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Robert Hood / Instituto de Investigación del Cáncer Fred Hutchinson

Biotecnología

"El 98 % de las personas con COVID-19 se cura por sí sola"

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Tras décadas luchando contra el VIH, el virólogo Larry Corey se ha convertido en el máximo responsable de la investigación farmacológica contra el coronavirus de EE. UU. Se muestra optimista sobre el descubrimiento de una vacuna y la capacidad del mundo de producir dosis suficientes

  • por Antonio Regalado | traducido por Ana Milutinovic
  • 14 Septiembre, 2020

La administración del presidente de EE. UU., Donal Trump, ha discutido con distintos gobernadores y médicos sobre un montón de cuestiones, desde el cierre de restaurantes hasta el uso de mascarillas y la reapertura de escuelas, e incluso sobre qué medicamentos podrían ayudar a luchar contra el coronavirus (COVID-19).  Y, de momento, uno de los pocos puntos de acuerdo es el impulso total al desarrollo de una vacuna. Los laboratorios han fabricado docenas de candidatos con distintas técnicas, desde las inyecciones rápidas de ARN hasta las comprobadas de gérmenes muertos. 

El esfuerzo de la Casa Blanca para tener al menos una de estas vacunas en el mercado para enero se llama Operación Warp Speed. El Gobierno ha entregado más de 5.000 millones de dólares (4.420 millones de euros) a los fabricantes de vacunas y ya está abordando el próximo escollo: ensayos en humanos que involucran hasta a 150.000 voluntarios para determinar cuál de las vacunas funciona, si es que alguna lo hace. 

En julio, la administración Trump nombró al virólogo del Centro de Investigación del Cáncer Fred Hutchinson, Lawrence Corey, como persona clave para las grandes pruebas en humanos. Corey, experto en VIH / SIDA, había dirigido una red de clínicas financiadas con los fondos federales de EE. UU. donde se probaban posibles vacunas contra el VIH. En la actualidad ese personal, laboratorios e infraestructura se están dedicando a luchar contra la COVID-19. 

A principios de julio, mantuvimos una conversación con él sobre las perspectivas de una vacuna contra la COVID-19.

El objetivo de la Operación Warp Speed es tener "suministros sustanciales" de una vacuna segura y eficaz para enero en EE. UU. ¿Cree que eso sucederá?

Creo que existe la posibilidad de tener una respuesta para una vacuna para enero de 2021, pero febrero, marzo y abril sería el plazo más razonable. Nuestro objetivo es probar varias vacunas y tener respuestas unos seis meses después. Si comenzamos en julio, las tendremos a finales de enero. Pero si empezamos en septiembre, no llegarán hasta finales de marzo. Esa es la línea de tiempo para las vacunas con una efectividad del 50 %. Si la efectividad alcanza el 90 %, lo sabremos antes, tal vez en dos meses. 

¿Podría ser solo parcialmente efectiva? 

Sí. Las vacunas contra la gripe tienen una efectividad del 60 % o del 80 %, en función de la cepa. Pero no es raro que una vacuna tenga un efecto mayor en el extremo más grave de la curva. Puede tener una efectividad general del 50 %, pero si redujera las hospitalizaciones entre los mayores o entre los afroamericanos o hispanos [tres grupos afectados de manera desproporcionada por la COVID-19] en un 80 %, sería una vacuna bastante efectiva.

¿Qué vacunas probará en voluntarios?

Las públicamente conocidas son la vacuna de RNA de Moderna y las vacunas de AstraZeneca, Johnson & Johnson y Novovax. [Nota del editor: después de esta entrevista, se anunció una subvención a Pfizer y AstraZeneca paralizó su ensayo en fase 3 después de que un voluntario desarrollara una respuesta adversa grave]. 

¿Cuándo supo que su red de ensayos contra el VIH tendría un papel importante en la lucha contra la COVID-19? 

Fue después de mi vuelta de una reunión sobre el VIH en Sudáfrica en febrero. Anthony Fauci, quien es mi íntimo amigo y colega, me llamó y me dijo: "Larry, tenemos que desarrollar una infraestructura para probar las vacunas contra la COVID-19, y vosotros sois los más adecuados para hacerlo. Tu red tiene la mayor infraestructura; tienes los laboratorios y la experiencia". Se comunicó públicamente en julio, pero en realidad hemos estado trabajando en esto los siete días de la semana durante cuatro meses y medio. 

Después de todos estos años, todavía no hay una vacuna contra el VIH, ¿qué indica eso en relación con una vacuna contra la COVID-19?

El cuerpo humano no cura el VIH por sí solo, así que ha sido un problema increíblemente difícil crear una vacuna. La ciencia en torno a la COVID-19 es mucho más optimista. Según la mortalidad, el 97 % o el 98 % de las personas con COVID-19 se curan de la infección por sí solas. Eso significa que el sistema inmunológico reconoce la COVID-19 de forma diferente al VIH. Así que deberíamos tener mucho más éxito.

¿Por qué es tan importante encontrar una vacuna? 

Cuando se trata del control poblacional de enfermedades infecciosas, la vacunación ha sido realmente la herramienta más eficaz. Con el VIH cerramos los bares, los baños gay, y eso tuvo cierto efecto, pero en realidad se necesitan intervenciones biomédicas para lograr un impacto. Podemos provocar cambios de comportamiento, distanciamiento social, pero si queremos subirnos a un avión para viajar y sentirnos bien yendo a restaurantes, necesitamos una vacuna para 7.000 millones de personas. 

Pero el VIH ya está controlado por medicamentos antivirales, que también pueden prevenir que alguien lo propague. ¿Por qué todavía necesitamos una vacuna contra el coronavirus?

Porque no se puede diagnosticar y tratar a todos con la suficiente rapidez para prevenir la transmisión. Hemos tenido excelentes medicamentos durante una década, casi dos décadas, pero todavía tenemos 1,4 millones de casos nuevos de VIH cada año. La realidad es que el VIH se contrae de forma asintomática y se transmite igual. 

Eso explica por qué las pruebas de diagnóstico y el rastreo de contactos no funcionan con la COVID-19. Se contrae asintomáticamente, no sabemos si lo tenemos y nos comportamos de una forma que da como resultado la transmisión. Con el VIH es manteniendo relaciones sexuales, pero con la COVID-19, se trata simplemente de caminar y tocar a la gente. La realidad es que estas infecciones se contraen por las personas de las que menos sospechamos. 

En algunos acuerdos de Warp Speed, EE. UU. tiene garantizado el acceso exclusivo a los primeros lotes de vacunas. ¿Es eso justo que EE. UU. acapare las asignaciones iniciales?

Cuando se mira el programa total, hay cinco vacunas, cada una con 100 millones de dosis, o 500 millones de dosis [en total]. Y Johnson & Johnson habló de 1.000 millones de dosis. Si lo sumamos, eso es mucho más de lo que se necesita para nuestro país. Habrá vacunas disponibles para el resto del mundo, y por supuesto los datos también. 

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