Biotecnología
La policía desaloja a la mitad del público de una conferencia sobre "rejuvenecimiento"
La presentación de Juan Carlos Izpisua Belmonte sobre la tecnología antienvejecimiento atrajo a un público peligrosamente numeroso en una conferencia sobre células madre celebrada en Boston
No todos los días la policía irrumpe en una sesión científica y expulsa a la mitad del público.
Eso es lo que ocurrió el 16 de junio en el Boston Convention and Exhbition Center durante una ronda de presentaciones científicas. En ella participó Juan Carlos Izpisua Belmonte, especialista en tecnología de "rejuvenecimiento" de Altos Labs, una secreta y acaudalada startup antienvejecimiento.
Al interrumpir a otro orador en mitad de su intervención, los agentes ordenaron en voz alta a quienes no tenían asiento que se marcharan, después de que una multitud desbordada empezara a forcejear por los pasillos en busca de un sitio.
"No vais a volver a entrar", aseguró un funcionario de la conferencia a la multitud de estudiantes de doctorado y postdoctorados que empezaron a conglomerarse en torno a las puertas, tras ser escoltados fuera de la sala.
El alboroto demuestra el entusiasmo que suscita el descubrimiento de los secretos de la vida por parte de los investigadores. Algunos, como Belmonte, afirman que acabarán utilizando la tecnología molecular para prolongarla 40 años o más, según ha declarado.
La reunión de Boston ni siquiera trataba sobre combatir al envejecimiento. Era una convención de especialistas en células madre. La idea de estos investigadores es imitar en el laboratorio el modo en el que las células humanas se desarrollan durante el embarazo para desempeñar sus funciones especializadas. Sus resultados ya incluyen organoides que crecen hasta parecerse a cerebros fetales y células de retina generadas para inyectarse en los ojos de personas ciegas, con resultados iniciales prometedores.
Sin embargo, aunque los investigadores de células madre quieren emular los programas moleculares que utilizan los cuerpos para desarrollarse, los nuevos descubrimientos podrían permitir a los investigadores rebobinar ese mismo proceso y rejuvenecer a animales mayores.
"Es casi la hazaña definitiva para un ingeniero: la inversión del proceso vital", afirmó Haifan Lin, biólogo celular de la Universidad de Yale y presidente de la Sociedad Internacional para la Investigación sobre Stem (ISSCR, por sus siglas en inglés), organizadora de la reunión.
Esto explica el bullicio de asistentes, explicó Lin ese mismo día. "Pido disculpas si ha habido alguna interrupción, pero míralo con perspectiva", añadió. "Es una buena señal para este campo que haya tanto interés. Es un tema candente, más de lo que esperábamos".
Altos Labs
Después de presenciar el tumulto de investigadores, es fácil imaginar disturbios en las calles si la ciencia llega a descubrir la cura para el envejecimiento. En un principio, sería un tratamiento carísimo y para ricos.
Los asistentes fueron a escuchar lo cerca que está la ciencia de revertir el envejecimiento. Además de echar un vistazo a Izpisua Belmonte, la figura clave en "reprogramación celular", el nuevo concepto tecnológico para revertir el envejecimiento.
El científico español -que suele vestir su característica americana informal azul- ha liderado los esfuerzos para tratar de rejuvenecer animales (o partes de ellos) desde 2016, cuando informó que los ratones enfermos podían vivir un 30% más de lo esperado tras recibir un cóctel de proteínas especiales de reprogramación.
Sus ideas saltaron a la palestra hace dos años, cuando Izpisua Belmonte fue contratado por Altos Labs, una empresa creada por multimillonarios para desarrollar tecnología de rejuvenecimiento. Con la friolera de 3.000 millones de dólares (unos 2.745 millones de euros) en fondos iniciales, Altos Labs es una de las empresas biomédicas mejor financiadas de todos los tiempos, si no la más rica de todas.
Se puede pensar en la corporación como una versión biomédica de OpenAI, la empresa de software que lanza chatbots que parecen inteligentes. Igual que OpenAI, Altos Labs ha acumulado talento técnico y recursos financieros, y atrae una atención abrumadora en su búsqueda de una tecnología que podría transformar radicalmente la sociedad.
Altos dispone de abundantes fondos para investigar el rejuvenecimiento y, si es posible, acaparar el mercado de los enfoques más prometedores. La empresa ha creado tres institutos, en Cambridge (Reino Unido), San Diego y en la bahía de San Francisco (California). Wolf Reik, director del instituto de Altos Labs en Cambridge, también habló durante el acto en Boston y mencionó el "precioso edificio" de Altos Labs allí. Además, mostró una foto de trabajadores alineados en un atrio, a quienes se refirió como "mucha gente feliz. Gente feliz con batas de laboratorio".
Reik bromeaba, pero tampoco tanto. A diferencia de los trabajadores de las universidades, los investigadores de Altos Labs no tienen que dedicar tiempo a solicitar subvenciones. Altos paga a sus mejores empleados sueldos de un millón de dólares, o más, y duplica lo que pueden ganar los científicos noveles. Es un lugar envidiable donde hacer ciencia, pero tiene una misión comercial. Reik dijo que en mayo su grupo había presentado su primera solicitud de patente sobre sus descubrimientos.
Durante su charla, Belmonte, director de Altos Labs en San Diego, repasó las pruebas -publicadas y no publicadas- que, según él, respaldan el fenómeno del rejuvenecimiento o la reversión de la edad de los tejidos.
Todo tiene que ver con el epigenoma, la serie de controles químicos por encima de nuestros genes que determinan cuáles están activos y cuáles no. Estos controles pueden modular genes individuales o grandes extensiones de cromosomas, lo que hace que algunas zonas estén abiertas, mientras otras están cerradas y empaquetadas, como un par de auriculares en un bolsillo.
En términos generales, Belmonte cree que la "desregulación" de estos sistemas de control es un proceso fundamental que subyace al envejecimiento y a muchas enfermedades.
Para rejuvenecer las células Belmonte ha explorado un método de reajuste del epigenoma llamado reprogramación. Durante su charla, repasó ejemplos de cómo las células reprogramadas se vuelven más resistentes al estrés y a los daños. Además, en conjunto parecen más jovenes.
En un experimento, por ejemplo, asegura que su laboratorio administró a ratones dosis altísimas de paracetamol, que suelen ser mortales. Sin embargo, si los ratones reciben un tratamiento de reprogramación, consistente en unas proteínas especiales llamadas factores Yamanaka, la mitad de ellos sobrevive. "Reducimos la mortalidad en torno al 50%, más o menos".
También describió experimentos en los que se permitió a ratones mutantes engullir alimentos ricos en grasas, por tanto, tuvieron obesidad. Pero aquellos a los que se administró una breve dosis de las mismas proteínas reprogramadoras no lo hicieron. De algún modo, el procedimiento puede "impedir el aumento del tejido adiposo".
Entonces, ¿cómo es posible que la reprogramación tenga efectos tan diferentes, pero tan útiles, en los ratones? Ese es el misterio que Belmonte intenta desentrañar. "Podría seguir hablando de los ejemplos que hemos utilizado en el laboratorio estos últimos años", explica. "Estarán de acuerdo conmigo en que es un poco extraño tener un medicamento que puede curar todas estas cosas".
¿Así es la fuente de la juventud? Muchos investigadores se muestran escépticos, y algunos afirman que las dramáticas afirmaciones de Belmonte deberían ir acompañadas de más pruebas. En Twitter, el biólogo Lluis Montoliu advirtió contra el "bombo publicitario injustificado" y aseguró que los investigadores deberían "esperar a ver" las publicaciones científicas.
ADN basura
Mientras la policía mantenía a los curiosos alejados de la puerta, Belmonte desveló pruebas de lo que, según él, es una segunda forma de producir resultados de rejuvenecimiento. Una que Altos Labs también está persiguiendo.
Algunos investigadores sospechan que el envejecimiento podría hacer que nuestras células perdieran el control sobre parte del ADN basura, que constituye el 45% de nuestros genomas y es el residuo de genes transponibles. También llamados genes saltarines, aquellos capaces de copiarse a sí mismos, similar a un virus.
La función de estos elementos genéticos parasitarios sigue siendo un misterio. Pueden ser útiles en algunos aspectos, ayudándonos a evolucionar al mezclar y combinar fragmentos de código genético. Pero también se les considera causantes de algunos problemas de salud.
"Tiene su lado bueno, pero, hasta ahora, es mayoritariamente malo", afirma Lin, cuyo laboratorio ha estudiado cómo nuestras células intentan suprimir estos elementos transponibles.
Se sabe que, a medida que envejecemos, nuestra capacidad para silenciar estos elementos parece disminuir gradualmente por varias razones. Entre ellas, los cambios en nuestro epigenoma, que ayuda a mantenerlos bajo control. Algunos investigadores la describen como una batalla casi constante entre los genes saltarines y el epigenoma, donde las células empiezan a perder la batalla con el paso de los años.
Para probar esta conexión, Belmonte explicó a los asistentes que ha estado utilizando fármacos genéticos para suprimir artificialmente estos elementos. En especial, uno llamado LINE-1 que, por sí solo, representa alrededor del 18% del código genético humano.
Tras hacerlo, afirmó el científico, pudo conseguir efectos de rejuvenecimiento muy similares a los de la tecnología de reprogramación. Por ejemplo, según datos no publicados, Belmonte afirmó que el cartílago de los ratones puede rejuvenecerse mediante reprogramación, o al silenciar los efectos de los elementos transponibles.
Estas grandes afirmaciones tendrán que confirmarse, pero un científico con el que hablé contó que pensaba que Belmonte podría meterse en camisa de once varas. "Al trabajar en Altos Labs, están bajo presión para cumplir", explica Rudolf Jaenisch, profesor del MIT y del Instituto Whitehead. "Pero está claro que tiene en mente las cuestiones adecuadas. Estos elementos transponibles están infravalorados en el envejecimiento, y cómo moldean el genoma".
¿Se ha acercado Altos a la fuente de la juventud y a una intervención sin medicación que podría hacer retroceder el reloj? Quién sabe. Desde luego, no pueden confirmarlo todos los científicos que no pudieron asistir a la charla.
Cuando se enteró de lo que Belmonte había debatido, Lin, presidente de la sociedad de células madre, se mostró decepcionado por habérselo perdido. "Ojalá hubiera estado allí", dijo Lin. "Pero había demasiada gente en la sala, violaba el código de incendios".