Biotecnología
La élite científica insiste en la fuga de laboratorio como posible origen de la pandemia
Un grupo de 18 de los científicos más importantes del mundo ha publicado una carta en 'Science' en la que aseguran que esta hipótesis no se puede descartar y que la conclusión de la OMS sobre el origen natural del SARS-CoV-2 no está científicamente justificada, y piden una nueva y exhaustiva investigación
Hace un año, la idea de que la pandemia de coronavirus (COVID-19) pudo haber sido causada por un accidente de laboratorio fue denunciada como teoría de la conspiración por parte de las principales revistas, científicos y organizaciones de noticias del mundo.
Pero, dado que el origen del virus que ya se ha llevado la vida de millones de personas sigue siendo un misterio, la posibilidad de que provenga de un laboratorio se ha convertido en una teoría que no se puede descartar.
En una carta publicada recientemente en la revista Science, 18 destacados biólogos, incluido el investigador de coronavirus más importante del mundo, ponen de manifiesto la necesidad de una nueva investigación de todos los posibles orígenes del virus y piden a los laboratorios y agencias de China que "abran sus registros" al análisis independiente. El texto afirma: "Debemos tomar en serio las hipótesis sobre el origen del contagio tanto de forma natural como de laboratorio hasta que tengamos suficientes datos".
La carta, coordinada por el microbiólogo de la Universidad de Stanford (EE. UU.) David Relman y el virólogo de la Universidad de Washington (EE. UU.) Jesse Bloom, hace referencia al reciente estudio sobre el origen de la COVID-19 realizado en conjunto por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y China, que concluyó que probablemente un virus de murciélago llegó a los humanos a través de un animal intermedio y que un accidente de laboratorio fue "extremadamente improbable".
Pero, para los autores de la mencionada carta, esa conclusión no está científicamente justificada, ya que no se ha encontrado ningún rastro de cómo el virus habría pasado por primera vez a los seres humanos, y advierten que la posibilidad de un accidente de laboratorio solo ha sido estudiada de forma superficial. Solo un puñado de las 313 páginas del informe de la OMS sobre el origen del virus, junto con los anexos, se dedican a ese tema.
El conocido epidemiólogo de la Universidad de Harvard (EE. UU.) Marc Lipsitch, que se encuentra entre los firmantes de la carta, explica que no había expresado su opinión sobre el origen del virus hasta hace poco porque quería centrarse en mejorar el diseño de los estudios epidemiológicos y los ensayos de vacunas, en parte, porque el debate sobre la teoría del laboratorio se volvió muy controvertido. Y afirma: "Me mantuve al margen porque estaba ocupado lidiando con los efectos de la pandemia en vez del origen. [Pero] cuando la OMS publica un informe que hace una afirmación engañosa sobre un tema importante... hay que opinar sobre eso".
Varios de los firmantes de la carta, incluidos Lipsitch y Relman, ya habían reclamado un mayor escrutinio sobre la investigación de "ganancia de función", en la que los virus son modificados genéticamente para volverlos más contagiosos o virulentos. También se estaban realizando experimentos para diseñar patógenos en el Instituto de Virología de Wuhan (China), el principal centro de China para el estudio de virus de murciélagos similares al SARS-CoV-2. Algunos consideran el hecho de que la COVID-19 apareciera en la misma ciudad en la que se encuentra el laboratorio como evidencia circunstancial de que un accidente de laboratorio podría ser el culpable.
Lipsitch ya había estimado antes el riesgo de una pandemia causada por la fuga accidental de un laboratorio biológico de alta seguridad, con riesgos de 1 entre 1.000 y 1 entre 10.000 al año, y advirtió que la proliferación de miles de laboratorios de este tipo en todo el mundo era una gran preocupación.
Aunque los científicos chinos afirman que eso no es lo que pasó con el coronavirus, los redactores de la carta creen que es algo que solo se puede comprobar a través de una investigación más independiente. "Una investigación adecuada debe ser transparente, objetiva, basada en datos, que incluya una amplia experiencia, sujeta a supervisión independiente y gestionada de manera responsable para minimizar el impacto de los conflictos de intereses. Las agencias de salud pública y los laboratorios de investigación deben abrir sus registros al público. Los investigadores deberían documentar la veracidad y la procedencia de los datos a partir de los cuales se realizan los análisis y se extraen las conclusiones", afirma el texto.
La principal científica de enfermedades emergentes en el Instituto de Virología de Wuhan, Shi Zhengli, escribió en un correo electrónico que las sospechas de la carta estaban fuera de lugar y que dañarían la capacidad del mundo para responder a las pandemias. "Definitivamente es inaceptable. ¿Quién puede proporcionar una evidencia que no existe?", respondió Shi sobre la solicitud del grupo para ver los registros de su laboratorio.
"Es realmente triste leer esta 'Carta' escrita por estos 18 científicos prominentes. La hipótesis de una fuga de laboratorio se basa simplemente en la experiencia de un laboratorio que ha estado trabajando durante mucho tiempo en los coronavirus de murciélagos que están filogenéticamente relacionados con el SARS-CoV-2. Este tipo de afirmación definitivamente dañará la reputación y el entusiasmo de los científicos que se dedican a trabajar en los nuevos virus de animales que tienen un potencial riesgo de propagación a las poblaciones humanas y con el tiempo debilitará la capacidad de los humanos para prevenir la próxima pandemia", escribió Shi en su correo electrónico.
Foto: Shi Zhengli en un laboratorio de alta seguridad en el Instituto de Virología de Wuhan. La viróloga china subraya que las solicitudes de personas externas para inspeccionar los registros de su laboratorio son "inaceptables". Créditos: AP Images
El debate sobre la hipótesis de la fuga de laboratorio está muy politizado. En Estados Unidos, ha sido acogido con más fuerza por los legisladores republicanos y figuras de los medios conservadores, incluido el presentador de Fox News Tucker Carlson. La polarización resultante ha tenido un efecto escalofriante en los científicos, algunos de los cuales se han mostrado reacios a expresar sus propias preocupaciones, afirma Relman.
El investigador afirma: "Nos sentimos motivados a decir algo porque la ciencia no está a la altura de lo que puede ser, un esfuerzo muy justo, riguroso y abierto para obtener una mayor claridad sobre algo. Para mí, una parte del propósito era crear un espacio seguro para que otros científicos puedan expresar su opinión".
La experta en bioseguridad de la Universidad de Stanford Megan Palmer, que no pertenece al grupo de los firmantes de la carta, señala: "Idealmente, este es un llamamiento relativamente poco controvertido para ser lo más claros posible al probar varias hipótesis viables para las cuales tenemos pocos datos. Cuando la política es compleja y hay mucho en juego, un recordatorio por parte de destacados expertos puede ser lo que se necesita para obligar a otros a considerarlo detenidamente".
Esa opinión fue secundada por el contralmirante, epidemiólogo y detective de enfermedades Kenneth Bernard, que trabajó como experto en biodefensa en la Casa Blanca de Clinton y George W. Bush. Sobre la carta, afirma: "Es equilibrada, está bien escrita y refleja exactamente la opinión de todos los epidemiólogos y científicos inteligentes que conozco. Si me lo hubieran pedido, la habría firmado yo mismo".
La carta se hace eco de algunas de las preocupaciones de un llamamiento anterior para una nueva investigación, publicado en The Wall Street Journal por un grupo de 26 analistas de políticas y científicos, quienes exigieron un mayor escrutinio del laboratorio de Wuhan y argumentaron que "el equipo [de la OMS] no tenía la autoridad, la independencia o los accesos necesarios" para realizar una investigación completa y sin restricciones.
Pero ese grupo estaba formado en gran parte por personas externas, por lo que algunos reconocidos virólogos criticaron la carta con el argumento de que sus autores carecían de la experiencia adecuada. "Es difícil encontrar a algún firmante con experiencia relevante", tuiteó el inmunólogo y experto en virus del Instituto de Investigación Scripps Kristian Andersen, quien ha afirma que la evidencia disponible apunta a un origen natural.
Pero la nueva carta no puede criticarse mediante ese argumento, ya que entre sus firmantes destacan la inmunóloga de la Universidad de Yale (EE. UU.) Akiko Iwasaki, quien encabezó la investigación sobre la respuesta del sistema inmunológico al SARS-CoV-2, y el virólogo de la Universidad de Carolina del Norte (EE. UU.) Ralph Baric, que se considera la principal autoridad mundial en coronavirus y fue pionero en las técnicas para manipular genéticamente tales virus que se convirtieron en un aspecto importante de la investigación en el Instituto de Virología de Wuhan.
La nueva carta también gana más peso gracias a su publicación en Science, una de las revistas más prestigiosas del mundo. Esa elección, según Relman, fue importante. Y afirma: "Algunos de nuestros coautores nos dijeron: 'Participaré, pero no quiero formar parte de una carta abierta al mundo o de un artículo de opinión en The New York Times. No veo mi papel en esto de esa manera. Soy científico. Preferiría dirigirme a otros científicos en una revista científica'".
Si China no acepta una nueva investigación, Relman reconoce que no está claro cómo podría ser una investigación adicional o qué países participarían. Aun así, cree que la nueva carta podría ser un pretexto útil para que los demócratas y la Casa Blanca se unan a la duda sobre el origen de la COVID-19.
El investigador detalla: "Creo que hay formas de organizar una investigación de calidad. No será tan tajante como pudo haber sido si se hubiera realizado en la primera semana de enero de 2020 y si todo estuviera sobre la mesa, pero sigo pensando que no es demasiado tarde. E incluso si no obtenemos una respuesta definitiva, vale la pena intentarlo, porque llegaremos más lejos de lo que estamos ahora".
Lipsitch cree que, independientemente de si una investigación descubra o no la fuente de la COVID-19, es necesario un mayor escrutinio público sobre las investigaciones de laboratorio que trabajan con virus con potencial de propagarse sin control. Y afirma: "No se trata solo de si un accidente de laboratorio causó esta pandemia en concreto. Me gustaría que la atención se centrara en la regulación de los experimentos peligrosos, porque hemos visto lo que una pandemia puede hacernos a todos, y debemos estar extremadamente seguros antes de llevar a cabo algo que aumente esa probabilidad, aunque sea solo un poco".