Los trabajadores extranjeros son los nuevos engranajes en la máquina del 'crowdsourcing'.
Stephanie Hamilton forma parte de algo que está muy por encima de ella. Es parte de un programa informático.
Esta residente de Kingston (Jamaica) de 38 años de edad comenzó hace poco a realizar pequeñas tareas que le asigna un algoritmo desde un ordenador en Berkeley, California (Estados Unidos). Ese software, desarrollado por una start-up llamada MobileWorks, representa la última tendencia en crowdsourcing: la organización de trabajadores extranjeros a gran escala para hacer tareas rutinarias que a los ordenadores aún no se les dan bien, como comprobar hojas de cálculo o leer recibos.
Mediante la asignación de tareas a personas que viven en economías emergentes MobileWorks espera conseguir un buen trabajo a precios bajos. Utiliza un software para controlar de cerca el proceso y aumenta la precisión al tener a varios trabajadores realizando cada una de las tareas. Según el cofundador de la empresa, Anand Kulkarni, el objetivo es conseguir que el grupo de trabajadores "actúe mucho más como un recurso automático que como seres humanos individuales y poco fiables".
El mercado de trabajadores múltiples más conocido es Mechanical Turk, que Amazon lanzó en 2005. El sitio web funciona como un mercado de trabajos raros donde los seres humanos pueden ganar unos centavos llevando a cabo tareas repetitivas de bajo nivel que las máquinas tienen dificultades para ejecutar, como por ejemplo la identificación de objetos en fotografías.
El mercado de Amazon fue una idea revolucionaria. Sin embargo, su utilización eficaz ha resultado difícil. Un estudio de 2010 publicado por la compañía de críticas en línea Yelp consideró que los 'turkers' eran menos precisos que un simple programa de aprendizaje de máquinas a la hora de categorizar empresas como un restaurante o una tienda de ropa.
"Si envías algo a Mechanical Turk es fácil que te engañen", señaló Luis von Ahn, experto en crowdsourcing en la Universidad Carnegie Mellon (EE.UU.). El principal problema es la baja remuneración. Von Ahn estima que los 'turkers', que principalmente viven en Estados Unidos, solo ganan entre 1 y 2 dólares por hora (0,8 y 1,6 euros), lo cual es un gran incentivo para enviar respuestas sin sentido o mal investigadas. Aun así, muchas grandes empresas siguen estando muy interesadas en el crowdsourcing, señala Von Ahn: "Todas quiere reducir los costes".
En la actualidad varias start-ups, entre ellas CrowdFlower y CrowdSource, han escrito un software que funciona con Mechanical Turk y han añadido maneras de probar y clasificar trabajadores, asignándoles tareas y organizando el trabajo para que se compruebe dos o tres veces. "Antiguamente [el crowdsourcing] ha sido algo más experimental que una solución empresarial real", indica Stephanie Leffler, fundadora de CrowdSource. "En realidad es algo difícil de hacer a cualquier escala".
MobileWorks tiene su propio software de flujo de trabajo pero también está tratando de resolver el problema de los incentivos mediante la contratación de trabajadores en el extranjero, en países en vías de desarrollo como la India, donde los pagos bajos aún pueden llegar a constituir un ingreso significativo. Kulkarni, que fundó la compañía en 2010 con compañeros estudiantes de postgrado de la Universidad de California, en Berkeley (EE.UU.), afirma que el valor de las tareas se establece de modo que los trabajadores puedan ganar razonablemente entre 2 y 4 dólares a la hora (1,6 y 3,2 euros). Los pagos se determinan en una escala móvil, con tarifas más bajas para los países más pobres. "A pesar de que están actuando como agentes de un programa de ordenador, para ellos supone una oportunidad", indica. MobileWorks cobra a sus clientes tasas por cada hora de sus trabajadores que van de 5 dólares (4 euros) en adelante.
Hamilton comenzó a hacer microtareas hace un mes en Kingston. Por aquel entonces MobileWorks llegó a un acuerdo con el Gobierno de Jamaica para promover este tipo de trabajo (afirmó que podría crear 1.000 puestos de trabajo en tres meses). Jamaica, que sufre un desempleo del 14 por ciento, tiene el tercer mayor número de hablantes nativos de inglés en las Américas.
Hamilton no está entre los desempleados de Jamaica. Trabaja para la autoridad portuaria del Gobierno como agente de adquisiciones. Ese es también el lugar desde el que ha estado haciendo las microtareas. "Lo hago en mi trabajo, en mi tiempo libre y cuando tengo poca tarea", asegura. Hasta el momento, ha llevado a cabo tareas como la colaboración con otros trabajadores remotos para revisar por segunda vez una hoja de cálculo con contactos de admisión para varios miles de escuelas de Estados Unidos. Los trabajadores pueden calificar los datos como correctos, dar una respuesta diferente o marcarlos para que los vea un supervisor. Sus primeras 16 tareas completadas, algunas de las cuales le llevaron hasta 10 minutos, le han dado un total de 85 centavos (68 céntimos de euro).
Parte del trabajo es de dudosa reputación. Una persona que se describía a sí misma como socióloga pagó a Hamilton unos centavos para crear un cuenta de Twitter "creíble". Su creación, Luke Lynch, que utiliza el identificador @luke_daredevil, afirma ser "el mayor de cuatro hijos" y un fan del rugby y la pizza. Para su personaje, cuya foto encontró en Google, Hamilton estaba obligada a publicar un tuit creíble, y eligió "La actuación en los Premios BET estuvo bien".
La experiencia dejó a Hamilton preguntándose de qué iba todo aquello.
Esa falsa cuenta de Twitter parece ser parte de una red de spam más amplia establecida por personas relacionadas con la red social View.io, posiblemente para reclutar miembros. Desde entonces otros desconocidos se han hecho cargo de la identidad de Luke Lynch, que ha emitido una serie de comentarios subidos de tono y relacionados con la cotización de acciones en rupias indias. (El fundador de View.io, Felix Chan, no respondió a una solicitud de comentarios).
"Agghh...", exclamó Kulkarni después de escuchar cómo se estaba utilizando su software MobileWorks. "Hacemos todo lo posible para vigilar los robots de spam". Señala que los trabajadores sin experiencia no pueden reconocer los trabajos 'tipo spam', y lo califica como un problema de "ciberalfabetización". Pero el problema no es nuevo. Hace dos años, investigadores de la Universidad de Nueva York estimaron que el 41 por ciento de todos los trabajos publicados en Mechanical Turk eran para la generación de spam, generar clics en anuncios o influir en los resultados de los motores de búsqueda.
A pesar de estos abusos, los grandes grupos de trabajadores en el extranjero se han convertido en esenciales para los negocios legítimos. Como ejemplo tenemos a inDinero, una start-up de San Francisco fundada hace tres años cuyo software ayuda a pequeñas empresas a realizar un seguimiento de sus finanzas. Las empresas pueden enviar por correo electrónico o subir sus recibos escaneados (incluso los que están escritos a mano) para ser registrados. De ese modo, inDinero envía las imágenes a MobileWorks, que a su vez las envía a grupos de trabajadores en la India o Filipinas que transcriben las cantidades de los recibos en formularios en línea.
Jessica Mah, directora general de inDinero, señala que no podría dirigir fácilmente su negocio sin una multitud de asistentes. "La alternativa sería que lo hicieran estudiantes de secundaria, pero no obtendríamos redundancia y no hay gestión incorporada del flujo de trabajo", señala. "El precio de hacer que cinco personas en MobileWorks miren un recibo es más barato que contratar a un solo estudiante de secundaria con un salario mínimo que haga la tarea una sola vez".