Este combustible podría proporcionar una forma eficiente de almacenar la energía necesaria para los grandes barcos en trayectos largos
El amoníaco puede parecer un combustible poco probable para ayudar a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero. Mejor conocido por su olor, este gas puede ser peligroso y tóxico.
Pero también podría tener un papel clave en la descarbonización del transporte marítimo global, proporcionando una forma eficiente de almacenar la energía necesaria para impulsar los grandes barcos en sus trayectos largos.
La Oficina Estadounidense de Transporte Marítimo, que establece los estándares de seguridad para el transporte marítimo internacional, recientemente otorgó la aprobación inicial para algunos barcos e infraestructura de abastecimiento de combustible que funcionan con amoníaco, incluido un diseño de Samsung Heavy Industries, uno de los constructores navales más grandes del mundo. Estos barcos podrían llegar a los mares en los próximos años, ya que varias compañías han prometido tenerlos listos en 2024. Si bien este combustible requeriría nuevos motores y nuevos sistemas de combustión, sustituir los combustibles fósiles que los barcos queman en la actualidad podría ayudar a reducir significativamente las emisiones globales de carbono.
Algunas empresas miran aún más hacia el futuro, como Amogy de Nueva York (EE UU) que recaudó casi 50 millones de euros a principios de este año para usar este químico para células de combustible que prometen aún mayores reducciones de emisiones.
El transporte marítimo representa alrededor del 3% de las emisiones mundiales de dióxido de carbono. Si las primeras pruebas de amoníaco u otros combustibles alternativos demuestran sistemas escalables, estas nuevas tecnologías podrían ayudar a la industria naviera a empezar a alejarse de los combustibles fósiles y reducir las emisiones que causan el cambio climático.
El amoníaco es atractivo por su alta densidad de energía: la cantidad de energía que se puede empaquetar en un volumen determinado. Aunque generalmente se encuentra como un gas, se puede comprimir aplicando presiones relativamente bajas, transformándose en un líquido fácil de transportar.
El amoníaco es un químico familiar para las compañías navieras. A nivel mundial, se producen alrededor de 200 millones de toneladas al año, y alrededor de las tres cuartas partes se destinan a la producción de fertilizantes. Muchos puertos ya cuentan con algún tipo de almacenamiento de amoníaco para el transporte marítimo.
Pero este químico supone algunos desafíos. La quema de amoníaco como combustible puede generar óxidos de nitrógeno (NOx). Estos compuestos son también gases de efecto invernadero y dañar la salud de personas y animales, según explica Madeline Rose, directora de la campaña climática de la organización ambiental Pacific Environment.
Pero si los barcos utilizaran amoníaco en forma de pilas de combustible, se podría evitar el problema de crear contaminación por NOx.
Un barco con células de combustible podría contener depósitos de almacenamiento de amoníaco, junto con un reactor donde el amoníaco se descompondría para formar nitrógeno e hidrógeno. Luego, el hidrógeno se transportaría a la célula de combustible, donde se combinaría con oxígeno para producir agua y la electricidad utilizada para impulsar el barco.
El amoníaco es más barato de transportar y almacenar que el hidrógeno, y la reducción de costes podría hacer que las células de combustible sean más fáciles de adoptar ampliamente en la industria del transporte marítimo. La start-up Amogy demostró su reactor para convertir el amoníaco en hidrógeno en un tractor a principios de este año. La compañía planea escalar su tecnología a vehículos más grandes como camiones y más tarde, barcos.
Pero modificar una industria tan inmensa como el transporte marítimo hacia el amoníaco requeriría un gran crecimiento en el suministro del combustible, afirma Seonghoon Woo, CEO de Amogy, quien estima que el mercado global para la producción de amoníaco tendría que duplicarse o incluso triplicarse para satisfacer la posible demanda.
La mayor parte del amoníaco se produce hoy en día mediante un proceso muy intensivo en el uso de energía que tiene más de un siglo de antigüedad y que se basa en los combustibles fósiles. La producción de amoníaco verde con energía renovable aún es limitada, aunque algunos gigantes de la industria como Yara, el principal productor de amoníaco del mundo, ya trabajan en proyectos de demostración para usar la energía renovable o implementar la captura de carbono para reducir las emisiones de la producción.
Un mayor uso de las nuevas tecnologías en el transporte marítimo podría ayudar a reducir los costes y alentar a las empresas a realizar cambios. Pero es probable que los países y los organismos reguladores como la Organización Marítima Internacional de las Naciones Unidas también deban aprobar una legislación que obligue a las compañías navieras a reducir las emisiones e implementar nuevas tecnologías, opina Faig Abbasov, director del programa de transporte marítimo de la Federación Europea de Transporte y Medio Ambiente.
Probablemente no habrá una solución única para reducir las emisiones del transporte marítimo, según resalta Rose de Pacific Environment. Descarbonizar una industria tan grande también requerirá desde una mayor eficiencia hasta la electrificación y nuevas tecnologías, pero los combustibles más limpios como el amoníaco ciertamente podrían tener un papel importante en ese proceso.