La FDA está a punto de decidir si los animales biotecnológicos deben ser vendidos como alimentos.
Una cepa de ingeniería genética del salmón del Atlántico diseñada para hacer que crezca dos veces más rápido que sus primos inalterados pronto podría ser parte de nuestra cena. Después de una década de debate, la Administración de Alimentos y Medicamentos de EE.UU. revisará este mes una solicitud de venta de pescado diseñado por AquaBounty Technologies, una empresa con sede en Waltham, Massachusetts. Si se aprueba, el salmón se convertiría en el primer animal "transgénico"—que posee ADN de otro animal—en el mundo que se vende para el consumo humano.
La agencia emitió un informe el viernes afirmando que los animales parecen ser tan seguros como alimentos como el salmón tradicional y que no implican un riesgo significativo para el medio ambiente. Sin embargo, probablemente no tomen una decisión final sobre el salmón hasta semanas después de la audiencia.
"La decisión va a afectar el modo en que los animales transgénicos son aprobados y reglamentados aquí y alrededor del mundo", afirma Eric Hallerman, jefe del Departamento de Pesca y Ciencias de la Vida Salvaje en el Instituto Politécnico y la Universidad Estatal de Virginia. Otros animales modificados genéticamente están esperando a ver qué sucede. Entre ellos se incluyen otros tipos de peces, ganado resistente a la enfermedad de las vacas locas, y el así llamado "enviro-pig", diseñado para generar abono más ecológico. Incluso si el gobierno da su aprobación, no obstante, la cuestión sería si los productores y consumidores de alimentos aceptarán dichos animales.
La FDA decidirá no sólo si se permite el pez, sino también si se crea la obligación de etiquetarlo como modificado genéticamente. Eso podría tener un gran impacto en la respuesta de los consumidores. Las plantas modificadas genéticamente, como la soja utilizada en el tofu, no llevan un etiquetado especial. A pesar de que estos cultivos generaron enormes sospechas cuando se presentaron por primera vez hace más de una década, muchos se han integrado perfectamente en el suministro de alimentos.
El nuevo pez no sería más grande que el salmón clásico—pero llegaría a su tamaño completo dos veces más rápidamente. Creado en la década de los 90, el salmón fue diseñado para transportar el gen de la hormona de crecimiento a partir de una especie vecina, el salmón Chinook. (El salmón del Atlántico criado convencionalmente produce poca cantidad de esta hormona en los climas fríos.) Un corto tramo de ADN proveniente de un tercer tipo de pez se añadirá para controlar la capacidad del gen de producir la hormona. Este interruptor genético aumenta la producción de la hormona durante el primer año de vida del salmón, haciendo que los animales alcancen el tamaño de mercado en la mitad del tiempo que tardan sus homólogos criados convencionalmente. Los peces de ingeniería también convertirán el alimento en carne de forma más eficiente. Como resultado, AquaBounty, que aspira a vender los huevos a los acuicultores, afirma que la tecnología hará que la cría del salmón sea más viable económicamente, reduciendo el tiempo que los productores necesitan para criar a los peces.
En la audiencia, prevista del 19 al 21 de septiembre, un grupo de expertos convocados por el comité de la FDA decidirá si los peces son seguros como alimento, y si plantean riesgos para el medio ambiente. Es esta última cuestión la que ha sido objeto de un intenso debate y una amplia investigación durante los últimos años; a algunos científicos de la pesca y ecologistas les preocupa que los peces puedan escapar de sus explotaciones y poner en peligro a las cepas silvestres de salmón. El salmón de piscifactoría, que en la actualidad genera la mayor parte de la oferta de salmón del mundo, normalmente se cultiva en jaulas oceánicas, y los animales logran escapar a través de redes rotas. Los estudios de laboratorio sugieren que cuando la comida escasea, el salmón de ingeniería puede vencer a los inalterados.
El presidente de AquaBounty, Ronald Stotish, afirma que la compañía soluciona estos problemas haciendo que los peces sean estériles, prohibiendo el acoplamiento con los peces salvajes, y cultivándolos únicamente en tanques interiores. Stotish afirma que existe un beneficio medioambiental con este enfoque: los productores de salmón pueden cultivarlos más cerca de donde se vende el pescado, reduciendo los costes de transporte.
Sin embargo no todos están de acuerdo. "La acuicultura utiliza enormes cantidades de agua y energía para mantener el flujo de agua", afirma Anne Kapuscinski, profesora de ciencia de la sostenibilidad en la Universidad de Darmouth. "Veo con escepticismo que las empresas puedan ganar dinero cultivando el salmón en una instalación de gran contenido con base en tierra".
A Kapuscinski también le preocupa que los requisitos que limitan la cría de los peces a las piscinas en tierra no impidan adecuadamente el riesgo de fuga. "¿Qué pasa con los otros países? La salmonicultura es global", afirma, y existen grandes fincas en Chile y en Tanzania. "Si no está muy regulada y contenida con cuidado, todavía podrían darse casos de evasión".
Para los consumidores, la principal preocupación probablemente sea si los peces son seguros como alimento. Stotish asegura que las extensas pruebas muestran que el contenido nutricional de los peces de ingeniería es el mismo que el del salmón del Atlántico criado de forma tradicional. Tampoco tiene mayor probabilidad de incitar reacciones alérgicas, añade.
Si bien no está claro cómo responderán los consumidores a los salmones de ingeniería, la industria de cría de peces parece pesimista. Los grupos comerciales—que ya son sensibles a las críticas de su industria—tales como la Asociación Internacional de Granjeros de Salmón, la Alianza de la Industria Canadiense de Acuicultura, y la Asociación de Granjeros de Salmón de la Columbia Británica, se han manifestado en contra del uso comercial de salmón modificado genéticamente. "No apoyamos la producción de peces transgénicos para el consumo de alimentos hasta que se haya demostrado su seguridad y el mercado los demande", afirma Ruth Salmon (sí, ese es su apellido), directora ejecutiva de la Alianza de la Industria Canadiense de Acuicultura. "No hemos observado ninguna demanda en el mercado en este momento".
El largo viaje AquaBounty—la empresa presentó su aprobación por primera vez en 1995—pone de relieve la dificultad dentro la comercialización de animales transgénicos para la alimentación. La FDA no indicó hasta 2008 cómo se regulan los animales genéticamente modificados para que sean de consumo humano; en lugar de ser revisados como los otros alimentos, están regulados como los nuevos medicamentos veterinarios, lo que refleja su condición de extrañeza en el panorama normativo.
Algunos científicos afirman que estos obstáculos han ralentizado el campo, y podrían trasladar la investigación de vanguardia a otros países. Por ejemplo, James Murray, profesor de ciencia animal de la Universidad de California, en Davis, ha creado cabras genéticamente modificadas que producen una proteína humana inmune, con la que espera ayudar a los niños que sufren de diarrea severa. Ha trasladado algunas de sus investigaciones a Brasil, que, según afirma, ha promulgado la reglamentación y ha ofrecido financiación para apoyar la investigación y la comercialización de animales transgénicos.