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Todos los detalles del éxito de la sonda Hope en Marte

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Su entrada en la órbita asegura años de trabajo para el programa espacial de los EAU, que se ha convertido en el quinto del mundo en llegar al planeta rojo. Además, su hazaña aspira a estimular a sus científicos e ingenieros para fortalecer su sector espacial privado y ponerse al día con el resto del mundo

  • por Neel V. Patel | traducido por Ana Milutinovic
  • 16 Febrero, 2021

La sonda espacial Hope de los Emiratos Árabes Unidos (EAU) está haciendo historia. Su llegada con éxito a la órbita de Marte la semana pasada convierte al programa espacial de los EAU en el quinto del mundo en llegar al planeta rojo, después de la Unión Soviética, la NASA, la ESA y la Agencia India de Investigación Espacial.

Hope ha completado una hazaña conseguida por menos de la mitad de todas las naves espaciales enviadas a Marte hasta la fecha. Por cada famoso éxito como, el del róver Curiosity de la NASA, hay una historia de fracaso, como la del módulo de aterrizaje Schiaparelli de la Agencia Espacial Europea (ESA, por sus siglas en inglés), que se estrelló en 2016 contra la superficie marciana durante su descenso.

"El equipo se ha preparado lo mejor que ha podido para llegar a la órbita alrededor de Marte", asegura la presidenta de la Agencia Espacial de los EAU Sarah Al Amiri. Además del interesante trabajo científico que Hope tiene por delante, la misión Emirates Mars no se limita a culminar un viaje que comenzó el verano pasado. 

En realidad, representa el futuro de un programa espacial en ciernes que quiere emprender proyectos más ambiciosos, y de un país que desea convertirse en un nuevo centro de innovación tecnológica y científica para Asia. Independientemente de los hallazgos que haga Hope, su impacto ya es notable. 

La parte científica

La misión Emirates Mars forma parte de una investigación más amplia que los científicos planetarios iniciaron hace décadas, con la esperanza de descubrir qué transformó a Marte de un mundo húmedo, cálido y potencialmente habitable en otro seco y frío. Una gran pieza de ese rompecabezas reside en averiguar cómo Marte perdió la mayor parte de su atmósfera, de modo que sus lagos y ríos se evaporaron con el tiempo. 

La misión planea estudiar la atmósfera con el orbitador Hope y sus tres instrumentos clave. Una cámara tomará fotografías del planeta usando una gran cantidad de filtros que reducen diferentes longitudes de onda, lo que ayuda a los científicos a descubrir más sobre el contenido de agua y hielo en la atmósfera o la naturaleza de las tormentas de polvo más cercanas al suelo.

Hope orbitará Marte a una altitud mayor que cualquier otra misión previa al planeta rojo, lo que permitirá ver la mitad del planeta independientemente de dónde esté el orbitador. La mayoría de los otros orbitadores de Marte se mueven alrededor de los polos, por lo que se ven obligados a observar las ubicaciones a las mismas horas del día cada vez que pasan por encima. En cambio, Hope orbitará casi en paralelo al ecuador, por lo que podrá observar distintas ubicaciones en muchos puntos diferentes a lo largo del día y ver cómo las cosas pueden cambiar con el tiempo a medida que amanece y atardece. 

Además, su órbita elíptica ofrecerá diferentes formas de observar el planeta. A mayores distancias, la nave espacial tendrá una vista de todo el planeta Marte para analizar los cambios atmosféricos globales durante todo el día, mientras que a distancias más cercanas puede mirar las regiones específicas para determinar cómo la atmósfera en esos lugares cambia cada minuto, cada hora. 

"La fase más arriesgada" 

Durante la entrada de Hope en la órbita marciana, la distancia entre la Tierra y Marte provocó un retraso de 11 minutos en la comunicación que obligó a automatizar una parte del proceso, durante la que los equipos terrestres no pudieron controlar lo que ocurría. Básicamente, tuvieron que sentarse a esperar que ocurriera lo mejor, como finalmente pasó.

El científico de la Universidad de Colorado en Boulder (EE. UU.) Pete Withnell, que trabaja en la misión Hope, cuenta: "Gran parte de la ingeniería se ha centró en hacer que el momento [de la inserción orbital de Marte] fuera completamente autónomo. Durante ese tiempo, fuimos observadores. Pudimos ver lo que sucedía, pero no pudimos interactuar en tiempo real".

Fue "la fase más arriesgada del proyecto, algo que realmente no se puede probar en la Tierra al 100 %, porque no es posible simular el entorno", añade el jefe de proyecto de la misión, Omran Sharaf.

Gracias a su éxito, durante los próximos meses, la misión pasará de su "órbita de captura" a la "órbita científica" aprovechando ese tiempo para poner en marcha sus instrumentos y calibrarlos para las investigaciones oficiales. Esa transición debería terminar a finales de abril o principios de mayo. Según Al Amiri, el equipo espera que los primeros datos científicos estén disponibles para la comunidad investigadora a principios de septiembre. 

Más que una simple misión

Los riesgos son la parte más importante. Uno de los mayores objetivos de los Emiratos Árabes Unidos a través de la misión Emirates Mars ha sido el de estimular a una generación joven de científicos e ingenieros para que se adentren en el desarrollo de los sistemas espaciales para ayudar al país a entrar a la economía espacial. Como muchas otras naciones, los EAU quieren capitalizar el aumento del desarrollo de pequeñas naves espaciales y "crear nuevas empresas comerciales en el espacio", resalta Al Amiri, y añade que ha notado una oleada de entusiasmo entre los estudiantes de ciencias e ingeniería, que están tomando en serio la idea de entrar a la industria espacial. 

Sharaf explica que parte del hardware de la misión fue desarrollado y fabricado por empresas de los EAU, y añade: "Fue un muy buen tipo de plataforma de prueba para comprender las brechas que tenemos dentro de nuestro ecosistema y cómo podemos diseñar un programa para nuestras futuras misiones que integre mejor al sector privado".

Para el país tenía sentido intentarlo con Marte en vez de hacer una demostración de alta tecnología en la órbita de la Tierra o incluso una misión a la Luna. Sharaf detalla: "Fue un enfoque arriesgado, pero, como nación joven, debemos ponernos al día. Cuando se trata de tecnología y ciencia, la curva de aprendizaje no es realmente lineal, es muy exponencial. Será mucho más difícil seguir el ritmo en el futuro. Por eso hemos empezado apostando por Marte".

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