José Ignacio Valenzuela, asesor en 'eHealth' del Ministerio de Salud de Colombia, cree que hay “un trabajo gigante por hacer” para garantizar la calidad de la información en la Red.
Además de investigar en la aplicación de las tecnologías de la información al ámbito sanitario, José Ignacio Valenzuela es médico y cirujano, y como tal, es consciente de que su papel en el trato con el paciente va a cambiar radicalmente con la generalización de Internet. Según este experto, asesor en eHealth y educación para el Ministerio de Salud y Protección Social colombiano, y docente en la Universidad Javeriana (Colombia), el personal sanitario tiene que recuperar la función que tenía en el pasado: ser “acompañantes y orientadores”.
Sin embargo, esta transformación solo puede producirse si los pacientes tienen garantizado el acceso a la información necesaria para tomar decisiones sobre su bienestar, también en los países en vías de desarrollo, donde la alfabetización digital es todavía un proceso incipiente.
Valenzuela ha participado en el panel sobre eHealth de la conferencia EmTech Colombia y ha explicado a MIT Technology Review en español cómo las TIC permitirán a cada vez más personas hacerse responsables de su salud con la ayuda de los profesionales del sector.
¿Qué aportan las TIC a la gestión de la salud?
Facilitan nuevos medios para llegar a un nivel mucho más masivo. La intervención tradicional de la medicina se ha desarrollado a una escala muchísimo menor, pero con las nuevas tecnologías y la red global podemos llegar a miles y miles de personas, independientemente de su ubicación y del momento, e impactarlos positivamente.
¿Es positivo que cada vez más gente consulte Internet antes y después de ir al médico?
El hecho de que la gente tenga acceso a la información puede ser bueno y malo pero, en todo caso, muestra la tendencia del cambio hacia nuevos modelos de salud. El problema está en la calidad de esa información en un medio masivo, público e ilimitado como Internet. Hoy por hoy hace falta una regulación más estricta en un tema sensible como la salud. Hay un trabajo gigante por hacer en términos de garantizar la calidad de la información a la que la gente llega, de que sea apropiada, útil y buena para ellos.
¿El objetivo sería dirigirlos hacia determinadas fuentes fiables?
Exactamente. El personal de la salud tenemos que regresar a nuestro rol de antes, que era el de ser acompañantes y orientadores. Es un derecho de la gente tener toda la información para tomar decisiones sabias sobre su propia salud y es un deber nuestro dirigirles hacia esa información fiable.
¿Qué tecnologías veremos para conseguir esto?
Ya hay tecnologías suficientemente buenas, lo que veremos será que se potenciarán. No hay una necesidad informática de producir cosas nuevas, con lo que hay ya estamos logrando impactos masivos. Estamos hablando de redes sociales como Facebook, o específicas de pacientes, como Patients Like Me, donde hablan del día a día de su enfermedad. También, para comunicación entre médicos, está Doc2Doc, o incluso el mismo Twitter, que tiene un impacto enorme.
Si la tecnología existe y el objetivo está claro, ¿qué falta para hacer realidad este impacto?
Es fundamental que la tecnología exista, pero esto no significa que sea accesible, en especial en las poblaciones más vulnerables y, en concreto, en las que están en países en vías de desarrollo. Estamos hablando de infraestructura –acceso a Internet, a un computador- pero también de alfabetización digital, es decir, un componente cultural, que las personas sepan acceder.
¿Disponer de un centro médico totalmente digital es algo todavía muy lejano?
No, hoy por hoy es una realidad, pero no es una realidad que ocurre a la escala que uno quisiera. Nosotros hemos presentado proyectos como las clínicas virtuales o el centro de telesalud que no son nuevos. El Instituto de Medicina de Estados Unidos planteaba ya en 2001 que una consulta -que supondría a una persona medio día y 65 dólares de trabajo perdidos- se podría hacer a través de medios virtuales en dos minutos, y gratis si se quiere.
Pero hay acciones que solo pueden realizarse presencialmente…
Pero la gente lo que más pide no son intervenciones específicas -que se le haga un procedimiento o que se le recete un medicamento- sino información esencial. Quiere que le digamos qué enfermedad tiene, si es grave, qué consecuencias tendrá sobre su vida, qué tratamientos existen y qué efectos pueden tener. Según una plataforma de teleconsulta de orientación médica virtual que implementamos nosotros en Colombia (que tiene alcance a nivel de toda Iberoamérica) eso es lo que pide el 90 por ciento de los pacientes.
¿Cree que los historiales médicos digitales llegarán a generalizarse?
Ahora mismo el grado de penetración de la digitalización de registros clínicos es mínimo. Tenemos una cobertura que, en el mejor de los casos, no supera el 15 por ciento en casi todos los países del mundo, con algunas excepciones como Holanda o Dinamarca, que tienen gobiernos muy paternalistas. No obstante, la tendencia hacia la digitalización universal de registros clínicos es irreversible. Es algo que va a pasar, más tarde o más temprano dependiendo de los lugares, pero es imparable.
¿Y quién debe liderar este proceso, la iniciativa privada o el Estado?
La responsabilidad es compartida, sin embargo, la coordinación debe ser centralizada. En Latinoamérica hemos visto hasta ahora iniciativas desagregadas, instituciones que quieren demostrar que son tecnológicamente más avanzadas que otras pero que no tienen en cuenta factores a largo plazo como la interoperabilidad. Debe existir una coordinación a nivel central que determine bajo qué estándares se realizará la digitalización y con qué medios para poder llegar a la integración.
¿Están los médicos preparados para manejar estas herramientas?
Muchos están capacitados en el manejo de sus sistemas locales pero tendrá que haber una estrategia de capacitación continua para que todos los usuarios y trabajadores del sector salud aprendan a intercambiar datos en plataformas compartidas.