El senador del estado de California, Scott Wiener, explica que Twitter era la red social más atenta cuando se trataba de acoso y amenazas. Pero ya ha notado su decadencia bajo Musk, y asegura que solo empeorará.
Apenas un día después de que Elon Musk reactivara la cuenta de Twitter de la representante republicana Marjorie Taylor Greene, esta ha tuiteado que soy un "groomer [acosador de menores] comunista", presumiblemente porque soy un funcionario electo por San Francisco judío, gay y del Partido Demócrata.
El tuit de Greene también difundía su propuesta de ley federal para prohibir la atención de afirmación de género para los jóvenes transgénero y hacer que sea imposible que las personas transgénero adultas reciban esa atención. En el pasado, cuando Greene me perseguía con su retórica homófoba o transfóbica, sufrí un mayor abuso en las redes sociales, pero esto ha escalado más allá de lo que estoy acostumbrado. Y ese incremento, especialmente pronunciado tras la masacre del Club Q, se debe menos a Greene que al nuevo dueño de Twitter, Elon Musk.
Desde que finalizó su compra de Twitter, Musk ha traído de vuelta al rebaño a algunos de los usuarios prohibidos más notorios de la plataforma. Poco antes de restaurar la cuenta de Greene, reactivó la de Donald Trump y la de Kanye West (con la polémica por su "death con 3 on Jewish people" [un juego de palabras con el código militar DEFCON 3 y la palabra death, muerte, que vendría a ser algo así como DEFCON 3 a muerte sobre los judíos]). También restableció las cuentas del Proyecto Veritas, que se había visto involucrado en un grave doxing [revelación de datos online]; la de James Lindsay, quien popularizó el hashtag "OK groomer", opinó que McCarthy no había ido lo bastante lejos y se refirió a una persona judía como "Dr. Pantalla para lámparas" (un mito del Holocausto que sostiene que la piel judía se usaba para hacer pantallas para lámparas); y, por último, la de Andrew Tate, quien dijo que las víctimas de violación tenían la responsabilidad de ser violadas.
Musk ahora promete, basándose en una "encuesta" de Twitter que, según algunos informes, fue asaltada por los usuarios extremistas de 4chan, reactivar cualquier cuenta suspendida que no haya violado la ley o generado spam ofensivo. Ese podría ser un grupo bastante variopinto: por ejemplo, Nick Fuentes, el supremacista blanco que dijo: "Será mejor que los judíos empiecen a ser amables con la gente como nosotros, porque lo que salga de esto va a ser mucho más feo y peor para ellos"; Milo Yiannopoulos, quien trabajó en estrecha colaboración con los líderes nazis y supremacistas blancos, fue saludado por los nazis al estilo Heil Hitler, usó palabras antisemitas como contraseñas y recientemente publicó sobre los "poderes judíos que odian a Jesucristo, odian a nuestro país y nos ven a todos como ganado descartable según su libro 'sagrado'" (Yiannopoulos trabaja para Greene); y un elenco interminable de insurrectos menos conocidos, fanáticos y acosadores online. Y dado que Trump violó la ley de forma evidente, ya que incitó a la gente a la insurrección violenta, la exclusión por "violar la ley" de Musk parece ser bastante limitada.
Aunque Twitter es una plataforma pequeña en comparación con otras grandes redes sociales, este cambio es muy importante. Twitter compite muy por encima de su categoría de peso. Es una plataforma de enorme importancia para nuestra democracia: un lugar donde las ideas y la información germinan, se difunden y salen de Twitter para convertirse en una percepción más amplia de los medios de comunicación y de la sociedad. Ya sea para la política, los medios de comunicación, la ciencia, la medicina, la historia o casi cualquier otra área temática, Twitter se ha convertido en un epicentro del discurso público en la vida estadounidense.
No les quepa duda: el restablecimiento de estas cuentas hará que Twitter sea mucho más tóxico de lo que era antes. Las personas previamente prohibidas en Twitter no son solo trolls benignos. Muchos se han involucrado en campañas agresivas de acoso antisemita, homófobo, transfóbico o racista; son doxxers [divulgadores de información privada]; son proveedores atroces de desinformación que corre el riesgo de violencia o promueve mentiras sobre las vacunas; o han incitado o continúan incitando a la insurrección. Traerlos de vuelta no solo perdona su comportamiento pasado, sino que valida y consagra su retórica como pilares de la plataforma de Twitter en el futuro.
El esfuerzo de Musk de reactivar las cuentas parece provenir de su afirmación de que es un "absolutista de la libertad de expresión". Dejando de lado que ha prohibido varias cuentas progresistas que lo parodiaban (la parodia es una de las formas más poderosas y esenciales de la libertad de expresión), su absolutismo de la libertad de expresión se trata en realidad de la libertad de expresión del odio, la libertad de expresión del acoso y la libertad de expresión de la incitación. Con la eliminación de sus moderadores de contenido, Twitter se convertirá rápidamente en ese infierno de todos contra todos que Musk asegura que quiere evitar.
Si Twitter se convierte en un pozo negro de derecha, incluso si es solo una versión más benigna de 4chan, su papel como anfitrión democratizador de las conversaciones globales colapsará rápidamente, ya que huyen de la plataforma las personas que no piensan que Fuentes u otros supremacistas blancos y nazis son geniales.
De manera más tangible para los usuarios de Twitter, y para aquellos que no están en Twitter pero que, sin embargo, son el blanco de la plataforma cada vez menos moderada, el pozo negro de Twitter antisemita, racista, homófobo, transfóbico, xenófobo y amenazante pone a muchas personas en peligro físico real. Lo digo por mi experiencia personal, como ese demócrata, judío y gay de San Francisco.
En los últimos años, he recibido miles de amenazas de muerte, en su mayoría en las redes sociales o provenientes de ellas, en gran parte en respuesta a mi trabajo para promover los derechos civiles de la comunidad LGBTQ+, siendo una fuente secundaria mi trabajo para ampliar el acceso a las vacunas.
Las amenazas y el acoso comenzaron cuando redacté una ley para derogar varios delitos graves que predisponían a las personas con el VIH a recibir un duro trato penal (delitos graves que no se aplicaban a las personas con otras enfermedades infecciosas graves). Las amenazas y el acoso en las redes sociales estallaron cuando redacté una ley (con el apoyo de las fuerzas del orden, las organizaciones de derechos civiles y los grupos de defensa de las víctimas) para poner fin a la discriminación contra los jóvenes LGBTQ+ a la hora de determinar quién se debería incluir en el registro de delincuentes sexuales de California. Ese proyecto de ley inició el maremoto de la campaña de calumnias de QAnon en mi contra, describiéndome como un "pedófilo" y "groomer". Las amenazas y el acoso estallaron de nuevo cuando redacté una ley para permitir que los niños transgénero y sus familias busquen refugio en California si están siendo criminalizados en los estados que quieren prohibir la atención para la afirmación de género para jóvenes trans, como Texas y Alabama (ambos en EE UU), y cuando insistí en la legislación para permitir que los adolescentes se vacunen sin el consentimiento de los padres y proteger su propia salud.
Las amenazas y el acoso dirigidos contra mí en las redes sociales han sido impresionantes. He sufrido doxxing. Me han amenazado repetidamente con la decapitación y la violación. Me dijeron que el remitente vendría a buscarme con un arma. Recibí una amenaza de bomba que llevó a la policía a revisar toda mi casa con un perro detector de bombas. Varias de estas amenazas, ya fueran en las redes sociales o, casi seguramente, inspiradas por ellas, dieron como resultado procesos penales y condenas para quienes las habían perpetrado. Por primera vez en mi vida, tuve que testificar ante un jurado contra un hombre que amenazaba mi existencia.
A medida que recibía estas oleadas de amenazas de muerte, aprendí mucho sobre las diversas plataformas de redes sociales y cómo manejan este problema. YouTube fue el más lento en abordar las amenazas y el acoso. Meta (principalmente Instagram pero también Facebook) tardó bastante en actuar al principio, pero mejoró con el tiempo. Twitter fue el más atento y proactivo, pero estoy seguro de que, en el futuro, no será mejor que las otras plataformas. Probablemente será mucho peor para las personas como yo.
Sin embargo, por muy malo que haya sido para mí, soy uno de los afortunados. Soy un privilegiado porque tengo recursos. Tengo una plataforma y un papel donde puedo poner de relieve este tema, como lo estoy haciendo en este artículo.
No se puede decir lo mismo de la gran mayoría de las personas que son amenazadas, acechadas, acosadas o doxeadas en Twitter y otras plataformas y cuyas vidas empeorarán a medida que Musk vacíe el equivalente de Twitter de la Zona Fantasma, permitiendo que regresen personas viciosas, intolerantes e incluso acosadores violentos, nazis y supremacistas blancos.
Los miembros de las juntas escolares, los maestros y los bibliotecarios están siendo atacados por extremistas que afirman que estos educadores están "preparando" a sus hijos para que sean transgénero o les están enseñando la teoría crítica de la raza. Las direcciones de las casas de los activistas progresistas se publican online, al igual que las fotos de las familias de los líderes comunitarios. Los líderes de la salud pública son brutalmente acosados y amenazados por los antivacunas, y los médicos son acosados y amenazados por el movimiento contra el derecho a decidir.
Se puede decir que por cada figura pública prominente como yo que es acosada y amenazada, miles de personas sufren en silencio.
Elon Musk es dueño de Twitter y tiene el poder de moldearlo y cambiarlo. Sin embargo, Twitter es mucho más que un activo privado. Tiene importancia para nuestra democracia y el discurso público. Y es importante cuando se trata de si las personas están a salvo. Musk vive en un mundo enrarecido. Es, de hecho, el hombre más rico del mundo. Tiene acceso a todos los recursos imaginables: seguridad, investigadores o cualquier otra cosa que necesite.
La mayoría de nosotros no tenemos esos recursos. Mientras Musk juega su caótico juego de Twitter, nosotros somos los que sufrimos las consecuencias.