La de COVID-19 es la segunda pandemia que llega al país en menos de una década. Su viceministro de Salud y director médico, Francis Kateh, explica las lecciones que aprendieron en la primera para hacer frente con éxito a la segunda, a pesar de sus diferencias y del escepticisimo de la población
La pandemia de coronavirus (COVID-19) ha sido la segunda que Liberia sufre en esta década, tras haber sido devastado por la de ébola hace apenas cinco años. Un funcionario de sanidad pública formado en EE. UU. implicado en ambas emergencias explica cómo se traspasó parte del conocimiento institucional, y también cómo el virus entró al país a pesar de las considerables precauciones.
En cuanto nos enteramos de esta nueva enfermedad en China, supimos que era imposible que no entrara en Liberia. La pregunta era simplemente: ¿Cuándo llegará? Así que tuvimos que prepararnos.
82. Muertes por COVID-19 en Liberia hasta el 19 de agosto de 2020.
En enero, Liberia se convirtió en uno de los primeros países del mundo en comenzar a realizar pruebas de detección de COVID-19 en los aeropuertos, según nuestra experiencia con el ébola y sabiendo que nuestro sistema sanitario no sería tan sólido como se esperaba. Las personas que llegaban de un país altamente infectado en ese momento (con más de 200 casos registrados) tenían que pasar una cuarentena de 14 días desde su entrada al país en nuestro Centro de Observación Preventiva. Se trataba de hoteles y controlábamos a esos viajeros dos o tres veces al día.
Nuestra estrategia inicial fue evitar que la COVID-19 llegara a Liberia. Sabíamos que tendría que entrar por algún aeropuerto. Así que pensamos, si conseguimos aislar de forma proactiva rápidamente a cualquier persona que venga de un área de alto riesgo, y si una de esas personas contrae el virus, le haríamos pronto un análisis y el test de diagnóstico. Y si diera positivo, no tendríamos que pasar por una gran ronda de rastreo de contactos, ya que esta persona estaría aislada.
Trabajé en salud pública durante la Guerra Civil de Liberia y más tarde durante el huracán Katrina en Estados Unidos. Era el responsable de Sanidad del condado de Anson (EE. UU.). Aprendí mucho sobre la preparación para desastres cuando fui a ayudar a Louisiana (EE. UU.).
Durante la crisis del ébola [de 2014-2015] en Liberia, fui director adjunto de Incidentes, encargado de la respuesta médica y la planificación. Cuando llegó la COVID-19, inmediatamente comenzamos a poner en práctica las lecciones que habíamos aprendido del ébola, porque la gente todavía las conocía: medidas preventivas básicas como lavarse las manos y el distanciamiento social. Pero cuando la gente empezó a darse cuenta de que la COVID-19 no era tan grave como el ébola, surgían dudas. Eso dio lugar a los bulos.
Lo más importante contra lo que luchamos es la idea de que el coronavirus no es real, que el Gobierno y las organizaciones internacionales no están provocando esto para ganar dinero.
Lo más importante contra lo que luchamos es la idea de que el coronavirus no es real, que el Gobierno y las organizaciones internacionales no están provocando esto para ganar dinero. También contra el hecho de que incluso aquellos que han dado positivo en la prueba, [si] no muestran ningún síntoma, a veces no creen que lo tengan. Así que, si esa persona está en la unidad de tratamiento y se comunica con sus parientes y miembros de la familia y le dice: "Oh, no me pasa nada", la gente cree que no es grave. La diferencia entre la COVID-19 y el ébola es que con el ébola yo podía ver con mis propios ojos cuando alguien tenía el ébola, incluso antes de que llegara el resultado de la prueba, porque una persona infectada generalmente no puede soportar su propio peso corporal. Y cuando hicimos búsquedas activas de casos, fue muy fácil identificar rápidamente a aquellos que podían tener el ébola. En cuanto a la COVID-19, hay personas que son completamente asintomáticas. Hemos empezado a educarlas explicando la situación de esta forma: "No solo te tratamos a ti. Lo que estamos haciendo es básicamente aislarte de tus familiares para que no pudiéras contagiarlos".
Cuando empezó la COVID-19 solo teníamos un respirador en el país, pero ahora tenemos tres gracias a las donaciones. Hasta ahora hemos tenido la suerte de no haber tenido que usarlos. Eso significa, por supuesto, que los casos en nuestro país hasta ahora no han sido demasiado graves. Pero eso podría cambiar.