Las tuberías, bombas y resto de infraestructuras para aguas pluviales no se construyeron para soportar las tormentas cada vez más frecuentes e intensas. Los gobiernos empiezan a invertir miles de millones para modernizar sus sistemas con la incertidumbre de no saber para qué escenario prepararse
A medida que el cambio climático aumenta la intensidad y frecuencia de las inundaciones, las ciudades del mundo deben adaptarse para no colapsar, con elementos como bombas de agua, desagües pluviales y otras infraestructuras.
En muchos casos, los sistemas existentes están anticuados, ya que fueron construidos para el clima del pasado. E incluso las mejoras no pueden hacer mucho para mitigar las cada vez más comunes e intensas inundaciones. Así que hacen falta nuevas soluciones.
Este verano, se han producido fuertes episodios en Nueva York y Flagstaff (ambos en EE. UU.), y en Alemania y Bélgica arrasaron algunas ciudades enteras y dejaron a más de 1.000 desaparecidos. Las lluvias de Detroit (EE. UU.) durante una reciente tormenta en junio llenaron de agua calles y casas y sobrecargaron los sistemas locales de aguas pluviales. La ciudad recibió más de 23.000 informes de daños, y las noticias locales hablaban de los sótanos destruidos y coches arrastrados por el agua.
En una rueda de prensa después de la tormenta, la directora ejecutiva de la Autoridad del Agua de los Grandes Lagos (GLWA, por sus siglas en inglés), Sue McCormick, admitió: "Nunca habíamos experimentado algo así". La GLWA gestiona los servicios de aguas residuales para Detroit y el área circundante.
Los centros urbanos son más propensos a inundarse que otras zonas porque las calles, los aparcamientos y los edificios son impermeables, lo que significa que el agua no puede filtrarse en el suelo como lo haría en un bosque o en un prado y por eso fluye.
Detroit, como muchas ciudades antiguas, maneja el flujo de las aguas pluviales combinándolas con las aguas residuales. Esta mezcla luego se bombea hacia las plantas de tratamiento. Durante la reciente tormenta, los cortes eléctricos y los problemas mecánicos dejaron sin servicio cuatro de las 12 bombas en dos principales estaciones de bombeo.
La agencia ha invertido cerca de 8.500 millones de euros durante los últimos años para modernizar solo estas dos estaciones de bombeo y cientos de millones más en otras mejoras. Pero la modernización total del sistema de alcantarillado requeriría la construcción de una red de aguas pluviales independiente a un coste de más de 14.500 millones de euros.
La infraestructura de las aguas pluviales está envejeciendo y muchos gobiernos han recurrido reparaciones en vez de construir sistemas más resistentes, afirma el investigador de infraestructura y políticas de la Universidad Estatal de Arizona Mikhail Chester. Y los sistemas mecánicos y eléctricos están destinados a fallar ocasionalmente durante las grandes tormentas, añade Chester.
Sin embargo, incluso si las estaciones de bombeo hubieran funcionado perfectamente, es posible que no hubieran podido evitar las desastrosas inundaciones.
Modelos obsoletos
Las estaciones de bombeo de agua de Detroit, parecidas a muchas otras infraestructuras de aguas pluviales, fueron diseñadas para soportar tormentas de 10 años, lo que significa una cantidad de lluvia en una hora que aproximadamente tiene una probabilidad entre 10 de que ocurra en un año determinado. La tormenta de 10 años en el área de Detroit equivaldría a aproximadamente 43,18 milímetros de lluvia en una hora, según los datos del Servicio Nacional de Meteorología de EE. UU.
Durante la tormenta de junio, partes de Detroit vieron niveles intensos de lluvia que serían más característicos de una tormenta de 1.000 años (más de 93,98 milímetros de lluvia en una hora), sobrepasando bastante la capacidad de las estaciones de bombeo, según la GLWA.
Pero la hidróloga de la Universidad Estatal de Kent (EE. UU.) Anne Jefferson explica que las predicciones de lluvia se basan en los datos históricos que podrían no representar las probabilidades reales de grandes tormentas. Las tormentas que supuestamente tienen una probabilidad de una entre diez de ocurrir en un año determinado, probablemente sucedan con más frecuencia en la actualidad debido al cambio climático. Y añade que pocas agencias están tomando en cuenta el cambio climático en sus diseños de infraestructura.
Y advierte: "Nos estamos fijando en un clima pasado".
Los gobiernos que quieren tener en cuenta el cambio climático al diseñar la infraestructura se enfrentan a otra incertidumbre: ¿deberían planificar según los mejores escenarios de emisiones o los peores? Y es que resulta difícil predecir cómo afectarán exactamente las emisiones a las precipitaciones.
Planear pensando en las tormentas más grandes es un objetivo excelente, pero también costoso. Construir e instalar bombas y tuberías más voluminosas es más caro, resalta Chester. Y los aumentos de precios no son lineales, añade: en la mayoría de los casos una bomba de agua o tubería con el doble de capacidad será más del doble del precio.
Avanzar rápidamente
Las ciudades costeras se enfrentan a amenazas climáticas aún más graves, y algunas están invirtiendo agresivamente para evitarlas. Tampa (EE. UU.), destinó casi 23 millones de euros en modernizar las estaciones de bombeo y otras infraestructuras después de las grandes inundaciones de 2015 y 2016, según Tampa Bay Times. Algunas de las mejoras parecen estar funcionando; al menos este año, la ciudad no sufrió inundaciones durante grandes tormentas como el huracán Elsa.
Sin embargo, el aumento del nivel del mar a lo largo de la costa pronto podría cubrir las salidas de las bombas. Si el nivel del mar alcanza el lugar donde se supone que el agua sale de las tuberías, el sistema no podrá eliminar el agua de la ciudad.
Algunas ciudades recurren a otras soluciones, como estanques de tormenta y jardines de lluvia, para ayudar a manejar las inundaciones urbanas. Las áreas con césped como los jardines de lluvia pueden reducir el volumen y la velocidad del exceso de agua, afirma Jefferson. Si se construyen suficientes en los lugares adecuados, pueden ayudar a prevenir las inundaciones más pequeñas, señala Jefferson, pero al igual que otras infraestructuras de aguas pluviales, generalmente no se diseñan para detener las inundaciones durante las tormentas más grandes.
Para los eventos más extremos, no hay mucho que hacer excepto apartarse del camino, admite Jefferson. En vez de construir medidas de control de inundaciones cada vez más grandes, los gobiernos podrían comprar terrenos propensos a inundaciones y mantenerlos vacíos o encontrar usos apropiados para ellos. Chester menciona el ejemplo de los Países Bajos, donde los gobiernos locales crearon la iniciativa Room for the River para aumentar las zonas de amortiguamiento alrededor de los ríos y cambiar la forma en la que se utilizan las áreas propensas a inundarse. Actualmente, en lugar de las casas, allí están ubicadas las granjas, y el Gobierno indemniza a los agricultores si sus cultivos acaban destruidos por las inundaciones.
Si bien las ciudades pueden construir o modernizar sus tuberías, bombas de agua y jardines de lluvia, el cambio climático modifica rápidamente las condiciones normales, desafiando infraestructuras construidas para durar varias décadas. Chester concluye: "Acabamos de entrar en este nuevo paradigma en el que el entorno cambia rápidamente y nuestra infraestructura no está diseñada para cambiar con esa rapidez. Esas dos cosas se contraponen".