Aunque Nueva York invirtió millones de euros para adaptarse al aumento de las tormentas por el cambio climático, fue incapaz de soportar el pico de precipitaciones. El hormigón que domina las calles no puede filtrar el agua y soluciones como los jardines de lluvia y los techos verdes requerirán tiempo y dinero
Al menos dos docenas de personas fallecieron a causa de las inundaciones provocadas por el huracán Ida cuando arrasó Nueva York, Nueva Jersey y Pensilvania (todos en EE. UU.) en la noche del 1 de septiembre. Esta devastación se suma a las 13 personas que murieron y a los millones de ciudadanos que perdieron el suministro eléctrico cuando la misma tormenta azotó Luisiana, Mississippi, y Alabama (también en EE. UU.) a finales de agosto.
Mientras Ida avanzaba por la costa este del país, la ciudad de Nueva York acabó especialmente afectada. Más de 76 milímetros de lluvia cayeron en Central Park en una hora, rompiendo el récord establecido poco más de una semana antes. Las inundaciones convirtieron las avenidas en canales y las escaleras del metro en cascadas, dejando a los ciudadanos desamparados o atrapados, a pesar de los miles de millones de euros que la ciudad ha invertido para mejorar sus defensas contra las inundaciones desde el huracán Sandy en 2012.
Las tormentas extremas se están volviendo más comunes ya que el cambio climático aumenta la severidad de las precipitaciones, y la tendencia irá a peor a medida que las temperaturas sigan aumentando. Todavía hay muchas cosas que las ciudades deben resolver para prepararse para las amenazas resultantes, que pueden ir desde inundaciones repentinas hasta marejadas ciclónicas.
Adaptarse requerirá tiempo y dinero, décadas en algunos casos y cientos de miles de millones de euros. Pero los esfuerzos de adaptación y el cambio climático van a diferentes velocidades. La hidróloga de la Penn State University (EE. UU.) y experta en inundaciones urbanas Lauren McPhillips advierte: "El problema es que estamos viendo estos impactos y estas tormentas cambian más rápido, pero las adaptaciones simplemente no van a la par".
La ciudad de Nueva York ha sido relativamente progresista cuando se trata de prepararse para las inundaciones, reconoce McPhillips. Durante años, la ciudad invirtió en arquitectura más permeable, como techos verdes y jardines de lluvia, y en mejores bombas y tuberías de desagüe. Estas mejoras se intensificaron después de Sandy.
En la rueda de prensa que tuvo lugar la mañana posterior a las tormentas, la gobernadora de Nueva York, Kathy Hochul, afirmó: "Hemos aprendido muchas lecciones de Sandy. Reconstruimos la capacidad de recuperación; nuestras costas están en mucho mejor estado que antes. Pero tenemos una vulnerabilidad en nuestras calles".
Sandy proyecta una larga sombra en cualquier debate sobre las inundaciones en la ciudad de Nueva York. Pero la diferencia entre el huracán de 2012 e Ida ilustra la compleja amenaza de inundaciones a la que se enfrenta la ciudad debido al cambio climático. Sandy provocó una intensa marejada ciclónica y el océano se precipitó hacia la ciudad. Ida arrojó muchísima cantidad agua por toda la ciudad en poco tiempo, un problema que las barreras marítimas y otras protecciones costeras no pueden resolver.
Si bien la ciudad de Nueva York y otras áreas costeras son más vulnerables al aumento del nivel del mar, cualquier área urbana puede experimentar las llamadas inundaciones pluviales, causadas por las lluvias. El investigador de resiliencia climática urbana en la New School (EE. UU.) y miembro del Panel de Cambio Climático de la Ciudad de Nueva York Timon McPhearson detalla: "La forma en la que hemos desarrollado la ciudad de Nueva York ha causado el problema de las inundaciones".
Se refiere a que las superficies impermeables como el hormigón hacen que el agua corra cuesta abajo en vez de hundirse en el suelo como podría ocurrir en los pastizales o en los bosques. Y si hay demasiada agua, las consecuencias pueden ser mortales.
"Literalmente debemos rediseñar la ciudad para resolver el problema", Timon McPhearson.
Con el aporte de investigadores como McPhearson, la ciudad de Nueva York ha desarrollado planes para mejorar sus defensas contra las inundaciones causadas por las tormentas. El plan de resiliencia de aguas pluviales con visión de futuro publicado en mayo de 2021 incluyó una evaluación del riesgo de inundaciones en toda la ciudad y soluciones propuestas que van desde estrategias sociales, como educar a los ayuntamientos locales sobre los riesgos de las inundaciones, hasta técnicas de ingeniería como más techos verdes y jardines de lluvia.
Y el Departamento de Protección Ambiental de la ciudad está considerando planes para las áreas especialmente afectadas durante las tormentas más intensas. El estudio Cloudburst Resiliency, completado en 2018, examinó estrategias para hacer frente a la lluvia extrema. Los planes piloto en un área frecuentemente inundada en Queens (EE. UU.) incluían infraestructura verde como pasarelas de parques inundables, así como una cancha de baloncesto diseñada para contener agua durante grandes inundaciones.
Pero llevar a cabo estas o cualquier otra solución de gestión de aguas pluviales requeriría una importante financiación, y algunas necesitarían una década para diseñarlas. "Debemos rediseñar la ciudad literalmente para resolver el problema", destaca McPhearson, quien cree que el precio será elevado, probablemente cientos de miles de millones de euros, alerta: "Literalmente debemos rediseñar la ciudad para resolver el problema". Y señala que, en algunos casos, la ciencia ya sugiere cómo proteger una ciudad contra las inundaciones, pero reunir el dinero y la voluntad política para actuar sigue siendo un obstáculo.
Mientras tanto, las inundaciones seguirán llevándose más vidas humanas. Más personas mueren en las inundaciones que por cualquier otro efecto de un huracán, resalta la hidróloga de la Universidad Estatal de Kent (EE. UU.) Anne Jefferson. Y las personas vulnerables son las más propensas a sufrir daños o morir a causa de las inundaciones. Al menos ocho personas que fallecieron por la tormenta en la ciudad de Nueva York vivían en sótanos, algunos ilegales, que suelen ser menos costosos que los que se encuentran en la superficie.
Las soluciones de ingeniería pueden ayudar a disminuir algunos de los daños causados por algunas inundaciones en las ciudades. Pero en estos momentos, esas soluciones avanzan lentamente y millones de personas seguirán en peligro a medida que aumenta el cambio climático.
En última instancia, si el calentamiento continúa, es probable que las tormentas futuras empeoren aún más. Y limitar los daños futuros requerirá una variedad de soluciones: ecológicas, sociales, jurídicas y de ingeniería. Pero el huracán Ida, junto con tantos otros desastres climáticos de este año, desde los incendios forestales hasta las temperaturas extremadamente altas, ha dejado muy clara la situación: el cambio climático ya no es un problema del futuro que hay que evitar. Está sucediendo ahora, y nosotros solo estamos intentando mantener su ritmo.