Cadenas de bloques y aplicaciones
WhatsApp y Google Form, las armas digitales para salvar a los afganos
ONG, políticos, periodistas y civiles se están organizando a través de herramientas de todo tipo para intentar rescatar a los que han quedado atrapados en Afganistán. Pero muchas veces deben compartir información personal que podría ser usada en contra de los ciudadanos si cae en manos de los talibanes
El repentino colapso del Gobierno de Afganistán ha provocado una frenética respuesta online para acelerar los esfuerzos de evacuación y ayuda. Organizados principalmente a través de Google Forms, WhatsApp y grupos privados de redes sociales, tratan de llenar el vacío creado por el fracaso del Gobierno de Estados Unidos de proteger a los afganos vulnerables y podría ser el único salvavidas para muchos que intentan huir del país, pero tampoco está exento de riesgos, ya que los analistas temen que los talibanes puedan utilizar la información de las fuentes colectivas para identificar a las personas que necesitan ser rescatadas.
La guerra en Afganistán duró 20 años y se cobró al menos 174.000 vidas, pero la caída de Kabul (Afganistán) tuvo lugar en solo un fin de semana. Con los talibanes acercándose, el antiguo presidente Ashraf Ghani huyó del país el sábado 14 de agosto. El mismo domingo, los talibanes entraron al palacio presidencial afgano.
Pero mientras los residentes de Kabul esperaban atemorizados para ver qué significaría para ellos esa toma de control o intentaban huir a través del caos creado en el aeropuerto de la ciudad, el único punto de evacuación de Afganistán, un frenético esfuerzo voluntario se estaba poniendo en marcha para ayudar a la mayor cantidad de personas posible.
Evitar la burocracia
Los afganos y sus aliados llevaban semanas organizándose, pero como las últimas ciudades importantes cayeron ante los talibanes en el lapso de una semana, la mayoría sin resistencia, estos esfuerzos adquirieron una nueva urgencia. Las redes informales de personas dentro y fuera del país, incluidos periodistas, organizaciones sin ánimo de lucro, universidades e incluso funcionarios gubernamentales que a veces trabajaban fuera de la política oficial, preparaban, principalmente online, las listas de afganos elegibles para diferentes programas de reasentamiento o incluso intentaban evitar por completo los lentos procesos burocráticos.
"Se están utilizando las plataformas de mensajería en tiempo real para tomar decisiones rápidas. Eso indica la intensidad de la crisis y la desesperación", Mark Latonero, Harvard Kennedy School (EE. UU.).
Varios grupos planeaban alquilar aviones chárteres para vuelos privados. Algunos iban a reunir información sobre las condiciones de las carreteras e identificar y ayudar a llegar a Kabul a los afganos atrapados en las provincias. Otros se dedicaban a grupos más concretos, como periodistas, mujeres líderes y afganos que habían trabajado en proyectos específicos.
"Si conoce a alguien en Kabul que pueda llegar al aeropuerto antes de terminar la semana, puede introducir su información aquí para compartirla con la empresa de evacuación aérea y el Departamento de Estado", se lee en la parte superior de un documento de Google Form creado por una coalición de organizaciones relacionadas con la seguridad que esperan evacuar a los afganos que ya tienen pasaportes.
Al igual que en muchos otros formularios, no solo se pide la información de contacto y los detalles de reubicación, también los números de identificación personal y documentos escaneados, incluidos números de pasaporte y la tarjeta de identificación nacional. Otro formulario de Google que circula en Twitter parece estar recaudando dinero para alquilar un avión y sacar a la gente del país. La Universidad de Pittsburgh (EE. UU.) cuenta con estudiantes voluntarios intentando conectar a los que aún se encuentran en Afganistán con sus antiguos empleadores para iniciar el proceso de reasentamiento.
Un mensaje que parecía provenir de la oficina del Departamento de Estado de EE. UU. instaba a cualquier persona que pudiera ser potencialmente elegible para un programa de reasentamiento a que enviara una larga lista de documentos e información personal a los organizadores a través de WhatsApp, que, según afirmaban, era más seguro que el correo electrónico. Los representantes del Departamento de Estado no han respondido a una solicitud de comentarios sobre el origen y la legitimidad de estos esfuerzos.
Se trata de un trabajo caótico y ad hoc.
"Se utiliza WhatsApp u otras plataformas de mensajería en tiempo real para tomar decisiones rápidas [sobre los visados]. Eso indica la intensidad de la crisis y la desesperación tanto de los que buscan como de los que procesan las evacuaciones en Kabul en estos momentos", detalla el miembro del Centro Carr para Políticas de Derechos Humanos de la Escuela Kennedy de la Universidad de Harvard (EE. UU.) Mark Latonero.
¿Cómo hemos llegado hasta aquí?
El 2 de agosto, la administración de Joe Biden anunció una nueva designación de asistencia para refugiados que ampliaba los requisitos de elegibilidad para el reasentamiento de refugiados en Estados Unidos. El nuevo grupo prioritario expandió la elegibilidad para aquellos que habían trabajado con el ejército de EE. UU. y, por primera vez, a trabajadores de la mayoría de las organizaciones sin ánimo de lucro en Afganistán y medios de comunicación estadounidenses. Pero los requisitos para los posibles solicitantes de asilo eran complicados. No podían solicitarlo personalmente, sino se requería la referencia de un representante en EE. UU. Luego, después de presentar la solicitud, se esperaba que los solicitantes permanecieran en un tercer país durante 12 a 14 meses, a su cargo, para esperar el procesamiento.
En ausencia de una estrategia clara que ayude a los afganos vulnerables a corto plazo, personas y organizaciones relacionadas con Afganistán intentan llenar el vacío. Cada día, al parecer, hay una nueva lista creada por una organización diferente, difundida por individuos en sus propias redes sociales.
Pero estos esfuerzos crean sus propios riesgos para la seguridad y para la protección de la información personal vital de la gente, advierte el formador de seguridad digital de la organización sin ánimo de lucro Internews, Łukasz Król, que apoya a los periodistas en los países en desarrollo, incluido Afganistán.
La mayoría de los expertos en seguridad, incluido Król, no creen probable que los talibanes tengan la capacidad de hackear WhatsApp o Google Forms. Pero advierten que, aunque resulta fácil confiar en posibles aliados en tiempos de crisis, no siempre se puede estar seguro de con quién se está interactuando. "Lo primero es que no se sabe quién está del otro lado", resalta. Es posible, señala, que los talibanes u otros malos actores puedan hacerse pasar por organizaciones amigas, crear sus propios formularios y engañar a los afganos para que compartan información que luego se podría usar para atacarlos.
Algunas publicaciones ampliamente compartidas en Facebook ya han instado a los afganos a restringir la configuración de su lista de amigos e incluso eliminar sus historiales digitales. La periodista de MIT Technology Review Eileen Guo, que durante un tiempo residió en Afganistán, ha estado investigando estos problemas en un esfuerzo por sacar a sus amigos y antiguos colegas del país. Estuvo varias horas intentando cerrar sus viejas cuentas de redes sociales que mostraban a participantes en programas para promover la democracia y los derechos de las mujeres o denunciaban el extremismo violento.
Pero Król añade que lo que más le preocupa es que, al compartir estos formularios, se alienta a las personas vulnerables a "no mantener una 'higiene de seguridad' básica", sino a "entregar datos muy rápidamente y... sin realizar verificación".
Cada vez más, los afganos también son más conscientes de esta amenaza, y algunos grupos organizadores ya verifican las nuevas solicitudes de nombres. En respuesta a un formulario compartido en un grupo privado de Facebook, un usuario escribió: "Espero que esto lo haya hecho el Gobierno de Estados Unidos y no los talibanes". Otros verificaron rápidamente el origen de ese documento en concreto.
Sin embargo, solo unas horas después, otro usuario compartió un correo electrónico sospechoso que creía que estaba vinculado a un traficante de personas. Las amenazas siguen apareciendo tanto online como offline.