Varios investigadores utilizan imágenes del cerebro para detectar patrones de actividad cerebral asociados al dolor, lo que podría ser de gran ayuda para médicos y desarrolladores de medicamentos.
El dolor siempre ha dependido del cristal con que se mire. Tanto los médicos que evalúan a los pacientes como los científicos que estudian el dolor, han tenido que confiar en descripciones subjetivas, por lo que, hasta ahora, ha sido muy difícil de medir y controlar. Ahora, un nuevo estudio de la Universidad de Stanford (EE.UU.) da un primer paso hacia una medición objetiva del dolor.
Los investigadores encontraron que mediante el uso de la resonancia magnética funcional (fMRI, por sus siglas en inglés) con un algoritmo de aprendizaje de máquinas, pudieron detectar patrones específicos de actividad cerebral con los que predecir si una persona sentía dolor o no. Los investigadores esperan ampliar la herramienta para encontrar la actividad cerebral que represente los diferentes niveles y tipos de dolor, una tecnología que algún día podría ser útil en la práctica clínica, las pruebas de medicamentos y la investigación del dolor.
Los científicos ya han utilizado la resonancia magnética funcional para estudiar las estructuras cerebrales y los patrones de actividad subyacentes implicados en el dolor. No obstante, Sean Mackey, investigador del dolor y anestesiólogo en la Escuela de Medicina de Stanford, afirma que "lo que nunca hemos hecho hasta la fecha es demostrar que se puede utilizar ese patrón de información para determinar si alguien siente dolor".
Para ello, su equipo tomó imágenes de la actividad cerebral de ocho personas cuya piel había sido expuesta a una sonda térmica modulada para hacer sentir dolor o no. Utilizaron una máquina de soporte vectorial -un algoritmo capaz de aprender y adaptarse- para analizar los datos de los patrones de actividad común entre los sujetos.
Los investigadores llevan combinando las imágenes del cerebro con el software de reconocimiento de patrones durante más de una década, como forma de decodificar los estados o las actividades del cerebro -y determinar si un sujeto está realizando una tarea específica, o viendo un objeto en particular, por ejemplo.
Cuando los investigadores aplicaron las sensaciones dolorosas y no dolorosas de calor a los 16 nuevos sujetos, descubrieron que podían separar las dos condiciones con una precisión mayor al 81 por ciento. La investigación fue publicada ayer en PLoS ONE.
Mackey hace hincapié en que los resultados son preliminares. El dolor en la vida real es complejo, y este experimento se realizó con un pequeño grupo de sujetos en condiciones controladas de laboratorio. Sin embargo afirma que el estudio ofrece la evidencia inicial de que el dolor, a menudo considerado como algo totalmente subjetivo, tiene características que pueden ser medidas objetivamente. "Hay algunos puntos en común en estos patrones neuronales de una persona a otra", indica.
David Borsook, investigador del dolor en el Hospital McLean y la Escuela Médica de Harvard, en EE.UU., afirma que encontrar una medición objetiva del dolor podría cambiar radicalmente el modo en que los pacientes son tratados. Muchos científicos han estado buscando marcadores biológicos del dolor, y Borsook, que no participó en el estudio, cree que el concepto de encontrar patrones en los datos de las imágenes del cerebro "será un método muy robusto y útil".
Para que fuera de utilidad, una técnica como esta tendría que ser capaz de diferenciar distintos tipos de dolor. El equipo de Stanford está evaluando si la técnica puede medir el dolor crónico, en lugar de un estímulo doloroso único.