El país asiático será el principal colaborador de Estados Unidos en Artemis, su próximo programa espacial para volver a llevar astronautas a la luna. El acuerdo, que beneficia a ambas naciones, se debe a la experiencia japonesa en innovación tecnológica y posicionamiento geopolítico frente a China
La primera vez que EE. UU. llegó a la Luna, tuvo que invertir casi 250.000 millones de euros para hacerlo por sí solo. Ese no es el caso de Artemis, el nuevo programa de la NASA para volver a enviar a humanos a la Luna. Aunque la iniciativa está liderada por Estados Unidos, Artemis pretende ser un esfuerzo mucho más colaborativo que el viejo programa Apolo. En esta colaboración, Japón se ha posicionado rápidamente como uno de los socios más importantes, quizás el mayor de todos.
Aunque la NASA lleva algún tiempo valorando la idea de dar un papel privilegiado a Japón en Artemis, finalmente se hizo realidad el 9 de julio, cuando ambos países firmaron un acuerdo formal sobre una mayor colaboración en la exploración humana. Esta firma ofrece a la NASA un socio muy necesario para Artemis, sin el que le resultaría mucho más difícil cumplir con los objetivos a largo plazo de establecer una colonia humana permanente y sostenible en la Luna.
La relación espacial entre Estados Unidos y Japón se remonta a muchos años atrás. Así lo afirma el experto en políticas espaciales de la Universidad George Washington (EE. UU.) John Logsdon: "Japón ha sido básicamente nuestro mejor socio internacional en los últimos 40 años". Puede que se negara a trabajar en el programa del transbordador espacial en la década de 1970, pero cambió de idea a principios de la década de 1980 y se apuntó al programa de la Estación Espacial Internacional (EEI).
Desde entonces, las capacidades espaciales de Japón han progresado rápidamente. El país cuenta con un buen vehículo de lanzamiento, el cohete H-IIA, construido por Mitsubishi; y JAXA, y su agencia espacial, ha tenido éxito en una serie de misiones científicas de alto nivel, como HALCA (la primera misión espacial para interferometría de muy larga base, en la que varios telescopios se usan simultáneamente para estudiar objetos astronómicos), Hayabusa (la primera misión en traer una muestra de asteroides de retorno), la sonda lunar SELENE, IKAROS (la primera demostración exitosa de tecnología solar en el espacio interplanetario) y Hayabusa2 (se espera que regrese en diciembre a la Tierra con muestras del asteroide Ryugu). Desde 1990, 12 astronautas japoneses han estado en el espacio.
Por lo tanto, el país tiene un pedigrí en vuelos espaciales superior al de la mayoría de los demás aliados, y es más que capaz de construir y desplegar los tipos de tecnologías de vuelo espacial que podrían impulsar un programa de exploración lunar (la NASA, al final, está trabajando con el presupuesto de Artemis que es mucho más bajo que el de Apolo). A cambio, Japón tiene la oportunidad de participar en un importante programa de exploración humana y probablemente enviar a sus propios astronautas a la Luna a través de las misiones de la NASA, sin tener que financiar ni desarrollar una misión lunar propia.
¿Qué hará exactamente Japón por Artemis? Los detalles específicos sobre el nuevo acuerdo no se han divulgado, pero sabemos que el país asiático está enviará sendas cargas científicas en Artemis 1 (una misión sin tripulación que rodeará la Luna) y en Artemis 2 (tripulada, pero solo de sobrevuelo). En enero, el director de Relaciones Internacionales e Investigación en JAXA, Yoshikazu Shoji, afirmó que JAXA quería ayudar en el desarrollo de Gateway, la próxima estación espacial lunar de la NASA que facilitará la exploración del espacio profundo. La agencia nipona podría contribuir al módulo habitacional Habitation and Logistics Outpost (HALO), desarrollando elementos de soporte vital y de energía, dijo Shoji. También puede ayudar a entregar la carga, suministros y piezas a Gateway mientras se construye, a través de su nuevo vehículo de vuelo espacial HTV-X (el sucesor del HTV actual que ofrece apoyo a la EEI).
Para la misión de la Luna, JAXA puede proporcionar más datos útiles para las futuras misiones de Artemis para alunizar de manera más segura. La misión Smart Lander for Investigating Moon (SLIM) (Aterrizador Inteligente para Investigación Lunar) de JAXA, programada para 2022, probará una nueva tecnología de alunizaje de precisión que podría resultar muy útil más adelante para los aterrizadores tripulados y robóticos. Japón también está trabajando con Canadá y con la Agencia Espacial Europea en Heracles, un sistema de transporte robótico que podría entregar carga a la Luna o ayudar a recuperar valiosos recursos extraídos de allí. Heracles todavía está en desarrollo, pero está destinado a apoyar el programa Artemis y Gateway a largo plazo.
Pero lo más importante que Japón podría aportar es un róver lunar presurizado que los astronautas podrían usar para circular por la Luna. A mediados de julio, el director en funciones de los Sistemas Avanzados de Exploración (Advanced Exploration Systems) de la NASA, Mark Kirasich, reveló algunos de los planes de la NASA para Artemis. Describió propuestas específicas para que la agencia trabaje con JAXA y su socio comercial, Toyota, en la construcción de un vehículo tipo autocaravana para astronautas y en su uso en algunas de las misiones lunares posteriores. La fuerte industria automotriz de Japón refleja su experiencia en el desarrollo de tecnologías como esta, aseguró Kirasich. JAXA y Toyota quieren tener esta plataforma lista para su lanzamiento en 2029.
Además de la ayuda para compensar los costes de la tecnología, tener un socio como Japón "es bueno para la estabilidad de Artemis", destaca Logsdon, y añade: "La cooperación internacional es popular en el Congreso de EE. UU., y creo que también en la gran parte de la sociedad". Estos acuerdos significan que la financiación es más segura, y para un programa espacial que tiene objetivos a largo plazo, esto tiene bastante importancia.
También le da a Estados Unidos un aliado de confianza que podría actuar como un baluarte contra otra floreciente potencia espacial en la región: China.
Según la experta en seguridad aeroespacial del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales, Kaitlyn Johnson, Japón puede proporcionar más estabilidad regional que compensar la influencia de China, tanto en el espacio como en los sectores tecnológicos relacionados como la defensa. Aunque la parte civil y la de defensa del programa espacial de EE. UU. están prácticamente separadas entre sí, ese no es el caso en algunos países como Japón. "Hay mucho intercambio tecnológico entre las agencias en otros países", asegura. Es probable que para el país asiático, el trabajo en Artemis llene también algunas lagunas de conocimiento básico en defensa espacial, como la forma de identificar un satélite espía.
Johnson cree que la relación entre los dos países en el espacio es similar a lo que vemos en el intercambio de inteligencia entre los miembros de la alianza Five Eyes (Estados Unidos, Australia, Canadá, Nueva Zelanda y Reino Unido). El experto detalla: "Esa relación se ha extendido más allá de la inteligencia a muchas áreas de seguridad nacional, incluido al espacio. Vemos que Japón recibe el mismo trato de confianza".
Dejando de lado los beneficios en defensa, la exploración espacial es simplemente más factible cuando se hace de forma colaborativa, y Japón es un aliado lógico. Johnson concluye: "Japón ha estado a la vanguardia del cambio tecnológico durante mucho tiempo. Si el mundo va realmente en serio con la idea de explorar el espacio y establecer una presencia en otros cuerpos como la Luna, tenemos que alcanzar esos objetivos juntos y compartir las cargas y los recursos".