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Tecnología y Sociedad

Tarde y mal: las conclusiones de la OMS sobre el origen de la COVID-19

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El informe del equipo de investigación no ofrece nueva información ni despeja ninguna incógnita sobre el inicio de la pandemia. Además, distintos investigadores critican que los científicos hayan tardado más de un mes en llegar a China para realizar el trabajo. La hipótesis de la fuga de laboratorio sigue sin descartarse

  • por Antonio Regalado | traducido por Ana Milutinovic
  • 07 Abril, 2021

Un comerciante de animales salvajes que contrajo un nuevo virus extraño de un pangolín congelado. Una trabajadora de un laboratorio especializada en virus de murciélagos que cometió un error e inhaló el aire bajo su capucha de bioseguridad. Un hombre que enfermó repentinamente tras recoger guano de murciélagos de una cueva para usarlo como fertilizante. ¿Fue alguno de estos tres escenarios el desencadenante de la pandemia de coronavirus (COVID-19)?

Esa es la pregunta a la que se enfrenta el equipo de investigación internacional designado por China y la Organización Mundial de la Salud (OMS) responsable de encontrar origen de la COVID-19. Por ahora, lo que los investigadores saben es que un coronavirus muy similar a otros encontrados en murciélagos de herradura (Rhinolophus ferrumequinum) pasó a los humanos, apareció en la ciudad china de Wuhan en diciembre de 2019, y desde allí provocó la mayor catástrofe sanitaria del siglo XXI.

También sabemos que no han encontrado el detalle clave: si efectivamente se trataba de un virus de murciélagos de herradura, ¿cómo llegó hasta los humanos desde esas criaturas que viven en sus cuevas remotas a cientos de kilómetros de distancia?

El informe de 300 páginas de este grupo, publicado el pasado martes, resume todo lo que se sabe sobre los inicios del brote, junto con el esfuerzo chino de localizar su origen, y la hipótesis más defendida: que el virus SARS-CoV-2 pasó desde los murciélagos a los humanos a través de "una especie hospedadora intermedia", como algún animal salvaje vendido como alimento en los mercados de Wuhan.

Es una teoría razonable: otros coronavirus de murciélagos han pasado a los humanos de la misma manera. De hecho, este fue el origen del SARS, el coronavirus similar que en 2003 causó pánico en el mundo cuando se extendió por el sur de China y enfermó a 8.000 personas. En el caso del SARS, los investigadores habían hecho pruebas en animales enjaulados de los mercados y rápidamente encontraron un virus casi idéntico en los gatos de algalia del Himalaya y en los perros mapaches, que también se comen en esa región.

Sin embargo, la hipótesis del huésped intermedio se enfrenta a un gran problema. Más de un año después del inicio de la COVID-19, no se ha identificado ningún animal comestible como portador del virus pandémico, a pesar de los esfuerzos de China para realizar pruebas en decenas de miles de animales, incluidos cerdos, cabras y gansos, según el director del equipo de investigación de la parte china, Liang Wannian. Nadie ha encontrado a un "progenitor directo" del virus, afirma Wannian, y por eso, la pandemia "sigue siendo un misterio sin resolver".

Cuestiones políticas en juego

Es importante saber cómo comenzó la pandemia, porque después de llevarse la vida de más de 2,8 millones de personas y causar billones de euros en pérdidas económicas, aún no ha terminado. El virus probablemente se ha introducido en nuevas especies, como conejos salvajes o incluso mascotas domésticas. Saber cómo se originó la pandemia podría ayudar a los expertos en salud a evitar la próxima, o al menos a reaccionar más rápido.

Sabemos que los beneficios de la búsqueda de origen son reales. Después del brote de SARS de 2003, los investigadores empezaron a crear una gran base de conocimiento sobre este tipo de virus. Esos datos impulsaron el proceso de desarrollo de vacunas contra el nuevo coronavirus a principios de 2020. La empresa china Sinovac Biotech recuperó el diseño de su vacuna de hace 16 años que había dejado de desarrollar al contenerse el brote de SARS.

Pero algunos temen que toda la investigación sobre los virus de los murciélagos haya resultado contraproducente de una manera impactante y apuntan a una sorprendente coincidencia: el Instituto de Virología de Wuhan, el epicentro mundial de la investigación sobre los peligrosos coronavirus de murciélagos similares al SARS, con los que está relacionado el SARS-CoV-2, se encuentra en la misma ciudad donde se inició la pandemia. Sospechan que la COVID-19 es el resultado de una fuga accidental de un laboratorio.

"Es posible que hayan causado la pandemia que pretendían prevenir", opina el antiguo asesor adjunto de Seguridad Nacional en la Casa Blanca (EE. UU.) Matthew Pottinger, que era periodista y trabajaba en China durante el primer brote de SARS y cree que es "muy probable que el virus haya surgido del laboratorio" y que el Gobierno chino se resiste a admitirlo. Sostiene que esa es la razón de que la investigación conjunta de Pekín (China) con la OMS "sea completamente insuficiente para una investigación creíble".

Mercado de Huanan en Wuhan

Foto: El mercado mayorista de mariscos de Huanan de Wuhan cerró en enero de 2020 después de que varios casos de coronavirus se vincularan a él. Créditos: IMAGINECHINA / Alamy

Está claro que la investigación para encontrar la causa de la pandemia tiene una carga política ya que podría culpar al responsable del desastre global. Desde la primavera pasada, la búsqueda del origen de lo que el anterior presidente estadounidense, Donald Trump, denominó como el "virus chino" ha estado en el fuego cruzado de las batallas comerciales entre Estados Unidos y China y las acusaciones estadounidenses de que la OMS ha tenido el papel de chivo expiatorio en Pekín. Por su parte, China ha tratado de repartir las responsabilidades. Los investigadores chinos han sugerido que la COVID-19 comenzó en Italia o que llegó a Wuhan con un lote de carne congelada. La teoría de la "cadena de frío" podría llevar el origen y la culpa mucho más allá de las fronteras de China.

Una de las consecuencias de ese ambiente tan cargado políticamente es que ha pasado un año entero hasta que los investigadores de la OMS sobre el origen del virus lograron llegar al terreno en enero, controlados muy de cerca. "Un año después, hay que preguntarse por qué tardó tanto tiempo", destaca el antiguo epidemiólogo de la OMS en China Alan Schnur, que ayudó a rastrear el primer brote de SARS. Durante ese año, habrán desaparecido algunos recuerdos y también los anticuerpos, posiblemente borrando las pistas clave.

Las primeras pistas

El equipo conjunto de investigación está formado por 15 miembros convocados por la OMS junto con un grupo chino, compuesto por veterinarios y expertos en epidemiología y seguridad alimentaria. "Existe la percepción popular de un grupo de investigadores tipo Sherlock Holmes con lupas e hisopos. Pero no es así como fue planteado ", resaltó  el epidemiólogo británico de alto nivel en la misión John Watson, durante un seminario web organizado por Chatham House el pasado marzo.

En lugar de eso, el verano pasado Pekín y la OMS acordaron una serie de estudios científicos que se llevaron a cabo en China. Cuando los miembros extranjeros llegaron a Wuhan en enero de este año, fue para ayudar en una evaluación conjunta de las pruebas que China había encontrado, no para rastrear la ciudad en busca de pistas. "No había ninguna libertad para andar por ahí", ha afirmado Watson.

Según el funcionario de seguridad alimentaria de la OMS Peter Ben Embarek, los dos objetivos principales del equipo eran determinar exactamente cuándo comenzó el brote y luego cómo surgió y saltó a la población humana. Para eso, explica el experto, se basaron en tres tipos de datos: en las secuencias genéticas del virus, las pruebas en animales y la investigación epidemiológica de los primeros casos.

La razón por la cual encontrar a las primeras personas con COVID-19 resulta importante es que permitiría a los detectives de enfermedades buscar algunos rasgos comunes, como trabajos o hábitos. ¿Todos compraban en las mismas tiendas? ¿Habían viajado recientemente fuera de la ciudad o quizás eran miembros de la familia de los científicos de algún laboratorio?

Cuando se ya había descubierto el inicio de SARS, rápidamente quedó claro que los primeros casos fueron de cocineros y personas que manipulaban animales. La mayoría también tenía anticuerpos contra el virus. Eso demostró una conexión con los animales comestibles, que se confirmó poco después cuando un equipo de Hong Kong (China) encontró un virus casi idéntico en los gatos de algalia (o civetas) enjaulados en un mercado.

Lo que los científicos en aquel entonces no sabían era el origen inicial del germen, algo que descubrieron en los años siguientes. Primero averiguaron que los virus similares al SARS tienen su hogar natural en los murciélagos en herradura. Y finalmente, en 2013, encontraron un virus que no solo era muy similar sino que también era capaz de infectar a los humanos. La investigadora principal de virus de murciélagos en el Instituto de Virología de Wuhan quien lideraba ese trabajo, Shi Zhengli, lo llamó el "eslabón perdido" en la búsqueda del origen del SARS.

Pero esta vez, la búsqueda es fundamentalmente diferente. Ya se conoce el probable origen de la COVID-19: es muy parecido a los conocidos virus de murciélagos. Incluso antes del inicio del brote, el Instituto de Wuhan había estudiado uno de ellos cuyo código genético era un 96 % idéntico al SARS-CoV-2. Se trata de una coincidencia tan grande como ese "eslabón perdido" encontrado para el primer SARS.

Foto: Los responsables del Departamento de los Parques Nacionales de Tailandia acompañan a los ecologistas en una misión de recogida de murciélagos en un esfuerzo por comprender el origen de la COVID-19. Créditos: Lauren Decicca / Getty Images

Eso significa que la actual pregunta candente no es tanto el origen más profundo del virus sino cómo un patógeno de este tipo habría terminado en la ciudad de Wuhan.

El primer consistió en verificar que el brote realmente comenzó en Wuhan y no en algún otro lugar. China realizó un esfuerzo bastante grande para averiguar si el virus de la COVID-19 podría haberse propagado, de forma desapercibida, antes de diciembre de 2019. Los investigadores chinos comprobaron los registros de más de 200 hospitales en todo el país en busca de neumonías sospechosas, rastrearon cuánto jarabe para la tos habían vendido las farmacias y analizaron 4.500 bioespecímenes almacenados antes del brote, incluidas las muestras de sangre que se analizaban para encontrar los anticuerpos. El equipo de la OMS afirma que incluso habló con el trabajador administrativo que, el 8 de diciembre de 2019, se convirtió en el primer caso reconocido de la COVID-19 en China.

Por ahora, no hay pruebas de que el brote haya pasado desapercibido en otros lugares antes de los casos de Wuhan. La evidencia genética también reduce la posibilidad de que el virus se haya propagado mucho antes. Debido a cómo el germen ha ido mutando con el tiempo, es posible estimar cuándo comenzó a propagarse entre las personas. Estos datos también apuntan a la fecha de inicio de finales de 2019.

Aproximadamente la mitad de los primeros casos de diciembre, tenían algún vínculo con el mercado al por mayor de mariscos de Huanan, un laberinto de puestos que vendían pescado congelado y algunos animales salvajes. Es por eso que los mercados de animales están bajo sospecha. Pero la investigación no acaba ahí. Las pruebas genéticas indican que estos casos son una rama del brote inicial, que el mercado era un lugar donde se amplificó su propagación, pero no necesariamente el punto de partida.

"Lo que se ve es un ejemplo clásico de brote emergente, que empezó con unos pocos casos esporádicos, luego se extendió por grupos, incluido el mercado de Huanan", afirmó Ben Embarek durante una rueda de prensa que duró tres horas en febrero de este año en Wuhan en la que el equipo conjunto presentó sus hallazgos.

Las hipótesis más probables

Eso deja abierta la cuestión de cómo y dónde el virus pasó a los humanos. Durante la misma rueda de prensa, los líderes del equipo de OMS y China, Ben Embarek y Liang, explicaron lo que denominaron como las cuatro principales hipótesis y las clasificaron, de menor a mayor probabilidad.

La primera era que alguien se había infectado directamente a través de un murciélago o su guano. Teniendo en cuenta cómo estos virus pueden adherirse a los receptores de las células humanas, existe la posibilidad de una infección directa. Pero la transmisión directa no parece tan propicia como la causa de la pandemia actual, porque los murciélagos que albergan virus similares al SARS viven a cientos de kilómetros de Wuhan. "Dado que Wuhan no es una ciudad o un entorno cercano al de estos murciélagos, la transmisión directa de los murciélagos no es muy probable", resaltó Ben Embarek durante la rueda de prensa.

Los investigadores continuaron su presentación descartando la teoría del accidente de laboratorio como "extremadamente improbable", afirmando que habían acordado no seguir adelante con ella. Su razonamiento era bastante simple: los científicos chinos de varios laboratorios de Wuhan les habían dicho que nunca antes habían visto el virus y que no habían trabajado en él. "Podría haber una fuga del virus, pero sería un virus conocido o existente. Si no existía, no habría forma de que se escapara", razonó Liang, según su traductor.

Ese argumento no es infalible. Los laboratorios locales se dedicaban a recoger muestras de las cuevas de murciélagos y llevarlas a Wuhan para su estudio. Eso significa que los investigadores podrían haber estado en contacto con virus desconocidos. Los laboratorios tampoco han sido completamente abiertos sobre los virus que conocen. El Instituto de Virología de Wuhan posee información genética sobre algunos virus similares que no ha dado a conocer públicamente. Otra información desapareció de la vista cuando a finales de 2019 el Instituto quitó de internet una base de datos, justo antes del inicio del brote.

Un problema con la teoría de la fuga de laboratorio es que presupone que los chinos mienten u ocultan algunos hechos, lo que choca con el esfuerzo científico conjunto. Esta puede haber sido la razón por la que el equipo de la OMS, por ejemplo, nunca pidió ver esa base de datos que se sacó de internet. 

El presidente de EcoHealth Alliance, Peter Daszak, que colaboró con el laboratorio de Wuhan durante muchos años y financió parte de su trabajo, asegura que "no hay pruebas" de ningún tipo para respaldar la teoría de la fuga del virus de un laboratorio.  Y afirma: "Si solo creemos firmemente [que] lo que escuchamos de nuestros colegas chinos de los laboratorios no es cierto, nunca podremos descartarlo. Ese es el problema. En esencia, no se trata de una teoría de la conspiración. Pero la gente lo ha presentado como tal, asegurando que la parte china conspiró para encubrir las pruebas".

Para los que creen que un accidente de laboratorio es probable, incluido el investigador de tecnología y seguridad nacional en el Atlantic Council, Jamie Metzl, el equipo de la OMS no es el más adecuado para llevar a cabo el tipo de investigación forense que él considera necesario. Y subraya: "Todo el mundo es partícipe en este asunto. Es una locura que un año después del inicio no haya una investigación completa sobre los orígenes de la pandemia".

En febrero, Metzl publicó una declaración en la que expresaba que estaba "consternado" por la rápida refutación de la hipótesis de la fuga de laboratorio y pidió que Daszak fuera retirado del equipo. Varios días más tarde, el director general de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus, pareció reprochar al equipo que buscaba el origen del virus en un discurso en el que puso de manifiesto: "Quiero aclarar que todas las hipótesis permanecen abiertas y requieren más estudios".

El escenario que el equipo de la OMS y China considera más probable es la teoría del "intermediario", en la que el virus de murciélago infectó a otro animal salvaje que luego fue capturado o criado como alimento. La teoría del intermediario tiene los precedentes más sólidos. No solo existe el caso del SARS, sino que en 2012 los investigadores descubrieron el síndrome respiratorio de Oriente Medio (MERS), la infección pulmonar mortal causada por otro coronavirus, y rápidamente lo rastrearon hasta los dromedarios.

El problema con esta hipótesis consiste en que los investigadores chinos no han logrado encontrar a un "progenitor directo" de este virus en ningún animal analizado. Liang detalló que China había verificado 50.000 especímenes de animales, incluidos 1.100 murciélagos en la provincia de Hubei (China), donde se encuentra Wuhan. Pero no hubo suerte: todavía no se ha encontrado ningún virus coincidente.

El equipo chino parece favorecer fuertemente la idea de los animales intermedios: que el virus podría haber llegado a Wuhan en un envío de alimentos congelados que incluía un animal salvaje congelado. Esta hipótesis de la "cadena de frío" puede resultar atractiva porque significaría que el virus proviene de miles de kilómetros de distancia, incluso de fuera de China. "Creemos que es una opción válida", señala la viróloga holandesa Marion Koopmans, que viajó con el grupo, y añade que China había analizado 1,5 millones de muestras congeladas y había encontrado el virus 30 veces. Y añade: "Puede que eso no sea sorprendente en medio de un brote, cuando muchas personas manipulan estos productos. Pero la OMS pidió estudios, inyectó el virus en peces, los congeló y descongeló, y pudo cultivar el virus. Así que es posible. No se puede descartar".

La culpa

El informe del equipo de la OMS y China sugiere las siguientes investigaciones que deberían llevarse a cabo. Incide en que se realicen más esfuerzos para rastrear el comercio de animales salvajes, incluidas las cadenas de suministro de productos congelados.

Además de realizar pruebas en los animales, Ben Embarek también destacó que China debería hacer un mayor esfuerzo para localizar a las primeras personas infectadas por la COVID-19 , pero que tal vez estaban asintomáticas o no se hicieron la prueba. Eso se podría llevar a cabo buscando muestras en los bancos de sangre, utilizando tecnología más moderna y más sensible para encontrar los anticuerpos. Y afirma: "Debemos seguir buscando material que pueda darnos una idea de los primeros días de lo ocurrido". 

Foto: El funcionario de la OMS Peter Ben Embarek (derecha) y Liang Wannian se dan la mano después de la rueda de prensa en Wuhan, China, el 9 de febrero de 2021, en la que describieron las cuatro teorías sobre cómo comenzó la pandemia de la COVID-19. Créditos: Kyodo vía AP Images

En última instancia, al buscar la causa del desastre de la COVID-19, no solo queremos saber qué sucedió. También buscamos algo, o a alguien, a quien culpar. Y cada hipótesis apunta a un culpable diferente. Para los ecologistas, la lección de la pandemia es una conclusión casi inevitable: los humanos deberían dejar de invadir las zonas silvestres.

El epidemiólogo británico John Watson afirma: "Hemos llegado a reconocer que en este tipo de investigación no se trata solo de las enfermedades en humanos, ni de una interrelación entre los humanos y los animales, sino que aporta un debate mucho más amplio sobre cómo usamos el mundo".

Mientras tanto, las autoridades chinas ya están actuando en respuesta a la teoría del intermediario, responsabilizando a los criadores de los animales salvajes y sus comerciantes. En febrero pasado, según NPR, el órgano legislativo de China comenzó a tomar medidas para "erradicar el peligroso hábito de comer animales salvajes".

A instancias del presidente del país, Xi Jinping, ya han prohibido la caza, el comercio y el consumo de una gran cantidad de "animales salvajes terrestres", una medida que nunca se implementó por completo después del primer brote de SARS. Según un reportaje publicado en Nature, el Gobierno chino ya cerró 12.000 empresas, eliminó un millón de sitios web con información sobre el comercio de vida silvestre y prohibió la cría de ratas de bambú y civetas, entre otras especies.

Luego existe la posibilidad de que la COVID-19 sea el resultado de un accidente de laboratorio. Si eso es cierto, traería las consecuencias más severas, especialmente para científicos como los encargados de encontrar el origen del virus. Si la pandemia fue causada por una investigación ambiciosa y de alta tecnología sobre gérmenes peligrosos, eso significaría que el rápido ascenso de China como potencia biotecnológica supone una amenaza para el mundo y que este tipo de ciencia debería estar estrictamente restringida, o incluso prohibida, en China y en cualquier otro lugar.

Más que cualquier otra hipótesis, un programa tecnológico patrocinado por el Gobierno que salió mal, junto con los primeros esfuerzos para ocultar las noticias sobre el brote, establecería un caso de represalias. El analista del conservador Instituto Hudson Miles Yu señala: "Si esto es una catástrofe provocada por el hombre, creo que el mundo debería pedir indemnizaciones".

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