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Detalle de un cuadro de una cabeza deformada en la que unas enormes orejas en la parte frontal de la cara tapan los ojos y una lengua brillante con textura de fresa sobresale de la boca abierta.

CORTESÍA DE ALEXANDER REBEN

Inteligencia Artificial

"La pregunta es cuánta participación humana se necesita para que algo sea arte"

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Alex Reben hace arte con (y sobre) IA. Hablé con él sobre lo que la nueva ola de modelos generativos significa para el futuro de la creatividad humana

  • por Will Douglas Heaven | traducido por
  • 11 Abril, 2024

La obra de Alex Reben es a menudo absurda, a veces surrealista: una mezcla de orejas gigantes imaginadas por DALL-E y esculpidas a mano en mármol; pullas generadas por ChatGPT que se burlan del arte de la IA. Pero su mensaje es relevante para todos. A Reben le interesan los papeles que desempeñan los humanos en un mundo lleno de máquinas y cómo están cambiando.

"Utilizo el humor y el absurdo para tratar muchos de estos temas", dice Reben. "Algunos artistas pueden afrontar las cosas de forma muy seria, pero creo que, si eres un poco absurdo, las ideas resultan más accesibles, aunque la historia que intentes contar sea muy seria".



Reben es el primer artista residente de OpenAI. Oficialmente, el nombramiento empezó en enero y dura tres meses. Pero la relación de Reben con la empresa de IA de San Francisco parece casual: "Es un poco confusa, porque soy el primero y estamos resolviendo cosas. Probablemente seguiré trabajando con ellos".

De hecho, Reben ya lleva años trabajando con OpenAI. Hace cinco años, le invitaron a probar una primera versión de GPT-3 antes de que se hiciera pública. "Jugué bastante con ella e hice algunas obras de arte", explica. "Estaban muy interesados en ver cómo podía utilizar sus sistemas de diferentes maneras. Y yo dije genial, me encantaría probar algo nuevo, por supuesto. Por aquel entonces, la mayoría de las cosas las hacía con mis propios modelos o utilizando sitios web como Ganbreeder [precursor de los actuales modelos de generación de imágenes]".

En 2008, Reben estudió matemáticas y robótica en el Media Lab del MIT. Allí ayudó a crear un robot de cartón llamado Boxie, que inspiró al simpático robot Baymax en la película Big Hero 6. Ahora es director de tecnología e investigación en Stochastic Labs, una incubadora sin ánimo de lucro para artistas e ingenieros de Berkeley (California). Hablé con Reben a través de Zoom sobre su trabajo, la tensión no resuelta entre arte y tecnología y el futuro de la creatividad humana.

Nuestra conversación ha sido editada para mayor extensión y claridad.

Te interesan las formas en que interactúan los humanos y las máquinas. Como artista de la IA, ¿cómo describirías lo que haces con la tecnología? ¿Es una herramienta, un colaborador?

En primer lugar, no me considero un artista de la IA. La IA es simplemente otra herramienta tecnológica. Si aparece algo después de la IA que me interese, no diría: "Oh, solo soy un artista de la IA".

Vale. ¿Pero qué pasa con estas herramientas de IA? ¿Por qué has pasado tu carrera jugando con este tipo de tecnología?

Mi investigación en el Media Lab giraba en torno a la robótica social, a cómo las personas y los robots se relacionan de diferentes maneras. Un robot [Boxie] también era cineasta. Básicamente entrevistaba a la gente, y descubrimos que el robot conseguía que la gente se abriera a él y le contara historias muy profundas. Esto fue antes de Siri o algo parecido. Hoy en día la gente está familiarizada con la idea de hablar con máquinas. Así que siempre me ha interesado cómo la humanidad y la tecnología coevolucionan con el tiempo. Somos lo que somos gracias a la tecnología.

tres pequeñas esculturas sobre un pedestal blanco. El primero es una cabeza de títere con un sombrero de vaquero blanco y los otros dos son pequeños robots de cartón sonrientes sobre ruedas transportadoras de plástico.
Algunos BlabDroids de cartón exhibidos junto a una máscara de plástico de una obra de arte performativa, titulada Cinco dólares pueden salvar el planeta Tierra.

En este momento hay mucha oposición al uso de la IA en el arte. Hay un descontento comprensible con la tecnología que permite solo pulsar un botón y obtener una imagen. La gente no está contenta ni siquiera con que se hayan creado estas herramientas y argumenta que sus creadores, como OpenAI, deberían asumir algo más de responsabilidad. Pero aquí estás tú, inmerso en el mundo del arte, y sigues haciendo arte divertido y atractivo. Me pregunto cuál ha sido tu experiencia en este tipo de conversaciones.

Sí. Como seguro que sabes, al estar en los medios de comunicación, las voces negativas siempre son más fuertes. Las personas que utilizan estas herramientas de forma positiva a veces no son tan ruidosas.

Pero, quiero decir, también es un tema muy amplio. La gente tiene una opinión negativa por muchas razones diferentes. A algunos les preocupan los conjuntos de datos, a otros la sustitución de puestos de trabajo. A otros les preocupa la desinformación y que el mundo se inunde de contenidos. Y todas son preocupaciones válidas.

Cuando hablo de esto, voy a la historia de la fotografía. Lo que estamos viendo hoy es básicamente un paralelo de lo que ocurrió entonces. Ya no hay artistas que se ganen la vida pintando productos, por ejemplo, que pinten latas de melocotones para un anuncio en una revista o en una valla publicitaria. Pero eso antes era un trabajo, ¿no? La fotografía eliminó a ese grupo de personas.

Sabes, utilizaste la frase —la anoté— "solo pulsar un botón y obtener una imagen", que también me recuerda a la fotografía. Cualquiera puede pulsar un botón y obtener una imagen, pero para ser un fotógrafo de arte, se necesita mucha habilidad. El hecho de que las obras de arte sean rápidas de hacer no significa necesariamente que sean peores que, por ejemplo, alguien que esculpe algo en mármol durante 60 años. Son cosas diferentes.

La IA avanza rápido. Hemos superado el equivalente a la fotografía de placa húmeda con cianuro. Pero, definitivamente, aún no estamos en la fase Polaroid. Aún estamos asimilando lo que esto significa, tanto en el sentido artístico como en el laboral.

Pero sí, tu pregunta tiene muchas facetas. Podríamos elegir cualquiera de ellas. Sin duda, hay muchas preocupaciones válidas. Pero también creo que es importante analizar la historia de la tecnología y cómo ha permitido a los artistas y a la gente crear cosas nuevas.

Hay otra línea de argumentación que sostiene que si se dispone de un suministro potencialmente infinito de imágenes generadas por IA, se devalúa la creatividad. Tengo curiosidad por saber cuál es el equilibrio en tu trabajo entre lo que haces tú y lo que hace la tecnología. ¿Cómo relacionas ese equilibrio con la cuestión del valor, y dónde encontramos valor en el arte?

Claro, el valor en el arte tiene un sentido económico y otro crítico, ¿no? En el sentido económico, puedes pegar un plátano a una pared y venderlo por 30.000 dólares [27.900 euros]. Solo se trata de quién está dispuesto a comprarlo.

En un sentido crítico, volviendo de nuevo a la fotografía, el mundo está inundado de imágenes y todavía hay gente por ahí que hace fotografías geniales. Y hay gente que se distingue por hacer algo diferente.

vista de instalación desde "¿Soy yo?"
La exposición de Reben '¿AI am I?', que incluye The Plungers, estará expuesta en el Museo de Arte Crocker de Sacramento hasta finales de abril.

Juego con esas ideas. Un poco como... la obra de los desatascadores fue la primera. [The Plungers, Los desatascadores, es una instalación que Reben realizó creando una versión física de una obra de arte inventada por GPT-3]. Conseguí que GPT describiera una obra de arte que no existía, y luego la creé. Lo que en cierto modo da la vuelta a la idea de autoría, pero aun así me obligó a revisar miles de resultados para encontrar uno que fuera lo bastante divertido como para hacerlo realidad.

Por aquel entonces, GPT no era un chatbot. Me pasé un mes entero ideando los primeros fragmentos de textos —como las placas descriptivas en la pared junto a las obras de arte en los museos— y haciendo que GPT los completara.

También me gusta mucho tu escultura de una oreja, Ear we go again. Es una escultura descrita por GPT-3, visualizada por DALL-E y tallada en mármol por un robot. Es una especie de cascada, en la que un tipo de software alimenta al siguiente.

Cuando apareció la conversión de texto en imagen, me pareció lógico introducir en ella las descripciones de las obras de arte que había ido generando. Es una especie de cadena de ida y vuelta, del ser humano a la máquina y de esta al ser humano. Esa oreja, en concreto, empieza con una descripción que se introduce en DALL-E, pero luego esa imagen fue convertida en un modelo 3D por un artista del 3D humano.

Y después fue tallada por robots. Pero los robots solo alcanzan un cierto nivel de detalle, así que tienen que intervenir escultores humanos y terminarlo a mano. He hecho 10 o 15 permutaciones de esto, jugando con esas idas y venidas, encadenando la tecnología. Y lo último que hago ahora es tomar una foto de la obra y pedirle a GPT-4 que cree la placa descriptiva para ella.

Sí, eso es algo que siempre aparece en tu trabajo, las diferentes formas en que los humanos y las máquinas interactúan.

Hice algunos vídeos del proceso de fabricación de estas cosas para mostrar cuántos artesanos trabajaban en su fabricación. Hay grandes industrias en las que puedo ver cómo la IA aumentará el trabajo para la gente, gente que fabricará cosas que se le ocurran a la IA.

Me llama la atención la serendipia que a menudo surge con las herramientas generativas, creando arte a partir de algo aleatorio. ¿Ves alguna relación entre tu trabajo y el arte encontrado o ready-made, como la Fuente de Duchamp? Es decir, quizá no te hayas topado con un urinario y hayas pensado: "Oh, qué chulo". Pero cuando juegas con estas herramientas, en algún momento se te debe presentar algo ante lo que reacciones y te haga pensar: "Puedo usar eso".

Por supuesto. Sí, en realidad me recuerda un poco más a la fotografía callejera, que solía hacer cuando estaba en la universidad en la Ciudad de Nueva York, donde simplemente deambulabas y esperabas a que algo te inspirara. Entonces te preparabas para capturar la imagen de la forma que querías. Es algo parecido. Sin duda hay un proceso de curación. Hay un proceso de encontrar cosas, que creo que es interesante.

Hemos hablado de la fotografía. La fotografía cambió el arte que vino después. Hubo movimientos en los que se intentaba llegar a una realidad que no era la fotográfica, como el impresionismo, el cubismo o Picasso. ¿Crees que veremos algo parecido gracias a la IA?

Creo que sí. Cualquier nueva herramienta artística cambia definitivamente el campo, ya que la gente descubre no solo cómo utilizar esa herramienta, sino también cómo diferenciarse de lo que esa herramienta puede hacer.

Hablando de la IA como herramienta, ¿crees que el arte siempre será algo hecho por humanos? ¿Que por muy buena que sea la tecnología, siempre será solo una herramienta? Ya sabes, la forma en que has encadenado estas diferentes IA... podrías hacerlo sin formar parte del proceso. Podrías tener al final una especie de IA curadora que eligiera lo que más le gusta. ¿Eso sería arte?

De hecho, tengo un par de obras en las que una IA crea una imagen, la utiliza para crear una nueva y así sucesivamente. Pero creo que incluso en un proceso superautomatizado se puede retroceder lo suficiente como para encontrar a algún humano en algún lugar que tomó la decisión de hacer algo. Por ejemplo, tal vez eligieron qué conjunto de datos utilizar.

Sí podríamos ver habitaciones de hotel llenas de pinturas de robots. Es decir, cosas que casi ni miramos, que nunca pasan siquiera por la curación humana.

Supongo que la pregunta es realmente cuánta participación humana se necesita para que algo sea arte. ¿Existe un umbral o un porcentaje de participación? Es una buena pregunta.

Sí, supongo que es como, ¿sigue siendo arte si no hay nadie allí para verlo?

Ya sabes, qué es y qué no es arte es una de esas preguntas que se han hecho siempre. Creo que más importante es: ¿Qué es el buen arte frente al mal arte? Y eso es muy personal.

Pero creo que los humanos siempre vamos a estar haciendo estas cosas. Seguiremos pintando en un futuro lejano, incluso cuando los robots hagan cuadros.

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