Una empresa farmacéutica quiere extender de horas a meses el periodo en que puede tratarse un derrame con medicamentos.
Para las 800.000 personas en Estados Unidos que sufren un derrame cada año, el periodo de tiempo para usar una terapia con medicamentos se acaba en las primeras horas después del ataque. Eso hace que unos siete millones de supervivientes de accidentes cerebrovasculares en ese país solo tengan la alternativa médica de la terapia física. Una pequeña compañía farmacéutica de Nueva York espera cambiar esta situación gracias a un medicamento capaz de ayudar a los pacientes a recuperar una parte de su movilidad perdida seis meses o más después de un accidente cerebrovascular.
Los derrames ocurren cuando la sangre deja de fluir hasta una parte del cerebro, a menudo debido a un coágulo sanguíneo. Sin sangre que lleve oxígeno renovado, las células en la región afectada comienzan a morir. Si los síntomas de accidente cerebrovascular se reconocen con la suficiente rapidez y la víctima es trasladada a un hospital en pocas horas, los médicos pueden administrar un medicamento para disolver los coágulos y minimizar el daño. Pero solo una pequeña fracción de los pacientes de accidentes cerebrovasculares buscan atención médica lo suficientemente rápido para que puede realizarse esa intervención.
"Si pierden esta franja de tiempo terapéutico, las consecuencias son mayores y es importante ser capaces de hacer algo por estos pacientes", señala Francesca Bosetti, experta en derrames en el Instituto Nacional de Trastornos Neurológicos y Accidentes Cerebrovasculares (NINDS, por sus siglas en inglés), que forma parte de los Institutos Nacionales de Salud (EE.UU.).
En el futuro, los pacientes de accidentes cerebrovasculares que dejen pasar este tiempo inicial y se vean afectados por movilidad reducida, podrían recurrir mucho tiempo después del accidente a un medicamento que ayuda a los nervios dañados a transmitir señales eléctricas en el cerebro.
A principios de este año, Acorda Therapeutics informó de que el compuesto dalfampridina mejoró la función motora en las extremidades posteriores y anteriores de ratas que habían sufrido un accidente cerebrovascular. Este mes, la compañía comenzó a reclutar pacientes para un ensayo clínico en el que quieren probar los efectos del compuesto en personas con accidentes cerebrovasculares. Acorda planea inscribir a unas 70 personas que hayan sufrido un derrame cerebral por lo menos seis meses antes. "Ese es el tiempo en que los déficits parecen estabilizarse, así que podemos descartar las mejoras en los pacientes que ocurren naturalmente", afirma Jeff MacDonald, portavoz de Acorda.
Acorda se está centrando en los trastornos neurológicos en un momento en que muchas compañías farmacéuticas parecen estar alejándose de tales enfermedades. La empresa fue fundada en 1995 para tratar lesiones en la médula espinal y desde entonces se ha encargado de otras enfermedades neurológicas, entre ellas la esclerosis múltiple y el derrame cerebral. La compañía tomó la licencia original de la dalfampridina de la farmacéutica Elan, con la esperanza de usarla para el tratamiento de lesiones en la médula espinal, pero en cambio encontró más éxito en el tratamiento de pacientes con esclerosis múltiple. "La seguimos hasta donde nos estaba conduciendo", afirma Tizón Andrés, director científico de Acorda.
Las lesiones de médula espinal siguen recibiendo una gran cantidad de atención por parte de la compañía, que espera comenzar a probar un compuesto -con licencia de Medtronic- que protege a las neuronas de la ola de muerte celular que sigue a la lesión inicial. Medtronic ya había demostrado que el compuesto es seguro en pacientes sanos, y Acorda planea probar este año su eficacia en pacientes en las primeras horas después de una lesión de médula espinal.
Los pacientes con lesión de médula no son tan numerosos como los pacientes que han sufrido un accidente cerebrovascular, "pero si hablamos de costes para la sociedad, las lesiones de médula espinal son muy caras", asegura Naomi Kleitman, experta en este tipo de lesiones en el NINDS. "Tienden a ocurrir en gente muy joven, que necesita mucha ayuda médica y asistencia si tienen lesiones graves".
La compañía también quiere tratar lesiones de médula espinal de mayor duración con un fármaco que ayudaría a romper el tejido cicatricial que se forma alrededor de una lesión de médula espinal. Se cree que el tejido de la cicatriz evita que los nervios establezcan las nuevas conexiones que podrían ayudar a los pacientes a recuperar algunas funciones. El producto está aún en desarrollo inicial y uno de sus retos será la elaboración de un método para hacer llegar la gran molécula que 'rompe' las cicatrices a su sitio de destino.
A pesar de la apremiante necesidad, el pequeño tamaño del mercado de fármacos para lesiones en la médula espinal podría ser una razón por la que esta afección no consigue gran atención por parte de los gigantes farmacéuticos. "Nadie quiere desarrollar compuestos para el tratamiento de lesiones de la médula espinal tan en serio como Acorda", afirma Edward Hall, neurólogo y especialista en médula y lesiones cerebrales en la Universidad de Kentucky en Lexington (EE.UU.). "No son productos que generen miles de millones de dólares al año".
Las cifras no van a ser un problema para los pacientes de derrame que lo sufren a largo plazo. Estos son la principal causa de discapacidad en adultos y el número de personas que viven con sus efectos está incrementándose. "Cada vez somos mejores en la prevención de la muerte por accidente cerebrovascular, pero la incidencia va en aumento dado que la población está envejeciendo y la edad es el mayor factor de riesgo", afirma S. Thomas Carmichael, neurólogo e investigador de neurorreparación en la Universidad de California en Los Ángeles (EE.UU).
Un número relativamente bajo de grupos está trabajando en el tratamiento de los efectos que tienen los accidentes cerebrovasculares más de seis meses después de ocurridos, afirma Carmichael, en parte debido a que el trastorno es difícil de modelar en animales de laboratorio. "Es muy bueno para el campo que [Acorda] esté ahí", asegura. "En este momento no hay opciones farmacéuticas".
Sin embargo, Carmichael advierte de que hasta seis meses o más después de un accidente cerebrovascular los pacientes pueden responder ante una intervención concentrada de rehabilitación, lo que sugiere que el movimiento es una parte importante de la recuperación. "Hay que prestar atención a la actividad física", afirma. El propio nivel de actividad del paciente puede dar lugar a confusión en un ensayo si no está bien controlado, pero también podría provocar mayores resultados, afirma, si se convierte en parte de dicho estudio.