Este enfoque de terapia génica consiste en encontrar las instrucciones genéticas responsables de producir anticuerpos en la sangre de supervivientes, aislarlas, e inyectarlas en el músculo de pacientes para convertir sus células en biofábricas de inmunoglobulinas contra el coronavirus
Entre las posibles armas para luchar contra el coronavirus (COVID-19) figuran la producción de anticuerpos, las transfusiones de plasma sanguíneo de supervivientes, distintos antivirales, corticoesteroides y más de 100 candidatos a vacunas, algunos de los cuales ya avanzan hacia las pruebas decisivas en voluntarios.
Pero hay otro método para combatir el virus que, aunque todavía no ha recibido mucha atención, en el futuro podría convertirse en la forma más rápida de vencer una pandemia. Supone aislar el material genético de los supervivientes e inyectarlo directamente en otras personas, lo que les ofrecería protección contra el patógeno.
Los anticuerpos codificados por ADN, como se denominan estos agentes terapéuticos, han mostrado resultados prometedores en animales. En humanos, los genes inyectados en el brazo o en la pierna convertirían las células musculares del receptor en fábricas para producir los anticuerpos contra el virus. Eso podría proporcionar inmunidad temporal o disminuir la gravedad de la enfermedad para las personas ya infectadas.
Aunque ningún anticuerpo codificado por ADN contra la COVID-19 ha llegado aún a pruebas en humanos, los experimentos de laboratorio ya han comenzado, según el director del Centro de Vacunas e Inmunoterapia del Instituto Wistar, David Weiner, y afirma que su centro ha probado las inyecciones de genes anti-COVID en animales.
El uso de fármacos de anticuerpos convencionales es una de las opciones de tratamiento más prometedoras contra la COVID-19. Sin embargo, esos medicamentos se tienen que producir en instalaciones de biofabricación especializadas, lo que podría limitar su disponibilidad.
En cambio, la terapia génica podría ofrecer una forma de evitar la fabricación compleja y costosa de delicados anticuerpos, y también las incertidumbres de las vacunas. Además, según los científicos, las inyecciones de genes se pueden usar para transportar información de más de un anticuerpo a la vez, que podría impedir que un virus desarrolle resistencia.
Los investigadores aseguran que la ventaja de la técnica consiste en su velocidad y bajo coste. El ADN se fabrica en las bacterias, cuyo número se duplican cada 30 minutos. "Es muy fácil crear un ADN, es tremendamente barato y se deja que el músculo produzca el anticuerpo", explica el CEO de Sorrento, Henry Ji, y afirma que su empresa está explorando esta idea con un socio de Boston (EE. UU.), SmartPharm.
Ya en desarrollo
Antes de la pandemia de COVID-19, varias universidades y compañías de biotecnología recibieron decenas de millones de euros de la Agencia Científica del Departamento de Defensa de EE. UU. (DARPA), para probar este concepto en un programa con el fin de generar tratamientos en 60 días contra infecciones nuevas.
En los "concursos" tecnológicos organizados por DARPA el año pasado, se pidió a los equipos del Instituto Wistar, de la Universidad Vanderbilt (ambos de EE. UU.) y de la empresa de biotecnología AbCellera, entre otros, que demostraran si, en dos meses, podían desarrollar un antídoto contra un virus conocido, como el Zika o la gripe pandémica H1N1. Los equipos solo disponían de una muestra de sangre de un superviviente para empezar a trabajar.
Foto: Durante 2019, los investigadores de Vanderbilt participaron en el concurso para crear una terapia génica contra el Zika en menos de 60 días como parte de una iniciativa de DARPA para combatir las pandemias. Créditos: Vanderbilt
El proceso consistió en identificar un anticuerpo contra el patógeno en el plasma sanguíneo de un superviviente, aislar las instrucciones genéticas para producirlo y luego inyectar el ADN (o ARN) en ratones. La directora del programa de DARPA, Amy Jenkins, recuerda: "Básicamente teníamos un cronómetro para ver lo rápido que podían llevar a cabo todo el proceso".
En Vanderbilt, los investigadores tuiteaban en directo su sprint para desarrollar una cura contra el Zika. AbCellera, con sede en Vancouver (Canadá), asegura que los ratones que recibieron una inyección genética pudieron sobrevivir a una gran dosis de gripe aviar, 20 veces mayor que la cantidad fatal. En ambos casos, los anticuerpos producidos por las células musculares parecen haber detenido con éxito la infección.
DARPA tenía planes para un desafío más difícil en 2022, en el que los equipos responderían a un virus sorpresa elegido por la agencia. Pero entonces llegó la pandemia de coronavirus. Jenkins añade: "No tuvimos que darles un patógeno. Ha aparecido dos años antes".
Abriendo las apuestas
Con las prisas, la planificación de DARPA resultó útil, afirma el director asociado del Centro de Vacunación de Vanderbilt, Robert Carnahan, ya que los grupos estaban preparados para localizar rápidamente los anticuerpos convalecientes de la sangre de los supervivientes de la COVID-19. Vanderbilt lo consiguió y vendió su descubrimiento a la compañía farmacéutica AstraZeneca el pasado abril. En junio, el fabricante de medicamentos Eli Lilly dijo que iba a empezar a probar los anticuerpos encontrados por AbCellera en los pacientes de COVID-19.
Esos anticuerpos anti-COVID se producirán en biofábricas a un gran coste y probablemente en cantidades limitadas. Los investigadores creen que la idea de inyectar la información genética sigue siendo demasiado nueva para que la humanidad apueste todo por ella. Jenkins sostiene; "El concepto ha sido probado, pero no es una tecnología ampliamente aceptada, es emergente. Nos estamos centrando en una apuesta segura, que consiste en identificar los anticuerpos y fabricarlos de modo tradicional".
Por ahora, las inyecciones de material genético para convertir los músculos en biofábricas de anticuerpos se han probado únicamente dos o tres veces en personas. El año pasado, Inovio probó esa idea en voluntarios en un estudio de Zika usando inyecciones de ADN. Moderna lo ha intentado con ARN contra el virus chikungunya. Las descripciones científicas de los resultados de los estudios no se han publicado en ninguno de los casos.
Ni Inovio ni Moderna han querido especificar a MIT Technology Review si están avanzando en la técnica de terapia génica contra la COVID-19. Ambas compañías tienen vacunas en pruebas. Y desde que comenzó la pandemia, las empresas han aprendido que iniciar estudios en humanos para luchar contra la COVID-19 suele aumentar el precio de las acciones de la compañía en cientos de millones de euros. Eso significa que dicha información está muy bien protegida.
En la Universidad de Vanderbilt, Carnahan afirma que la escuela se asoció con dos empresas de biotecnología para trabajar en los anticuerpos codificados por ADN, pero no quiso revelar sus nombres.
Una razón por la cual este método de la terapia génica podría recibir apoyos es que ya hay más de 100 vacunas contra COVID-19 en fase de diseño, muchas de las cuales funcionarían de una manera parecida. "La gente se ha centrado en las tecnologías comprobadas", subraya la directora de Desarrollo de Negocio de Ichor Medical Systems, May Pidding, y añade: "Pero son tantos los que se han dedicado a la creación de una vacuna que ahora algunos estarían pensando: '¿Qué más podríamos hacer para atacarlo?'"
Más allá de esta pandemia
Ichor vende electroporadores, dispositivos que aplican descarga eléctrica que provoca que las células musculares se abran por un instante y absorban el ADN inyectado. Pidding afirma que varias empresas de biotecnología ya han pedido usar esta pistola de genes, y cree que algunas lo harán con la idea de administrar los genes de anticuerpos.
Al final, algunos investigadores creen que esta técnica podría tener un papel mayor más allá de la lucha contra las pandemias. Según Weiner, las inyecciones genéticas también podrían ser una forma económica de administrar fármacos de anticuerpos para el cáncer y la artritis. Se trata de unos de los medicamentos más vendidos, pero más caros del mercado. Un estudio de 2018 encontró que el coste medio de los medicamentos de anticuerpos en EE. UU. era de casi 85.000 euros al año.
Por eso, algunos fármacos de anticuerpos, como el medicamento contra el cáncer Herceptin, no se usan tan ampliamente como lo harían si fueran más baratos. Los investigadores aseguran que es posible fabricar el ADN a una pequeña fracción del coste de la fabricación de anticuerpos. Mientras que cada anticuerpo se produce de manera diferente, el ADN "es siempre el mismo", explica Weiner. Las moléculas también pueden permanecer a temperatura ambiente durante meses.
El CEO de Sorrento, Ji, considera que los anticuerpos codificados por ADN serán un enfoque seguro para la próxima pandemia, si no llegan para esta. Y concluye: "En el futuro, habremos pasado todas las pruebas. Simplemente nos inyectaremos un gen".