendimiento, e incluso pasar voluntariamente de una tarea a otra implica interrumpir la tarea que se deja atrás.

Es más, resultará difícil resistir la tentación de usar esta potente tecnología que nos guía con información útil, sugerencias e incluso órdenes. Claro que los demás podrán ver que nos están ayudando, pero no sabrán quién lo hace, igual que nosotros podremos saber que están siendo asistidos, y no sabremos por quién.

Con el tiempo podremos cotillear tanto nuestro estado interno como el de los demás. Diminutos sensores y software ingenioso podrán inferir el estado mental emocional del otro y el nuestro. Peor aún, las inferencias a menudo se equivocarán: el pulso de alguien acaba de acelerarse o la conductividad de su piel ha cambiado; hay muchos factores que podrían provocar esos cambios, pero es probable que los tecnólogos se centren en una única interpretación sencilla.

¿Es lo que queremos? ¿Personas plenamente informadas que miran con desapego al mundo real mientras sus ayudantes virtuales les cuentan lo que sucede?

Estamos entrando en un territorio desconocido, y gran parte de lo que se está haciendo se hace simplemente porque se puede.

Al final, las tecnologías portables podrán ampliar nuestras experiencias, y centrar nuestra atención en la tarea y la gente con la que estamos interactuando, o podrán distraernos, despistándonos mediante sabrosos bocados de información relevantes para la actividad que se esté llevando a cabo.

Cuando las tecnologías se usan para complementar nuestras actividades, cuando la información adicional recibida tiene una relevancia directa, nuestra atención se puede centrar más y mejor, y podemos potenciar la comprensión y retención. Cuando la información adicional es irrelevante, por muy atractiva que resulte, será algo que distraiga y perturbe.

A mí me gusta destacar el lado positivo de la tecnología. he escrito un libro incluso, Things That Make Us Smart (Las cosas que nos hacen inteligentes, sin traducción al español), sobre el poder de los artefactos para potenciar las habilidades humanas. Dependo plenamente de las tecnologías modernas porque me dan más poder, no menos. Al eliminar las partes aburridas y no esenciales de la vida puedo concentrarme en los aspectos humanos más importantes. Puedo dirigir actividades y estrategias de alto nivel y mantener amistad con gente de todo el mundo. Esa es la parte centrada. Por otra parte, paso muchas horas de mi jornada simplemente manteniéndome al día con gente que entra en contacto continuo conmigo, casi siempre con comentarios interesantes, noticias e invitaciones, pero en cualquier caso superando mi capacidad de manejar el flujo de información y distrayéndome de mis actividades primarias. Sí, agradezco estas distracciones porque son un desvío agradable del duro trabajo de escribir, pensar y tomar decisiones, pero el aplazamiento de tareas, aunque agradable, no me sirve para hacer mi trabajo. Ya he tenido que contratar a un ayudante humano para ayudarme a centrarme. ¿El flujo continuo de mensajes de los dispositivos portables resultará ser irresistible, desviándome de mi trabajo, o amplificará mis habilidades?

Una respuesta estándar a este dilema coloca todo el peso sobre el individuo: es nuestra responsabilidad usar la tecnología de manera responsable. Estoy de acuerdo en teoría, pero no en la práctica. Conozco demasiado bien las tentaciones de la distracción, todas esas noticas fascinantes, todos esos amigos que me envían actualizaciones de su estatus y quieren que responda con el mío propio. Me resulta fácil sucumbir, cualquier cosa por evitar la difícil, tediosa, concentración necesaria para conseguir cualquier cosa de valor. A menudo he tenido que desconectar mi ordenador de Internet para completar mi trabajo. Los proveedores de estas tecnologías deberían compartir el peso de un diseño responsable.

¿Pueden ser útiles los dispositivos portables? Desde luego. Pero también pueden ser horribles. Todo depende de si los usamos para centraros y potenciar nuestras actividades o para distraernos. De nosotros y de quienes crean estas nuevas maravillas portables depende la decisión de cómo van a ser.

Don Norman es profesor de ciencia cognitiva (UC, San Diego, Northwestern) convertido en ejecutivo (vicepresidente de Apple), convertido en diseñador (miembro de IDEO), y autor de 20 libros, entre ellos Living with Complexity y The Design of Everyday Things (Vivir con la complejidad y El diseño de los objetos cotidianos, sin traducción al españolSe le puede contactar en jnd.org.

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