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Marcin Wolski

Tecnología y Sociedad

Así ha sido la incómoda convivencia de Yandex y el Kremlin

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La mayor empresa tecnológica de Rusia ofrece casi tantos servicios como las principales Big Tech mundiales, pero eso tiene un precio. Las informaciones sobre injerencias políticas han estado presentes durante más de una década, lo que ha chocado con las peticiones de los inversores extranjeros por conservar la independencia

  • por Evan Gershkovich | traducido por Ana Milutinovic
  • 22 Octubre, 2021

Durante el confinamiento por el coronavirus en Moscú (Rusia), desde finales de marzo hasta mediados de junio del año pasado, la capital rusa estaba vacía, casi por completo. Cuando iba al supermercado o a la farmacia, me adelantaba una multitud de ciclistas con el característico uniforme amarillo del servicio de reparto de comida a domicilio de Yandex. En la carretera, los pocos vehículos, aparte de los coches de policía o los autobuses, eran los taxis (que se desinfectaban en las estaciones recién abiertas) de la empresa Yandex.

Yandex, a la que se suelen referir en Occidente como la Google de Rusia, en realidad es más como Google, Amazon, Uber y quizás algunas otras empresas combinadas. Los rusos consultan a Alice, la asistente virtual de Yandex, para que les ayude a realizar sus compras online en Yandex Market. Usan su sistema de correo electrónico, escuchan su reproductor de música y visitan su página web de recomendación de películas. Mientras se toman el café, leen las noticias de la mañana en el agregador de Yandex News. Se envían dinero entre ellos a través de Yandex Wallet. Y encuentran su camino a través de Yandex Navigator, una herramienta análoga a Google Maps.  El CEO y cofundador de esta empresa que cotiza en Nasdaq, Arkady Volozh, la ha descrito no como simplemente una parte del Silicon Valley de Rusia, sino como el propio Silicon Valley ruso.

Los nuevos servicios aparecen a una velocidad vertiginosa. Alrededor de Moscú, Yandex ha estado probando una flota de más de 100 coches sin conductor, un trabajo que ni siquiera el coronavirus pudo detener. Yandex Lavka ("Yandex Shop [tienda]"), la app de entrega de alimentos a domicilio que se lanzó en junio de 2019, garantiza entregas en 15 minutos, más rápido que cualquier servicio ofrecido por Amazon. Uno de los cerebros de este proyecto, Ilya Krasilshchik, de 33 años, recuerda cómo, durante la turbulenta transición de Rusia a la economía de mercado de principios de la década de 1990, su madre regresó de un viaje con un cubo de cacao en polvo por si acaso la familia no podría conseguirlo en su país. Ahora, décadas después, los moscovitas tienen el exceso al alcance de su mano: el artículo más popular de Lavka en el verano de 2019 fue la sandía cortada a cuartos; entregada fría, por supuesto.

Foto: Los ciclistas de Yandex que reparten comida estaban omnipresentes en las calles de Moscú incluso durante el confinamiento por la COVID-19. Créditos: Anatoly Zhdanov / Kommersant / Sipa USA.

En una tarde nevada de finales de febrero de 2020, justo antes de que la pandemia se apoderara de Rusia, salí de una concurrida calle de Moscú hacia un tranquilo patio. Iba a encontrarme con Rostislav Meshchersky el gerente de 28 años de una de las llamadas "tiendas oscuras" de Lavka, esos lugares donde los productos comprados online se almacenan discretamente para su distribución. Meshchersky me llevó a una puerta de garaje abierta en la parte trasera del patio, que conducía a un sótano lleno de estantes repletos de todo, desde pasta hasta zumo de frutas y papel higiénico. Me contó: "Bromeo con mis amigos diciendo que sé a dónde hay que ir en Moscú en caso de apocalipsis".

Apenas unas semanas después, eso ya no era una broma. En abril del año pasado, Lavka recibió unos 900.000 pedidos de los ciudadanos rusos encerrados en sus casas por el confinamiento, mientras que los clientes de los servicios de entrega de comida en general de Yandex, incluido el reparto a los restaurantes, aumentaron más del doble. Aunque la compañía se vio afectada en otros servicios como los viajes en coches privados con conductor (cuando toda su flota fue sacada de las calles durante el confinamiento de Rusia), tantas personas encerradas en sus casas subieron el tráfico en las plataformas de búsqueda y transmisión de vídeos de la empresa.

Pero el éxito de Yandex ha tenido un precio. El Kremlin llevaba mucho tiempo considerando internet como un campo de batalla en sus crecientes tensiones con Occidente y se preocupaba cada vez más de que una empresa como Yandex, con la gran cantidad de datos que tiene sobre los ciudadanos rusos, algún día pueda caer en manos extranjeras.

Esto significa que dirigir a un gigante tecnológico en Rusia es un trabajo delicado. Por un lado, está el Kremlin; por el otro, Nueva York (EE. UU.), con las exigencias de los inversores de que la empresa mantenga su independencia. Pero, en un mundo golpeado por la pandemia, cada vez más preocupado por proteger las fronteras y regular la industria tecnológica, el dilema de Yandex podría no ser solo un caso ruso.

Un acuerdo dorado

Yandex, abreviatura de "otro indizador", no siempre ha tenido todo ese tipo de servicios. Después de sus inicios en 1997, la compañía compitió durante años por la supremacía entre los motores de búsqueda locales con otra empresa rusa, Rambler.

Al final, Rambler se convirtió en el Yahoo del Google Yandex. Pero la verdadera Google pronto entró en el mercado, y, mientras Yandex tenía una ventaja al enraizar su algoritmo de búsqueda en los detalles del idioma ruso, su rival de California (EE. UU.) empezó a ponerse al día. Uno de los primeros inversores de la compañía rusa, Leonid Boguslavsky, me afirmó: "Aproximadamente medio año antes de que Google saliera a bolsa, hizo una oferta para comprar Yandex, y debo decir que estuvimos considerando esa oferta muy en serio".

La oferta tuvo lugar en 2003. Pero uno de los cofundadores de Yandex, Ilya Segalovich, dijo: "Luchemos", recordó Boguslavsky. Aunque Segalovich murió en 2013 por cáncer de estómago, la lucha continúa hasta hoy: si bien Google periódicamente superaba a Yandex, la empresa rusa actualmente tiene alrededor del 59 % del tráfico ruso de búsqueda frente al 39 % de Google.

El mismo año en el que murió Segalovich, Yandex contrató al analista de fondos de inversión formado en la Escuela de Negocios de la Universidad de Harvard (EE. UU.) Greg Abovsky, nacido en Ucrania y que comenzó su carrera con Morgan Stanley en Nueva York. Abovsky, que ahora es el director financiero y director de operaciones de Yandex, recuerda: "Cuando llegué, nos dimos cuenta de que las búsquedas se ralentizarían en algún momento". Al incorporarse, la publicidad de las búsquedas representaba alrededor del 99 % de los ingresos de la empresa. Hace un año ya representaba aproximadamente el 64 %, y los ingresos totales habían crecido de 1.200 millones de dólares (1.031 millones de euros) en 2013 a 2.800 millones de dólares (2.405 millones de euros) en 2019.

Pero, mientras Yandex se convertía en el jugador dominante en el mercado tecnológico ruso, también seguía inevitablemente bajo la atenta mirada de las autoridades.

Uno de los primeros enfrentamientos fue en agosto de 2008, cuando Rusia libró una guerra de cinco días con la vecina Georgia. Mientras se desarrollaba el conflicto, Yandex News presentaba artículos en ruso que cubrían ambos lados. El mes siguiente, según los periodistas Andrei Soldatov e Irina Borogan en su libro The Red Web, dos funcionarios del Kremlin visitaron la sede de Yandex. Uno fue el subdirector de la Administración presidencial de Rusia, Vladislav Surkov, el hombre que acuñó el término orwelliano "democracia soberana" para describir el sistema del Gobierno ruso que no toleraba la intromisión extranjera en sus asuntos.

En 2008, cuando Rusia libró la guerra de cinco días con Georgia, Yandex News presentaba artículos en ruso que cubrían ambos lados del conflicto. El mes siguiente, dos funcionarios del Kremlin visitaron la sede de Yandex

El director de Yandex News en ese momento, Lev Gershenzon, tuvo la tarea de explicar a los visitantes oficiales cómo funcionaba el servicio. Según el libro, mostraba las capturas de pantalla de artículos que el algoritmo del agregador había seleccionado como noticias principales. Surkov le interrumpió: "Este es nuestro enemigo", dijo, señalando un medio liberal. "¡Eso es lo que no queremos!".

La empresa prometió mantener a partir de entonces una línea abierta con el Kremlin, aunque Gershenzon destacaba que siempre reiteraría que era un algoritmo, no una persona, quien elegía las principales noticias. Aun así, no siempre estuvo de acuerdo con cómo se mantenía esa línea de comunicación.

En la miniserie documental Holy War, sobre internet en ruso, Gershenzon recuerda: "Volozh y yo fuimos al edificio de la Administración presidencial varias veces y yo le decía: 'Escucha, tienes un negocio tan poderoso, ¿por qué vas a ellos? Si es realmente necesario, que acudan ellos a ti'. Incluso un geek como yo sabía que, si te inclinas hacia ellos, nunca te dejarán volver hacia atrás de nuevo".

Ese mismo año, Yandex luchó contra una posible adquisición por parte del oligarca vinculado al Kremlin Alisher Usmanov, que presionaba por el apoyo del presidente Dimitri Medvédev en temas de seguridad nacional. En 2009, para satisfacer los intereses del Gobierno, Yandex entregó al mayor prestamista de Rusia, el estatal Sberbank, lo que se denominó la acción de oro, que permitía al banco vetar las transacciones que involucraban más de una cuarta parte de las acciones de Yandex. Ese acuerdo calmó a las autoridades rusas durante una década, hasta que dejó de hacerlo.

Seguir por la cuerda floja

En mayo pasado, Rusia aprobó una ley para crear el llamado "internet soberano", la infraestructura de comunicaciones de propiedad estatal que permitiría al país aislarse de internet global mientras permanecía online en una burbuja de servicios de propiedad rusa. La ley exige que los proveedores de servicios de internet instalen equipos proporcionados por el Gobierno para contrarrestar las ampliamente definidas "amenazas" a la estabilidad e integridad de internet, y otorga a las autoridades enormes poderes para tomar el control de la red si aparecen tales amenazas. Una tarde del invierno pasado, tomando té en sus oficinas, el exdirector del rival de Yandex, Rambler, y en la actualidad defensor del internet soberano en la televisión estatal y en las audiencias gubernamentales Igor Ashmanov expuso su propósito.

"Imagine que usted vive en un pequeño pueblo cerca de una ciudad que le proporciona electricidad, y el alcalde de la ciudad ha dicho que usted es su enemigo y que, si puede hacerle daño, lo hará", me explicó Ashmanov. "usted podría decidir comprar un generador para asegurarse de seguir teniendo la electricidad en caso de que este alcalde loco apague el interruptor. De esto se trata con el internet soberano".

A lo mejor lo más importante para el Kremlin era que el internet soberano también le daría a Rusia más control sobre lo que sus propios ciudadanos podrían ver online. En 2011, la Primavera Árabe, impulsada por las redes sociales, se extendió por todo Oriente Medio. Ese diciembre, después de que Vladímir Putin anunciara que volvería a presentarse a la presidencia tras un período como primer ministro, las protestas masivas, planeadas en Facebook, sacudieron a Rusia. A raíz de las manifestaciones, el Kremlin comenzó a ver a las empresas tecnológicas extranjeras como herramientas utilizadas por otros gobiernos para entremeterse en sus asuntos. El propio Putin expresó esas preocupaciones en una rueda de prensa en 2014, cuando describió internet como un "proyecto de la CIA" e insinuó que el propio Yandex había sido "presionado" para incluir a extranjeros en su dirección y estaba registrado en el extranjero "no solo por cuestiones fiscales sino por otras razones". La empresa matriz está constituida en los Países Bajos, y seis de los 12 miembros actuales de la Junta Directiva no son rusos, incluido el presidente, John Boynton, que está en Massachusetts (EE. UU.).

Ese miedo a la interferencia extranjera se ha intensificado con los años. Durante una audiencia del Gobierno en 2018 sobre seguridad nacional, Ashmanov describió Facebook, Instagram y Twitter como armas estadounidenses entrenadas para actuar contra Rusia.  Ashmanov me dijo: "Lo que los estadounidenses podrían hacer con una empresa como Yandex entre sus manos es algo que ni siquiera quiero imaginar".

Mientras el suelo se movía bajo sus pies, Yandex luchó por mantener el equilibrio, según Boynton. En una entrevista telefónica, aseguró: "Hemos hecho todo lo posible para mantenernos alejados de la política". Pero, sin embargo, añadió, la compañía descubrió que estaba cada vez más "arrastrada a las áreas donde no queríamos estar".

La situación alcanzó el punto crítico un jueves por la mañana en octubre de 2018, cuando se filtraron los rumores de que Sberbank estaba en conversaciones para comprar una participación de hasta 30 % en Yandex con el fin de proteger a la empresa de "posibles problemas". Cuando se abrió el comercio en Nueva York, sus acciones se desplomaron 9,4 %, y perdió más de mil millones de dólares en valor de mercado, por temor a que el prestamista estatal pudiera tomar el control de la empresa. Boynton recuerda: "Ese fue el momento en el que nos dimos cuenta de que había algo más grande en marcha".

Al día siguiente, la empresa perdió otros mil millones de dólares. Según Financial Times, en una reunión de emergencia que tuvo lugar en la madrugada del sábado, Volozh decidió no seguir adelante con el acuerdo con Sberbank.

Yandex inició conversaciones con la administración de Putin sobre una nueva estructura directiva, pero la presión siguió intensificándose. En junio de 2019, un legislador poco conocido, Anton Gorelkin, presentó un proyecto de ley para limitar la propiedad extranjera en las empresas que el Gobierno ruso consideraba "importantes recursos de información". A los inversores externos se les permitiría poseer solo el 20 % de esas empresas, un duro golpe para Yandex, que tenía el 85 % de sus acciones cotizando en los mercados estadounidenses. Cuando el Kremlin se pronunció en apoyo de la ley de Gorelkin unos meses después, los temores en Nueva York quitaron otros 1.500 millones de dólares (1.270 millones de euros) del valor de Yandex en un solo día.

En noviembre de 2019, después de 13 meses de agotadoras negociaciones, Yandex presentó una solución. Entregaría la acción de oro de Sberbank, ese poder de veto sobre las grandes transacciones, a una recién creada "fundación de interés público" que tendría estrechos vínculos con el Gobierno. El veto también se reforzaría para incluir los acuerdos y transacciones relacionados con la propiedad intelectual y la transferencia de datos de los usuarios rusos. Aunque la nueva fundación tendría 11 puestos en su dirección, solo tres pertenecerían a Yandex; el resto se repartiría entre los influyentes grupos empresariales y las universidades estatales. Quizás lo más importante desde la perspectiva del Kremlin fue que la nueva fundación podría impedir que Yandex firmase acuerdos con gobiernos extranjeros.

Eso pareció calmar la situación. Gorelkin aseguró que pondría su ley de nuevo sobre la mesa. Días después, el parlamento ruso aprobó la ley que exigía que la tecnología rusa se instalara automáticamente en los dispositivos vendidos en Rusia, una medida que los analistas estimaron que aumentaría el valor de Yandex en 1.400 millones de dólares (1.188 millones de euros). Unas semanas más tarde, Putin, que había criticado las relaciones exteriores de Yandex unos años antes, elogió sus proyectos con los socios extranjeros y habló positivamente de una reunión a puerta cerrada con su alta dirección.

No obstante, aunque el Kremlin parece haber sido apaciguado, no lo están todos. El poder en el Gobierno de Rusia está dividido entre distintos grupos rivales, con Putin mediando entre ellos. El grupo conocido como los siloviki (funcionarios vinculados a las fuerzas del orden) consideraba la creación de la fundación de Yandex como una media victoria, sostiene la fundadora del sitio de análisis político R.Politik, Tatiana Stanovaya. "Por un lado, creen que Yandex está indirectamente en deuda con el Gobierno", destaca. "Por otro lado, es puramente técnico. Yandex no cumplirá con todas y cada una de las exigencias. Y si la confrontación con Occidente sigue aumentando, [las autoridades] podrían reconsiderar este acuerdo".

Cuando hablé con Boynton en el invierno de 2019, después de tanto jaleo, se veía positivo. Pero también señaló que las cosas podrían volver a cambiar rápidamente. "En Rusia", subrayó, "nada está garantizado".

¿Un ejemplo para las Big Tech?

Mientras los siloviki ven a Yandex como un colaborador poco fiable, los críticos liberales han notado cada vez más señales de que la empresa está al servicio de las autoridades. A finales de febrero, por ejemplo, un policía acusado de colocar droga a un periodista de investigación dijo que había obtenido la dirección del periodista al pedirle a Yandex Taxi que se la proporcionara. Yandex respondió que siempre cede a las solicitudes de los servicios de seguridad para "ayudar a salvar vidas", aunque el grupo anti-censura, Roskomsvoboda, señaló que no siempre estaba obligado a hacerlo por ley.

A medida que crecía la pandemia, las dudas sobre la independencia de la empresa se volvieron más fuertes. A principios de abril de 2020, las noticias destaparon que las autoridades de Moscú estaban considerando vigilar a los turistas extranjeros a través de los datos de sus teléfonos móviles cuando las fronteras se abrieran de nuevo, y que Yandex podría desarrollar esa herramienta. La empresa negó esa afirmación.

Volozh y Putin

Foto: El CEO de Yandex, Arkady Volozh (izquierda), con el presidente Vladimir Putin, que visitó las oficinas de Yandex en 2017 para conmemorar su vigésimo aniversario. Créditos: Itar Tass News Agency / Alamy Stock Photo.

Luego, cuando empezaron a aparecer algunos comentarios críticos de los activistas de la oposición junto a los edificios de la dirección en Yandex Navigator, como una especie de alternativa digital a las protestas callejeras, Yandex eliminó los mensajes y afirmó que estaban equivocados. Finalmente, una noche a finales de abril, algunos usuarios de internet notaron que las búsquedas en Yandex sobre el líder de la oposición Alexéi Navalni mostraban principalmente el contenido negativo. Yandex se disculpó y aseguró que se trataba de un "experimento" que se mostró solo a un pequeño número de usuarios. El comentarista ruso Alexander Plushev señaló que tales pruebas son comunes en todas las plataformas tecnológicas, pero añadió: "Cualquier incidente con Yandex ahora se interpreta a través del prisma de su control por parte de las autoridades".

Si Yandex cede demasiado ante el control estatal, corre el riesgo de perder su activo más preciado: su talento. El jefe del departamento de Investigación e Inteligencia Artificial de Yandex, Misha Bilenko, comenta: "Siempre digo que mis principales competidores son [los aeropuertos de Moscú] Sheremetyevo y Domodedovo".

En febrero de 2020, un policía acusado de colocar droga a un periodista de investigación dijo que había obtenido la dirección del periodista pidiéndole a Yandex Taxi que se la proporcionara

Bilenko pasó 23 años en Estados Unidos, incluida una década en Microsoft, antes de regresar a Rusia hace unos años. Lo que lo atrajo de vuelta, explica, fue el acceso a tantos recursos diferentes dentro de Yandex y la oportunidad de ayudar a mejorar la vida de los rusos en su conjunto. Pero, como me dijo un empleado que quiso hablar de forma anónima, Yandex perdería ese tipo de atracción y poder si el Gobierno se esforzara demasiado en dominarlo. Esta persona dijo: "Tenemos mucha gente progresista aquí. Si no nos gusta lo que vemos, nos iremos".

En la actualidad Yandex, al menos públicamente, afirma que todo marcha bien. Sus concesiones al Kremlin podrían haber sido mucho mayores. También son algo que pronto podrían considerar otros. "Lo que ha hecho Yandex no solo es relevante en el contexto de la Rusia de Putin", argumentó el columnista de Bloomberg Leonid Bershidsky el año pasado. "Podría verse como un ejemplo para las Big Tech".

Al igual que Yandex, continuó Bershidsky, las empresas como Google o Facebook podrían establecer estructuras directivas cuasi autónomas con derecho a vetar ciertas decisiones. "Si ese tipo de estructura puede ganar la aprobación incluso de un régimen autoritario como el ruso [...], probablemente también podría satisfacer a la mayoría de los críticos de las grandes tecnologías en las democracias", escribió.

De hecho, en mayo de 2020, Facebook nombró a los primeros miembros de su "junta de supervisión" como respuesta a las críticas por su opaco proceso de moderación de contenido. Este organismo está compuesto por personas jurídicas y expertos en derechos humanos que pueden revisar y revocar algunas de las decisiones de la plataforma. Aunque esta junta no tiene nada que ver con el poder de la fundación de interés público de Yandex, fue una gran concesión de una compañía que siempre ha defendido ferozmente su control sobre lo que sucede en su plataforma.

Dado que los políticos de ambos extremos del espectro político de EE. UU. piden una mayor regulación de las grandes empresas tecnológicas, es probable que estos cambios sigan sucediendo. El tipo de flexibilidad que Yandex ha tenido que aprender puede resultar esencial para las empresas que no solo quieren sobrevivir sino también prosperar.

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