La convergencia de varias cepas de gripe en un mismo animal puede dar lugar a la formación de nuevas cepas del virus, como ocurrió en pandemias anteriores
Este artículo apareció por primera vez en The Checkup, el boletín semanal de biotecnología de MIT Technology Review. Para recibirlo en tu bandeja de entrada todos los jueves y leer artículos como éste (en inglés), suscríbete aquí.
Septiembre se acerca a su fin. Los niños vuelven al colegio y los que vivimos en el hemisferio norte experimentamos las alegrías que trae consigo el final del verano: el fresco, la caída de las hojas y el inevitable comienzo de la temporada de gripe.
Me acordé de ello cuando mi hija pequeña me despertó para abrazarme una mañana, estornudó en mi cara y se limpió la nariz en mi pijama. A la mañana siguiente pedí cita para vacunarla.
En EE UU, los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades recomiendan la vacuna de la gripe a todos los mayores de seis meses. Este año, tras la propagación de la "gripe aviar" H5N1 en el ganado, los CDC instan especialmente a los trabajadores de las granjas lecheras a vacunarse. A finales de julio, la organización anunció un plan de 10 millones de dólares (8,9 millones de euros) para vacunar gratuitamente contra la gripe a las personas que trabajan con ganado.
El objetivo no es sólo proteger a esos trabajadores de la gripe estacional, sino protegernos a todos de una consecuencia potencialmente más devastadora: la aparición de una nueva forma de gripe que podría desencadenar otra pandemia. Todavía no ha ocurrido, pero desgraciadamente parece cada vez más posible.
En primer lugar, hay que señalar que los virus de la gripe experimentan cambios sutiles en su composición genética todo el tiempo. Esto permite que el virus evolucione rápidamente, y es la razón por la que las vacunas contra la gripe deben actualizarse cada año, dependiendo de la forma del virus que tenga más probabilidades de estar circulando.
Pueden producirse cambios genéticos más drásticos cuando varios virus de la gripe infectan a un mismo animal. El genoma de un virus de la gripe se compone de ocho segmentos. Cuando dos virus diferentes acaban en la misma célula, pueden intercambiar segmentos entre sí.
Estos intercambios pueden crear virus completamente nuevos. Es imposible predecir con exactitud el resultado, pero siempre existe la posibilidad de que el nuevo virus se propague con facilidad o cause una enfermedad más grave que cualquiera de sus predecesores.
El temor es que los trabajadores agrícolas que contraen la gripe estacional también puedan contraer la gripe aviar a través de las vacas. Esas personas podrían convertirse en incubadoras involuntarias de nuevas cepas mortales de gripe y acabar transmitiéndolas a las personas de su entorno. "Así es exactamente como creemos que empiezan las pandemias", explica Thomas Peacock, virólogo del Instituto Pirbright de Woking (Reino Unido).
Se cree que el virus responsable de la pandemia de gripe porcina de 2009 surgió de esta manera. Su genoma sugería que había sido el resultado del reordenamiento genético de una mezcla de virus de la gripe, incluidos algunos que se cree que infectan principalmente a los cerdos y otros que se originaron en las aves. Se cree que los virus con genes tanto de la gripe humana como de la gripe aviar también fueron responsables de las pandemias de 1918, 1957 y 1968.
Los CDC esperan que vacunar a estas personas contra la gripe estacional pueda reducir el riesgo de que se repita la historia. Pero, por desgracia, no es una solución redonda. Para empezar, no todo el mundo se vacunará. Alrededor del 45% de los trabajadores agrícolas estadounidenses son inmigrantes indocumentados, un grupo que suele tener bajas tasas de vacunación.
Aunque se vacunara a todos los trabajadores agrícolas, no todos estarían totalmente protegidos contra la gripe. La vacuna contra la gripe utilizada en Estados Unidos en el invierno 2019-2020 tuvo una eficacia del 39%, pero la utilizada en la temporada de gripe 2004-2005 solo alcanzó el 10%.
"No es mala idea, pero no creo que se acercara a mitigar el riesgo subyacente", explica Peacock.
La última vez que informé sobre la gripe aviar fue en febrero de 2023. Por aquel entonces, el virus estaba diezmando las poblaciones de aves, pero no había indicios de que estuviera dando el salto a los mamíferos, y no parecía suponer un riesgo para los humanos. "No hay que alarmarse por una pandemia de gripe aviar", concluí entonces. Hoy, el panorama es distinto. Después de hablar con virólogos y científicos que intentan seguir la propagación de la actual gripe aviar, admito que me preocupa mucho más la posibilidad de otra pandemia.
El principal consejo para las personas que no trabajan en granjas es evitar la leche cruda y los animales muertos, ya que ambos podrían albergar el virus. En su mayor parte, dependemos de las agencias gubernamentales para vigilar y limitar su propagación y las limitadas medidas que se han tomado hasta la fecha no inspiran precisamente mucha confianza.
"La puerta del granero ya está abierta. Este virus ya está en la calle", advierte Peacock.