Un nuevo análisis de la información de la sonda Magellan, que orbitó el planeta desde 1990 hasta 1994, sugiere que existe actividad tectónica, lo que alentaría las hipótesis de su habitabilidad
Puede que Venus sea un infierno, pero no se puede considerar un planeta muerto. Una nueva investigación sugiere que, en medio de las temperaturas superficiales de hasta 471 °C y presiones superficiales 100 veces mayores que las de la Tierra, aún podría estar geológicamente activo. Es una noticia alentadora para quienes piensan que alguna vez pudo haber sido habitable (o que aún podría serlo).
La litosfera de la Tierra (su corteza y capa superior) está formada por placas que se mueven y chocan entre sí, lo que resulta en montañas, fosas oceánicas profundas y actividad volcánica y sísmica. Esta actividad tectónica también tiene un papel importante en el ciclo del carbono, los procesos en los que el elemento se libera y reabsorbe en el ecosistema. Al regular la cantidad de dióxido de carbono en la atmósfera, el planeta se mantiene fresco y cómodo todo este tiempo.
Hasta ahora, los científicos nunca han observado nada similar en Venus. Pero tampoco hemos podido descartarlo, porque es difícil hacer observaciones científicas de este planeta (sus nubes espesas oscurecen su superficie, y cualquier nave espacial que aterrizáramos allí probablemente se derretiría en cuestión de horas). Basándose en los nuevos hallazgos, publicados esta semana en PNAS, los científicos creen que por fin han detectado evidencia de un nuevo tipo de actividad tectónica en Venus.
El equipo ha utilizado las observaciones hechas por la sonda Magellan, que orbitó Venus desde 1990 hasta 1994 y trazó un mapa de la superficie usando un radar. Las características que había detectado la sonda se analizaron antes, pero el nuevo estudio ha usado un nuevo modelo informático que puede reconocer deformaciones de la superficie indicadoras de grandes estructuras de bloques en la litosfera. Estos bloques, cada uno del tamaño de Alaska (EE. UU.), parecen haberse empujado lentamente unos contra otros como los bloques de hielo rotos en un estanque o lago.
Esto es bastante diferente del tipo actual de tectónica de placas en la Tierra, pero, si se confirma, sería una evidencia de corrientes de calor y material fundido en el interior de Venus, algo que nunca se había observado. Los autores piensan que los paralelos con la geología de la Tierra durante el eón arcaico (entre 2.500 y 4.000 millones de años) sugieren que los patrones de los 'bloques de hielo' podrían ser una transición de un período anterior de tectónica de placas en Venus, cuando el planeta era más parecido a la Tierra.
Foto: Una vista de radar en falso color de Lavinia Planitia, una de las tierras bajas de Venus. Se puede ver dónde la litosfera se ha fragmentado en bloques de color púrpura, formados por cinturones de estructuras tectónicas en amarillo. Créditos: Paul K. Byrne y Sean C. Solomon.
Este movimiento "está muy extendido en las tierras bajas de Venus y sugiere un estilo de tectónica global no reconocido anteriormente", afirma el científico investigador de la Universidad de Columbia (EE. UU.) y coautor del nuevo estudio Sean Solomon.
Los hallazgos crean aún más entusiasmo por las nuevas misiones de Venus recientemente aprobadas por la NASA y la Agencia Espacial Europea. Solomon resalta que él y su equipo esperan proporcionar "datos críticos para comprobar las ideas que hemos descrito en nuestro artículo". Esas misiones no estarán listas para lanzarse hasta cerca del final de la década, así que esperemos que la emoción no disminuya en los próximos años.