El plan del país más contaminante del mundo de volverse neutro en carbono para 2060 choca con algunas de sus iniciativas energéticas actuales. Sin embargo, se está alzando como líder en la lucha contra la emergencia climática y podría compensar sus emisiones con enormes sistemas de captura de CO2
El presidente de China, Xi Jinping, ha anunciado sus planes para que el país logre la neutralidad en carbono para 2060, lo que marca un ambicioso objetivo dado que se trata de la nación más contaminante del mundo a nivel climático.
La promesa de Xi, realizada ante la Asamblea General de la ONU del pasado martes, parece difícil de compaginar con las recientes acciones del país. Concretamente, China se encuentra en medio de un auge constructivo asociado al carbón. A finales del año pasado, tenía casi 150 gigavatios en desarrollo mediante centrales de energía a carbón, lo que igualaría la capacidad total de la Unión Europea, según la organización sin ánimo de lucro Global Energy Monitor, que monitoriza proyectos de carbón en todo el mundo.
Esas centrales pueden operar fácilmente durante 60 años o más, por lo que cualquier proyecto construido este año podría continuar emitiendo gases de efecto invernadero varias décadas más allá de 2060.
Parece que China intenta tener ambas cosas. Por un lado, el país se está imponiendo como líder en la lucha contra el cambio climático hasta tal punto que el presidente de EE. UU., Donald Trump, ha renunciado a cualquier papel que Estados Unidos pudiera haber desempeñado antes en ese campo. Y sus retrocesos en las políticas ambientales seguramente se intensificarán si sale relegido a finales de este año.
China también espera ampliar su posición dominante como gran potencia de fabricación de tecnología limpia del mundo, aprovechando la mayor parte de los ingresos del cambio global hacia las fuentes de energía de bajas emisiones. Ya produce la mayoría de las baterías de iones de litio, paneles solares y turbinas eólicas del mundo y vende la mayor parte de los vehículos eléctricos.
Pero el paquete de estímulo económico de seis billones de euros de China a principios de este año aumentó aún más los fondos para la construcción de plantas energéticas de carbón. Además, los bancos chinos han estado financiando decenas de proyectos de este tipo en otros países a través de su Iniciativa Belt and Road.
Por eso, existen claras discrepancias entre la teoría y la práctica. Aun así, la declaración del martes puede ser significativa.
También coincide con la elaboración del próximo plan quinquenal de China, como señala el profesor asistente de la Escuela de Estudios Internacionales Avanzados de Johns Hopkins (EE. UU.) Jonas Nahm. Por lo tanto, podría indicar que el país se está preparando para implementar políticas de emisiones más estrictas, incluso aunque no sean suficientes para cumplir con el objetivo de 2060.
Si China logra volverse neutra en carbono, ya sea, por ejemplo, desactivando sus muchas centrales de carbón o instalando costosos sistemas de captura de carbono en ellas, tendría un enorme impacto global. El país es responsable de tantas emisiones que esas reducciones podrían disminuir por sí solas hasta 0,3 ˚C de las proyecciones de calentamiento global, según un análisis de Climate Action Tracker.
De todas formas, el anuncio en sí mismo podría ejercer una mayor presión sobre otros países para que intensifiquen sus objetivos climáticos ya que las tecnologías limpias y los compromisos de reducción de emisiones se han convertido en la moneda de cambio para las nuevas asociaciones comerciales, los mercados y otros ámbitos de actuación.