El aprendizaje automático permite añadir los monos tití a la lista de especies que usan “nombres”, pero aún queda mucho trabajo para descubrir si estos animales hablan de muchas más cosas
¿Tienen nombre los animales? Según el poeta T.S. Eliot, los gatos tienen tres: el nombre con el que les llama su dueño (como George); un segundo nombre, más noble (como Quaxo o Cricopat); y, por último, un nombre “profundo e inescrutable”, conocido sólo por ellos mismos y que “ninguna investigación humana puede descubrir”.
Pero ahora, investigadores armados con grabadoras de audio y programas informáticos de reconocimiento de patrones están haciendo descubrimientos inesperados sobre los secretos de los nombres de los animales, al menos con unos pequeños monos llamados titíes.
Según un equipo de la Universidad Hebrea de Israel, publicado el mes pasado por la revista Science, los titíes “etiquetan vocalmente” a sus congéneres con sonidos específicos.
Hasta ahora, sólo se sabía que los humanos, los delfines, los elefantes y, probablemente, los loros utilizaban sonidos específicos para llamar a otros individuos.
Los titíes son criaturas muy sociables que mantienen el contacto mediante gorjeos agudos y trinos. Al grabar a distintas parejas de monos colocadas cerca unas de otras, el equipo de Israel asegura haber descubierto que estos animales ajustan sus sonidos hacia la etiqueta vocal específica de su compañero de conversación.
“Es similar a los nombres en los humanos”, dice David Omer, el neurocientífico que dirigió el proyecto. “Hay una estructura temporal típica en sus llamadas, y lo que hemos detectado es que el mono la afina para codificar a un individuo”.
Estos nombres no son reconocibles para el oído humano. Para identificarlos, el equipo de Omer empleó lo que se conoce como “bosque aleatorio”. Usaron esta técnica estadística de aprendizaje automático, basada en la combinación de árboles predictores, para agrupar, clasificar y analizar los sonidos.
Para demostrar que habían descifrado el código de los monos (y aprendido sus nombres secretos), el equipo reprodujo grabaciones a los titíes a través de un altavoz y comprobó que respondían más a menudo cuando su etiqueta, o nombre, aparecía en la grabación.
Este tipo de investigación podría proporcionar pistas sobre los orígenes del lenguaje humano, que es posiblemente la innovación más poderosa en la evolución de nuestra especie, junto con los pulgares oponibles. En el pasado se ha argumentado que el lenguaje humano es único y que los animales carecen tanto del cerebro como del aparato vocal para conversar.
Pero cada vez hay más pruebas de que no es así, sobre todo ahora que se ha descubierto el uso de nombres en al menos cuatro especies emparentadas lejanamente. “Es una prueba fehaciente de que la evolución del lenguaje no fue un hecho aislado”, afirma Omer.
A principios de este año, Mickey Pardo, un investigador postdoctoral, ahora en la Universidad de Cornell, que pasó 14 meses en Kenia grabando las llamadas de los elefantes, informó de algunas tácticas de investigación similares. Los elefantes hacen sonar las alarmas tocando la trompeta, pero en realidad la mayoría de sus vocalizaciones son profundos retumbos sólo parcialmente audibles para los humanos.
Pardo también encontró pruebas de que los elefantes utilizan etiquetas vocales, y afirma que, claramente, se puede llamar la atención de un elefante reproduciendo el sonido de otro elefante dirigiéndose a él. Pero… ¿esto significa que estos investigadores puedan ahora hablar “animal”?
No del todo, explica Pardo. En su opinión, un lenguaje real significaría la capacidad de hablar de cosas que ocurrieron en el pasado o de encadenar ideas más complejas. Pardo dice que espera determinar si los elefantes tienen sonidos específicos para decidir qué abrevadero visitar, es decir, si emplean nombres de lugares.
Hay varios proyectos en marcha para descubrir si los sonidos de los animales tienen más significado del que pensamos. Este año, un grupo llamado Proyecto CETI que estudia los cantos de los cachalotes descubrió que son mucho más complejos de lo que se creía. Esto significa que, en teoría, los animales podrían estar utilizando una especie de gramática, aunque se desconoce si realmente están diciendo algo concreto.
Otra iniciativa, el Proyecto Especies de la Tierra, pretende utilizar “inteligencia artificial para descodificar la comunicación no humana” y ha empezado a ayudar a los investigadores a recopilar más datos sobre los sonidos de los animales para alimentar esos modelos.
El equipo de Israel afirma que también va a probar los últimos tipos de inteligencia artificial. Sus titíes viven en un laboratorio y Omer explica que ya ha colocado micrófonos en el espacio vital de los monos para grabar todo lo que dicen las 24 horas del día.
Su parloteo, según adelanta Omer, servirá para entrenar un gran modelo lingüístico que, en teoría, podría utilizarse para terminar una serie de llamadas que haya empezado un mono, o producir lo que predice que es una respuesta adecuada. Pero… ¿tendrá realmente sentido el modelo de lenguaje de un primate o se limitará a farfullar sin sentido?
Sólo los monos podrán asegurarlo.
“No albergo ninguna expectativa loca de que hablen sobre Nietzsche”, bromea Omer. “No espero que sea una cosa extremadamente compleja, como el de un humano, pero sí algo que nos ayude a entender cómo se desarrolló nuestro lenguaje”.