Inglaterra lanzó un certificado de vacunación la semana pasada mientras otros gobiernos del continente y la propia UE trabajan en sus propios sistemas. Aunque el enfoque plantea riesgos y preguntas sin respuesta, podría funcionar si aprende de las lecciones del fracaso de las 'apps' de rastreo
Hace casi exactamente un año, desarrolladores de software de todo el mundo se apresuraron a crear tecnologías que pudieran ayudar a detener la pandemia. En aquel momento, la atención de la comunidad tecnológica se centraba en las aplicaciones capaces de rastrear posibles contactos de coronavirus (COVID-19) de forma automática. Hoy la conversación se centra en los certificados digitales de vacunación, a menudo conocidos como pasaportes COVID-19, diseñados para funcionar en teléfonos inteligentes y demostrar que una persona ya está correctamente vacunada.
El último lanzamiento de este tipo se produjo la semana pasada en Inglaterra: una credencial digital del Servicio Nacional de Salud (NSH) que permite a sus portadores cruzar fronteras. Esto es lo que sabemos sobre ella:
-
Es solo para las personas de Inglaterra que quieren salir de Reino Unido (Escocia, Gales e Irlanda del Norte todavía no utilizan la aplicación, aunque se podría ampliar en breve).
-
Solo sirve para cruzar fronteras. Algunos han sugerido su uso en lugares de la ciudad (como bares y restaurantes), pero la idea sigue resultando controvertida .
-
No muchos países la aceptan como alternativa a la cuarentena o a mostrar una PCR negativa, por lo que quienes que usen la aplicación tendrán que verificar los requisitos para ingresar en su destino particular.
-
Es una actualización de una aplicación previa del NHS que conecta a las personas con consultorios médicos y registros médicos. No está relacionada con la tan cuestionada aplicación de rastreo de contactos del NHS.
-
De momento solo muestra el estado de vacunación, no ofrece otro tipo de información, como resultados negativos, aunque es algo que podría agregarse dentro de un tiempo.
-
Los ingleses sin smartphone pueden solicitar una carta que verifique que han recibido ambas dosis de la vacuna.
Los expertos ya están prestando atención a si la credencial del NHS se expande más allá de su alcance actual. La experta en políticas públicas del Instituto Ada Lovelace Imogen Parker señala que ya ha habido rechazo a pasaportes para acceder a restaurantes y comercios. "Será importante monitorizar si el lanzamiento de la semana pasada es el preludio de un uso más extenso. Pero se agradece que el gobierno parezca estar actuando con mucho cuidado", señala.
La aplicación NHS no es el único pasaporte COVID-19 en desarrollo. Gobiernos de toda Europa están trabajando o lanzando sus propios certificados de vacunación para smartphones. Eso incluye a la propia Unión Europea, que propuso la creación de un "certificado verde" digital a mediados de marzo. La aplicación de rastreo de contactos TousAntiCovid de Francia se actualizó el mes pasado para que pueda mostrar un certificado de vacunación o un resultado negativo de la prueba, aunque ahora otros países deben aceptarlo. Mientras tanto, el ministro de Innovación de Italia ha dicho que el país podría adaptar su aplicación de notificación de exposición Immuni para incluir un certificado de vacunación, y los funcionarios alemanes esperan implementar uno propio para fines de junio.
Fuera de Europa, el panorama es aún más heterogéneo. Israel lanzó su "pase verde" en febrero, y la aplicación TraceTogether de Singapur ya permite mostrar un certificado de vacunación. En EE. UU., varios responsables públicos han dicho que no desarrollarán una aplicación a nivel federal, por lo que varios estados y empresas privadas están creando un mosaico de enfoques. Distintas iniciativas privadas y sin ánimo de lucro también están trabajando en sus propios sistemas y protocolos, entre las que se incluyen la Linux Foundation Public Health, la empresa de seguridad biométrica CLEAR, varias iniciativas vinculadas a la industria de los viajes y más.
La investigadora de tecnología y derechos humanos en el Carr Center de la Harvard Kennedy School y miembro del Laboratorio de Sociedad Civil Digital de la Universidad de Stanford (ambos en EE. UU.), Elizabeth Renieris, afirma que el bombo en torno a los pasaportes de vacunas, tanto en los EE. UU. como a nivel mundial, resulta tan inquietante como el lanzamiento de las aplicaciones de rastreo de coronavirus del año pasado. Cree que las apps se lanzaron apresuradamente y con una gran cantidad de preguntas sin respuesta sobre cómo podrían apoyar los objetivos de salud pública de manera útil.
La experta advierte: "Lo que estamos viendo es una especie de 'moja, aclara y repite'. Necesitamos pensar en cómo la tecnología se convierte en un sustituto de la gobernanza. Crea la ilusión de tener las cosas bajo control". E incide en la situación actual de la India: "Tienes a Modi [el presidente] impulsando una nueva aplicación mientras los expertos del país gritan: 'Necesitamos vacunas'".
Las lecciones tecnológicas del año pasado
Resulta necesario aclarar que los certificados de vacunación y las aplicaciones de notificación de exposición son cosas técnicamente muy diferentes. Las aplicaciones de notificación de exposición suelen funcionar de forma anónima e invisible, utilizando señales de Bluetooth entre teléfonos. A diferencia de ellas, los pasaportes de vacunación son documentos digitales vinculados a nombres reales que se muestran a desconocidos como prueba de que pueden estar cerca de usted sin temor a contagiarse.
Sin embargo, ambas tecnologías comparten algunos problemas, como su diseño y desarrollo, los tipos de entidades involucradas y el hecho de que se están implementando en un entorno de alta presión. También comparten algunos interrogantes, especialmente cuando se trata de qué aportan (o no aportan) a las políticas públicas.
El CEO de Bending Spoons, Luca Ferrari, cuya empresa fue responsable del desarrollo de la app de rastreo italiana Immuni, estuvo profundamente involucrado su lanzamiento. Pero la compañía ya no participa en la ejecución del sistema. Immuni se lanzó en junio de 2020, construida gracias a lo que Ferrari dice que fueron aproximadamente 30.000 horas de trabajo voluntario en las que lo más complicado fue navegar por las conexiones entre la tecnología y las autoridades públicas. El responsable recuerda: "Todas las personas con las que tratamos [del Gobierno] estaban genuinamente decididas a ayudar a la gente. Pero una leve desalineación de prioridades y objetivos creó grandes dolores de cabeza y retrasos".
Por ejemplo, explica que Immuni obligada a los usuarios que daban positivo por COVID-19 a contactar con sus funcionarios locales de salud pública. Pero esos departamentos a menudo estaban demasiado saturados como para manejar adecuadamente las solicitudes, por lo que la aplicación no se usó tanto como se esperaba.
También dice que el Gobierno de Italia permitió que floreciera información confusa sobre la seguridad de la aplicación, y que esperó demasiado para contrarrestarla.
Aún así, cree que la próxima ola de tecnología pandémica puede aprender de esas lecciones, y cualquier futura emergencia de salud pública también podrá beneficiarse. Y señala: "Yo animaría a las autoridades a que intenten salir de la pandemia con un conjunto de herramientas que podamos desenterrar nuevamente".
A nivel mundial, Parker y su equipo del Instituto Ada Lovelace han estado monitorizando cuidadosamente la implementación de los distintos certificados digitales de vacunación. A mediados de mayo publicaron un informe de recomendaciones de 110 páginas [pdf]. Y aunque es demasiado pronto para sopesar cómo le irá a la aplicación NHS, la experta afirma: "Van bastante despacio, lo que creo que es algo bueno".