Un estudio realizado por investigadores de Stanford (EE.UU.) afirma que los riesgos sísmicos podrían socavar la captura de carbono a gran escala.
Los autores de un artículo publicado el lunes en la revista científica Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS) afirman que es poco probable que la captura y almacenamiento de carbono (CAC) funcione a gran escala, puesto que daría lugar a terremotos que podrían liberar el gas de efecto invernadero atrapado bajo tierra.
El artículo supone un duro golpe a las esperanzas de que el secuestro pudiera convertirse en una parte importante de las futuras estrategias del clima. El autor principal es el investigador de Stanford Mark Zoback, experto en riesgos sísmicos relacionados con la producción de petróleo y gas, y muy respetado entre sus colegas. Steven Gorelick, hidrólogo de Stanford, es coautor junto a Zoback.
La semana pasada, la Agencia Internacional de Energía señaló que la CAC tendrá que contribuir con más de una quinta parte de las reducciones de emisiones hasta el 2050 para garantizar una probabilidad del 80 por ciento de limitar a 2 °C el aumento a largo plazo de la temperatura media mundial.
La industria del petróleo y el gas ya utiliza técnicas similares a la CAC durante la extracción de recursos y la eliminación de aguas residuales, y estos procesos son conocidos por inducir pequeños terremotos. La inyección de aguas residuales ha sido considerada la culpable de varios terremotos recientes en Arkansas, Ohio y cerca de la frontera de Colorado y Nuevo México (en EE.UU.).
Zoback asegura que los riesgos asociados con este tipo de terremotos pueden gestionarse a través de una cuidadosa selección del sitio, pero la CAC a gran escala podría ser más problemática. "Uno tiene que ser mucho más restrictivo" la hora de elegir un depósito de dióxido de carbono, explica, ya que la tarea consiste en "mantener un fluido dinámico durante un periodo que va desde cientos hasta miles de años".
El artículo se publica tan solo unos días después que un informe sobre los riesgos de terremoto planteados por diversas tecnologías energéticas -entre ellas la extracción de petróleo y gas, la eliminación de aguas residuales, la energía geotérmica y la CAC- publicado por el Consejo Nacional de Investigación de Estados Unidos. Este informe afirma que la "CAC puede tener un potencial de riesgo sísmico importante" y añade que "no existe suficiente información para entender dicho potencial".
El artículo de Zoback y Gorelick señala que para que la CAC afecte de manera significativa a la acumulación de gases de efecto invernadero en la atmósfera, debe ser capaz de contener unos 3,5 millones de toneladas de dióxido de carbono al año en todo el mundo, una cantidad similar en volumen a los casi 30 mil millones de barriles de petróleo que se producen a nivel mundial anualmente.
Los 'almacenes' más prometedores son los llamados acuíferos salinos profundos, unas formaciones rocosas situadas de uno a tres kilómetros bajo tierra, por debajo de la profundidad de los acuíferos de agua dulce, y debajo de una capa impermeable de roca llamada 'roca sello', que actúa como tal. Un estudio modelizado realizado por investigadores del MIT (Instituto Tecnológico de Massachusetts, EE.UU.), que fue publicado a principios de este año en la revista PNAS, estima que los acuíferos salinos profundos en Estados Unidos podrían contener, por lo menos, el dióxido de carbono producido por las plantas de energía de carbón nacionales durante un siglo.
Sin embargo, esta hipótesis no ha sido probada a gran escala y Zoback duda que algunos de los lugares de destino de almacenamiento contengan tanto dióxido de carbono como se cree. Incluso los pequeños temblores podrían dañar las rocas sello, aseguran Zoback y Gorelick. Eso pondría en peligro la integridad de los depósitos de dióxido de carbono, y permitiría que el gas de efecto invernadero escapase a la atmósfera.
Ruben Juanes, geocientífico y profesor de estudios energéticos en el MIT, además de coautor del anterior estudio de PNAS sobre la capacidad de almacenamiento de dióxido de carbono en Estados Unidos, afirma que no existen datos suficientes para apoyar las conclusiones negativas de Zoback y Gorelick.
"En la actualidad, no existen modelos que puedan predecir la aparición o la magnitud de fenómenos sísmicos causados por la inyección de fluidos en el subsuelo", indica Juanes. Y existe "poca experiencia en el campo para informar sobre el riesgo" de la CAC, ya que ningún proyecto en curso funciona a la escala necesaria para contrarrestar de manera significativa las emisiones de dióxido de carbono.
Además, señala Juanes, una roca sello dañada no tendría por qué permitir que el dióxido de carbono escapase en todos los casos. Por ejemplo, señala que el Mount Simon Sandstone, un candidato a depósito en la Cuenca de Illinois (EE.UU.), se encuentra debajo de al menos dos rocas sello además de la primaria.
Zoback y Gorelick están de acuerdo en que el Mount Simon Sandstone podría ser un contenedor de dióxido de carbono viable. Pero señalan que podría haber consecuencias sismológicas peligrosas si la región tuviera que depender demasiado de esta única ubicación.
"Podemos encontrar circunstancias en las que la CAC puede llevarse a cabo", afirma Zoback. "Lo que resulta difícil es la escala a enormes proporciones".