Aunque California tuvo una actitud ejemplar para gestionar la pandemia, ahora es el epicentro de los nuevos contagios del país. Hay varias razones, como la incapacidad de los enfermos de teletrabajar y la cada vez mayor indiferencia de la población. Los responsables públicos insisten en la urgencia de usar mascarillas
El aumento del número de casos de coronavirus (COVID-19) se está acelerando otra vez a medida que los países de países de todo el mundo levantan sus medidas de confinamiento y reactivan sus economías.
En las zonas sur y suroeste de Estados Unidos, donde las autoridades públicas retrasaron el confinamiento, se apresuraron a reabrir los negocios y se negaron a exigir que las personas usaran mascarillas, el cada vez mayor número de positivos no resulta sorprendente. Pero, ¿qué es lo que ocurre en California (EE. UU.)? El estado más poblado de EE. UU. fue el primero en promulgar normas estatales para quedarse en casa, tomó medidas contundentes para aumentar las pruebas de diagnóstico recomendadas y la capacidad de rastreo de casos, y estableció el aviso de salud pública sobre el distanciamiento social y el uso de las mascarillas.
A pesar de todo ese esfuerzo, mientras la curva se mantiene plana o cae en gran parte de la costa este, los nuevos casos están incrementando rápidamente por todo el estado. Las pruebas positivas durante la última semana de junio aumentaron un 45 %, superando regularmente los 5.000 casos diarios, según afirmó el gobernador, Gavin Newsom, durante una rueda de prensa la semana pasada. Las hospitalizaciones y los ingresados en UCI han subido alrededor del 40 % en las últimas semanas, lo que amenaza con volver a saturar a los sistemas de atención médica.
La situación ha provocado que Newsom ejerza presión para restablecer el confinamiento total en el Condado de Imperial, la zona más al sur del estado, donde el número de casos se ha disparado y ha obligado a las autoridades a trasladar a cientos de pacientes a los hospitales de las áreas vecinas. También ha exigido que más de una docena de condados cierren sus bares o los mantengan cerrados. Mientras tanto, el alcalde de San Francisco (EE. UU.) frenó el plan de reapertura de la ciudad a finales de junio.
Ante esta situación, es necesario preguntarse qué está provocando tantos rebrotes en un estado que supuestamente lo hizo todo bien. ¿Por qué sus ambiciosos programas de realización de pruebas de diagnóstico y rastreo de contactos no fueron los más adecuados para prevenir el reciente aumento de los casos?
"No se trata de una única razón, sino de cuatro o cinco", opina el epidemiólogo de la Universidad de California en San Francisco George Rutherford, que dirige el programa de formación de la universidad para el grupo de trabajo de rastreo de contactos del estado. "El estado es muy grande, la población de California es mayor que la de Canadá, y hay muchas cosas diferentes que ocurren en distintos lugares", añade.
Las autoridades sanitarias creen que los esfuerzos del estado por aumentar la cantidad de los test de diagnóstico y rastrear rápidamente a los contagiados son de ayuda. El número de casos per cápita de California (567 por cada 100.000) está muy por debajo de las tasas de otros estados como Alabama, Arizona y Florida. Y Rutherford asegura que alrededor del 85 % de las personas que se sabe que han interactuado con pacientes positivos están atendiendo a las llamadas o respondiendo a las preguntas de los rastreadores de contactos estatales (quienes tienen la tarea de rastrear los posibles contagiados y animar a las personas a ponerse en cuarentena o a aislarse).
Pero está claro que no todas las personas siguen estrictamente estas recomendaciones y, según las autoridades de salud pública, eso puede deberse tanto a descuidos como o a las dificultades económicas y otras limitaciones. Algunos de los principales motivos laborales son los siguientes:
Disparidades étnicas
En todo el estado, la comunidad latina representa la mayor parte de los casos (56 %) y de las muertes (42 %), según datos del Departamento de Salud Pública de California. También constituye el 39 % de la población, mientras los blancos ocupan el segundo lugar con el 37 %, pero representan solo el 17 % de los casos con COVID-19.
Estos contagios parecen concentrarse en comunidades de bajos ingresos, donde las personas suelen ser trabajadores esenciales que no pueden realizar su trabajo desde casa, no se pueden permitir una baja por enfermedad y suelen vivir en condiciones de hacinamiento en sus viviendas, según la información de los programas de rastreo de contactos, así como de otras investigaciones y reportajes. El idioma, la situación legal de los inmigrantes y los problemas económicos suelen complicar los esfuerzos para llegar con éxito a los pacientes contagiados o a sus contactos cercanos en estas comunidades, y los esfuerzos por convencerlos para que se aislen por un período prolongado.
Los primeros resultados de un proyecto de detección de COVID-19 en el barrio latino de la Misión Hispana de San Francisco encontraron que el 95 % de los que habían dado positivo eran "hispanos o latinos" (la diferencia entre esos dos términos se explica aquí). Y el 90 % de los contagiados dijo que no podía trabajar desde casa.
Cada vez más indiferencia
Otro factor importante reside en que las personas no respetan las prácticas de seguridad, según un desglose estatal de los condados que cuyos casos están aumentando. A medida que las regiones relajan las normas del confinamiento, las familias, los amigos y los desconocidos se reúnen cada vez más en sus casas, bares, restaurantes y otros lugares. Con demasiada frecuencia, no usan las mascarillas ni se mantienen lo suficientemente lejos unos de otros, aseguró el secretario de la Agencia Sanitaria y de Servicios Sociales de California, Mark Ghaly, durante la rueda de prensa del lunes.
El condado de Los Ángeles se ha convertido en el mayor epicentro del contagio del país, con casi 98.000 casos confirmados, según el mapa de seguimiento del coronavirus de la Universidad Johns Hopkins.
El Departamento de Salud Pública de dicho condado anunció a finales de junio que acatará la orden de Newsom de cerrar los bares, señalando que el fuerte aumento de casos y hospitalizaciones en la región coincide directamente con la reapertura de los negocios unas semanas antes. Esos incluyen cervecerías, pubs, bodegas y otros lugares "donde las personas se quitan las mascarillas para beber mientras socializan con las personas con las que no conviven", destacan en el comunicado.
La directora de Salud Pública del condado, Barbara Ferrer, imploró: "Ruego que nuestros ciudadanos y negocios sigan las órdenes de salud pública que nos mantendrán sanos, seguros y en el camino hacia la recuperación. De lo contrario, nos estamos acercando rápidamente hacia la saturación de nuestro sistema de atención médica y veríamos aún más enfermos y muertes devastadoras".
Aumento en las cárceles
Más de 2.500 reclusos estatales y federales en las prisiones en California están infectados por coronavirus. Más de 1.000 prisioneros y miembros del personal dieron positivo en la Prisión Estatal de San Quentin solo en las últimas semanas, en un brote relacionado con el traslado de presos de la Institución de California para Hombres en Chino, donde hay más de 500 casos activos. El ingreso de los contagiados a los hospitales locales ha obligado al condado de Marin, donde se encuentra San Quentin, a parar sus planes de reabrir los gimnasios, hoteles y otros negocios.
Casos importados
Hay más factores que están impulsando un mayor número de casos, incluida la realización de las pruebas de diagnóstico cada vez más generalizada en todo el estado, los brotes continuos en las residencias de mayores en algunos condados y los enfermos de fuera de California que acuden en masa a estos condados porque disponen mejores test y tratamientos.
El elevado número de casos en el Condado de Imperial en parte se debe a la afluencia de enfermos positivos de México. Las autoridades estatales afirman que se trata principalmente de ciudadanos estadounidenses, de los cuales cientos de miles viven en la vecina Baja y regresan en busca de una mejor atención médica.
Con diferencia, este condado tiene los números más altos de casos per cápita del estado, 3.414 por 100.000, así como una tasa de casos positivos en las pruebas de diagnóstico que es más de cuatro veces el promedio estatal.
Las diferentes causas exigen distintas intervenciones, aseguran los expertos sanitarios. Las autoridades deben hacer esfuerzos adicionales para comunicarse con los pacientes latinos de bajos ingresos y proporcionarles recursos, alimentos, vivienda u otros servicios para ayudarles a aislarse mientras son contagiosos. (San Francisco tiene algunos programas de este tipo, pero está claro que se necesitan más en todo el estado).
Los sistemas penitenciarios deben mantener aislados a los internos infectados y garantizar que no propaguen la enfermedad en las instalaciones. Y las residencias de mayores deberían someter a los test de diagnóstico a los pacientes y a los trabajadores con mayor frecuencia, y actuar más rápidamente ante los primeros signos de un brote.
Pero casi todo esto ya se sabía desde el principio. Los californianos deben darse cuenta de que el peligro no ha pasado, aunque las regiones relajen ciertas medidas. Todos deben mantener la necesaria distancia de los demás, lavarse las manos más a menudo y cumplir con la única orden de salud pública que podría ser de mayor ayuda: "Usar mascarillas", como suplicó Rutherford.