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Mario Tama/Getty Images

Cambio Climático

Los incendios han destrozado las emisiones ahorradas en la pandemia

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Los fuegos masivos de este verano han emitido suficiente CO2 para compensar gran parte de las reducciones logradas por el confinamiento del año pasado, y todos los estudios apuntan a que los fuegos irán a peor a causa del cambio climático. Afortunadamente, podríamos remediarlo si actuamos agresivamente

  • por James Temple | traducido por Ana Milutinovic
  • 27 Agosto, 2021

Aunque nos hayamos acostumbrado a que verano sea sinónimo de incendio, resulta importante no olvidar sus devastadores efectos en varios niveles. Además de la destrucción de hábitats naturales y biodiversidad que provocan, también tienen un impacto directo en la polución ambiental. E    n concreto, los incendios forestales que en julio arrasaron la costa oeste de EE. UU. emitido suficiente dióxido de carbono para eliminar más de la mitad de las reducciones provocadas por la pandemia de coronavirus (COVID-19) en la región el año pasado.

Los números ilustran un preocupante ciclo de retroalimentación. El cambio climático crea condiciones más cálidas y secas que fomentan los incendios cada vez más frecuentes y devastadores, que, a su vez, liberan gases de efecto invernadero que impulsan el calentamiento aún más.

Es probable que el problema empeore en las próximas décadas en gran parte del mundo. Eso significa que los incendios mortales no solo supondrán un precio cada vez mayor en las comunidades, los servicios de emergencia, la calidad del aire, la salud humana y los bosques, sino que también socavarán nuestro limitado progreso para abordar el cambio climático.

El año pasado California, Idaho, Oregón y Washington (todos en EE. UU.) registraron una disminución de las emisiones de combustibles fósiles de alrededor de 69 millones de toneladas de dióxido de carbono debido a la reducción de la contaminación del transporte terrestre, la aviación y la industria asociada a la pandemia, según datos de Carbon Monitor. Pero desde el 1 de julio hasta el 25 de julio de este año, los incendios en esos estados liberaron alrededor de 41 millones de toneladas de dióxido de carbono, según los datos proporcionados a MIT Technology Review por el Servicio de Vigilancia de la Atmósfera Copernicus de la Comisión Europea.

Eso está muy por encima de los niveles normales de esta época del año y se suma al aumento de las emisiones de los incendios masivos en el oeste de Estados Unidos en 2020. El año pasado, los incendios de California por sí solos produjeron  más de 100 millones de toneladas de dióxido de carbono, cifra de por sí suficiente para anular las disminuciones anuales de emisiones de la región en general.

"Las reducciones constantes, pero lentas de los gases de efecto invernadero palidecen en comparación con generados por los incendios forestales", afirma la científica climática de CarbonPlan Oriana Chegwidden.

Los incendios forestales masivos de Grecia, España y Siberia (Rusia) también están obstruyendo los cielos. En concreto, las emisiones en el este de Rusia han liberado decenas de millones de toneladas de emisiones, informó Copernicus a principios de julio. Se espera que los incendios y las emisiones forestales aumenten en muchas regiones del mundo a medida que el cambio climático se acelera en las próximas décadas.

El riesgo de incendio, definido como la posibilidad de que un área experimente uno de intensidad moderada o alta en un año determinado, podría cuadriplicarse en EE. UU. hasta 2090, incluso en los escenarios en los que las emisiones disminuyan significativamente en las próximas décadas, según un estudio reciente realizado por los investigadores de la Universidad de Utah (EE. UU.) y CarbonPlan. Si las emisiones no se controlan, el riesgo de incendio en EE. UU. podría ser 14 veces mayor hacia finales de este siglo.

Las emisiones de los incendios "ya son malas y solo van a empeorar", asegura Chegwidden, una de los autores principales del estudio.

"Muy preocupante"

Durante los períodos más prolongados, las emisiones y los impactos climáticos del incremento de los incendios forestales dependerán de la rapidez con la que los bosques vuelvan a crecer y reduzcan de nuevo el carbono, si es que lo hacen. Eso, a su vez, depende de los árboles dominantes, de la gravedad de los incendios y de cuánto han cambiado las condiciones meteorológicas locales desde que el bosque echó raíces.

Mientras trabajaba en su doctorado a principios de la década de 2010, la investigadora Camille Stevens-Rumann pasaba la primavera y el verano recorriendo los bosques alpinos en Frank Church (EE. UU.), estudiando las secuelas de los incendios para descubrir dónde y cuándo los bosques de coníferas empezaban a volver a crecer, dónde no y dónde las especies invasoras oportunistas como la espiguilla (Bromus madritensis) se apoderaron del paisaje.

En un estudio de 2018 publicado en Ecology Letters, sus coautores y ella concluyeron que los árboles quemados en las Montañas Rocosas de EE. UU. habían tenido muchos más problemas para crecer en este siglo, ya que la región se volvía más cálida y seca que durante el final del anterior. Los bosques secos de coníferas que ya se encontraban al borde de condiciones de supervivencia tenían muchas más probabilidades de convertirse en pastos y matorrales, que generalmente absorben y almacenan mucho menos carbono.

Esto podría ser saludable hasta cierto punto, creando cortafuegos que reducen el daño de futuros incendios, explica Stevens-Rumann, quien actualmente es profesora asistente de la gestión de bosques y pastizales de la Universidad Estatal de Colorado (EE. UU.). También puede ayudar a compensar un poco la historia de EE. UU. de apagar agresivamente los incendios, lo que ha permitido que se acumule material combustible en muchos bosques, lo que también aumenta las probabilidades de que se produzcan grandes incendios.

Pero sus hallazgos resultan "muy preocupantes" dados los incendios masivos que ya estamos viendo y las proyecciones de condiciones cada vez más cálidas y secas en todo el oeste de Estados Unidos, resalta.

Otras investigaciones señalan que estas presiones podrían comenzar a transformar fundamentalmente los bosques del oeste de Estados Unidos en las próximas décadas, dañando o destruyendo las fuentes de biodiversidad, agua, hábitat de vida silvestre y el almacenamiento de carbono.

Los incendios, las sequías, las plagas de insectos y las condiciones climáticas cambiantes convertirán la mayor parte de los bosques de California en matorrales, según un estudio de modelos publicado el mes pasado en AGU Advances. La pérdida de árboles podría ser especialmente pronunciada en los densos bosques de abetos Douglas y secuoyas costeras a lo largo de la costa norte de California y en las colinas de la cordillera de Sierra Nevada (EE. UU.).

Parque Nacional Kings Canyon después de un incendio forestal

Foto: El parque Nacional Kings Canyon, en la cordillera de Sierra Nevada de California, después de un reciente incendio forestal. Créditos: GETTY

En total, el estado perderá alrededor del 9 % del carbono almacenado en árboles y plantas en la superficie hasta el final de este siglo en el escenario en el que estabilizamos las emisiones, y más del 16 % en un mundo futuro en el que continúan aumentando.

Entre otros impactos, esto complicará la dependencia del estado de sus tierras para capturar y almacenar carbono a través de su programa de compensaciones forestales y otros esfuerzos climáticos, señala el estudio. California se esfuerza por convertirse neutral en carbono para 2045.

Mientras tanto, los escenarios de emisiones medias y altas crean "una probabilidad real de que los bosques de Yellowstone (EE. UU.) se conviertan en vegetación no forestal a mediados del siglo XXI", porque los incendios cada vez más comunes y grandes harían cada vez más difícil que los árboles vuelvan a crecer, concluyó un estudio de 2011 publicado en Proceedings of the National Academy of Sciences.

Panorama global

El efecto neto del cambio climático en los incendios y el efecto de los incendios en el cambio climático es mucho más complicado a nivel mundial.

Los incendios contribuyen directamente al cambio climático al liberar las emisiones de los árboles y el carbono almacenado en el suelo y turberas. También pueden producir carbono negro que, con el tiempo, puede asentarse en glaciares y capas de hielo, donde absorbe calor. Eso acelera la pérdida de hielo y el aumento de los niveles del océano.

Pero los incendios también pueden generar retroalimentación climática negativa. Aunque es terrible para la salud humana, el humo de los incendios forestales occidentales que llegaron a la costa este de EE. UU. en julio transporta aerosoles que reflejan cierto nivel de calor hacia el espacio. De manera similar, los incendios en los bosques boreales en Canadá, Alaska y Rusia pueden abrir espacio para la nieve, que es mucho más reflectante que los bosques que reemplazó, compensando el efecto del calentamiento de las emisiones liberadas.

Por otro lado, la gestión de incendios forestales varía en las diferentes partes del mundo. El cambio climático está empeorando los incendios forestales en la mayoría de las áreas boscosas del planeta, señala el profesor de ciencia del sistema terrestre en la Universidad de California, Irvine, y coautor del artículo de AGU James Randerson.

Pero el área total quemada a nivel global en realidad está disminuyendo, principalmente gracias a la disminución de sabanas y pastizales de los trópicos. Entre otros factores, las granjas y carreteras en expansión están fragmentando el paisaje en algunas partes en desarrollo de África, Asia y América del Sur, actuando como cortafuegos. Mientras tanto, los rebaños de ganado en crecimiento están devorando el material combustible.

En general, las emisiones globales de los incendios se sitúan en aproximadamente una quinta parte de los niveles de combustibles fósiles, aunque todavía no están aumentando tan drásticamente. Pero las emisiones totales de los bosques claramente han subido cuando se incluyen los incendios, la deforestación y la tala. Han crecido de menos de 5.000 millones de toneladas en 2001 a más de 10.000 millones de toneladas de CO2 en 2019, según un artículo de Nature Climate Change en enero.

Menos combustible para quemar

A medida que el calentamiento continúe en las próximas décadas, el cambio climático en sí afectará a diferentes áreas de varias maneras. Si bien muchas regiones se volverán más susceptibles a los incendios forestales, algunas partes más frías del mundo se volverán más hospitalarias para el crecimiento de los bosques, como las altas montañas y partes de la tundra ártica, indica Randerson.

El calentamiento global también podría llegar a un punto en el que comience a reducir ciertos riesgos. Si Yellowstone, la Sierra Nevada de California y otras áreas pierden grandes partes de sus bosques, como sugieren los estudios, los incendios en esas áreas podrían empezar a disminuir hacia finales de siglo. Eso es porque simplemente habrá menos material combustible o menos inflamable para quemar.

Los niveles mundiales de incendios en el futuro dependerán en última instancia tanto de la tasa de cambio climático como de la actividad humana, que es la principal fuente de ignición, resalta el jefe del laboratorio de ciencias biosféricas en el Centro de Vuelo Espacial Goddard de la NASA, Doug Morton.

La buena noticia es que significa que tenemos cierto control sobre estas fuerzas.

Los países pueden redoblar sus esfuerzos para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero lo antes posible. Pueden tomar más en serio la posibilidad de detener la tala, la quema y otras formas de deforestación mientras promueven las campañas de plantación de árboles. Y los gobiernos pueden abordar directamente los peligros de los incendios a través de mejores prácticas de gestión forestal, como el uso de motosierras, excavadoras y quemas controladas para crear cortafuegos y eliminar el material combustible.

El profesor de biología de la Universidad de Nuevo México (EE. UU.) Matthew Hurteau fue el autor principal de un artículo publicado en Nature de 2019 que encontró que el cambio climático y los incendios podrían transformar drásticamente Sierra Nevada (EE. UU.) en escenarios de altas emisiones. Cuando se le preguntó qué podría significar eso para áreas tan preciadas de la cordillera como los parques nacionales de Yosemite, Sequoia y Kings Canyon (todas en EE. UU.), respondió que dependería en gran medida de la rapidez con la que reduzcamos las emisiones y de la agresividad con la que gestionemos nuestros riesgos de incendio.

"Aún depende, en gran parte, de nosotros", subrayó.

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