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Biotecnología

Alabama marca el camino para restringir la fecundación 'in vitro' y su investigación: "Los embriones son niños"

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Un tribunal supremo estatal ha conmocionado a las clínicas de fertilidad con una sentencia que se fundamenta en la existencia de futuros úteros artificiales

  • por Antonio Regalado | traducido por
  • 29 Febrero, 2024

Este artículo apareció por primera vez en The Checkup, el boletín semanal de biotecnología de MIT Technology Review. Para recibirlo en tu bandeja de entrada todos los jueves y leer artículos como este en primicia, suscríbete aquí.

La sentencia dictada la semana pasada por el Tribunal Supremo de Alabama, según la cual los embriones congelados y almacenados en laboratorios cuentan como niños, ha golpeado como una "onda de choque" al sector de las clínicas de reproducción asistida y avivando el temor a que la fecundación in vitro se vea envuelta en el debate sobre el aborto.

The New York Times informa de que una clínica de la Universidad de Alabama ya ha dejado de fecundar óvulos en su laboratorio, por temor a posibles acciones penales.

Las clínicas de fertilidad crean millones de embriones al año. Algunos se congelan y otros se utilizan en investigación, pero la mayoría se destinan a ser trasplantados al útero de las pacientes para que puedan quedarse embarazadas.

La resolución judicial de Alabama está claramente animada por la religión: hay muchas citas bíblicas y referencias al "asesinato" cuando se habla del aborto. Pero lo que no ha recibido tanta atención es el argumento específico del tribunal de que un embrión es un niño "independientemente de su ubicación". Esto podría tener implicaciones para futuras tecnologías en desarrollo, como los úteros artificiales o los embriones sintéticos fabricados a partir de células madre.

El caso surgió a raíz de un incidente en una clínica de fecundación in vitro de Alabama en el que un paciente entró en un almacén y sacó un contenedor de embriones del nitrógeno líquido.

En aquel suceso, según relata la sentencia, "las temperaturas bajo cero a las que estaban almacenados los embriones quemaron por congelación la mano del paciente, haciendo que se le cayeran al suelo". Los embriones, formados por unas pocas células, se descongelaron y murieron.

Enfurecidas por el percance, algunas familias intentaron cobrar daños y perjuicios. Demandaron al amparo de la ley de Alabama sobre muerte por negligencia de un menor, redactada por primera vez en 1872, mucho antes de los bebés probeta.

La cuestión que el tribunal consideró que debía decidir: ¿Los embriones congelados cuentan como hijos menores o no?

Los demandados argumentaron, en parte, que un embrión para fecundación in vitro no puede ser un niño o una persona porque aún no está en un útero biológico: ni útero, ni bebé, ni nacimiento, ni niño. Aquí es donde las cosas empiezan a ponerse interesantes y se adentran en el territorio de la ciencia ficción.

El juez Jay Mitchell, en su escrito, ataca lo que denomina la "implicación latente" del argumento de la defensa: ¿Qué pasaría con un bebé que llegara a término en un útero artificial? ¿Dejaría de contar como persona –se pregunta– "sólo por no estar en el útero"?

Según su sentencia, la ley de homicidio culposo "se aplica a todos los niños no nacidos, independientemente de su ubicación", y "no se puede hacer ninguna excepción" con los embriones, independientemente de su edad, aunque lleven una década congelados. La ley tampoco excluye ningún tipo de "niños extrauterinos" que la ciencia pueda concebir.

Es habitual que los jueces se enfrenten a cuestiones complejas cuando intentan aplicar leyes antiguas a la nueva tecnología. Pero lo inusual de esta decisión es que los jueces acabaron opinando sobre una tecnología que aún no se ha inventado del todo.

"Creo que el dictamen es realmente extraordinario", afirma Susan Wolf, catedrática de Derecho y Medicina de la Universidad de Minnesota. "No se me ocurre ningún otro caso en el que un tribunal se haya basado no sólo en una tecnología que en realidad no está ante el tribunal, sino también en algo que no existe en los seres humanos. No pueden tomar una decisión vinculante sobre una tecnología futura que ni siquiera forma parte del caso".

Mala decisión o no, la cuestión sobre la que se pronunciaron los jueces de Alabama podría ser pronto real. Varias empresas están desarrollando úteros artificiales para mantener con vida a bebés muy prematuros, y otros laboratorios de investigación trabajan con botellas llenas de líquido en las que han hecho crecer embriones de ratón hasta convertirlos en fetos con corazones que laten.

Una empresa emergente de Israel, Renewal Bio, afirma que quiere cultivar embriones humanos sintéticos (formados por células madre) hasta que tengan 40 días o más, con el fin de recoger sus tejidos para la medicina de trasplantes.

Toda esta tecnología avanza a toda velocidad, por lo que la cuestión de los derechos morales y legales de los fetos humanos incubados podría dejar de ser hipotética en poco tiempo.

Abogados y médicos podrían enfrentarse a dilemas como estos: Si un feto está creciendo en un tanque, ¿la decisión de desconectar sus sistemas de apoyo estaría protegida por las leyes de aborto de los estados progresistas, que suelen basarse en los derechos de la embarazada? ¿Seguirá Alabama considerando un niño al feto si este está diseñado únicamente para desarrollar órganos y carece de corteza cerebral y sensibilidad?

Así que, aunque es obvio que la decisión de Alabama refleja las opiniones religiosas de los jueces más que la ciencia, y que podría perjudicar a las personas que sólo quieren tener un bebé, tal vez sea hora de pensar en lo que el tribunal llama las "muchas cuestiones difíciles" que el caso de muerte por negligencia ha planteado sobre "el estatus ético de los niños extrauterinos".

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