Por primera vez en la historia, el evento más importante de tecnología, el CES, ha permitido que se exhiban productos de tecnología sexual, la mayoría creados por mujeres. Se calcula que esta industria podría valer 110.000 millones de euros para 2026
En 2019, la investigadora Lora DiCarlo creó un producto tan innovador que resultó ganador de un importante premio en el evento CES, la feria tecnológica más importante del mundo. Este dispositivo denominado Osé cuesta 260 euros y está diseñado para estimular el clítoris y el punto G de una mujer simultáneamente para lograr un "orgasmo combinado". El premio fue rápidamente revocado por la empresa organizadora de CES, la Asociación de Tecnología para Consumidores (CTA, por sus siglas en inglés), que lo calificó como "obsceno".
DiCarlo recuerda: "Estaba consternada, porque no creemos que la salud sexual sea obscena, sino sagrada. La salud sexual es parte de la salud humana". Después de su protesta pública, CES decidió devolverle el premio. ¡Qué embarazoso!
El evento parece haber aprendido de esa vergonzosa experiencia. Un año después, la edición 2020 del CES permite que las compañías de tecnologías relacionadas con el sexo (muchas de las cuales están dirigidas por mujeres) exhiban sus productos a modo de prueba. Eso sí, deben hacerlo en una de las secciones menos prestigiosas de la feria".
En un comunicado oficial, CTA anunció: "Después de CES 2019, CTA inició unas importantes consultas internas y externas. Hemos decidido permitir la inclusión de productos de tecnología sexual en CES 2020 a modo de prueba. Como todos los años, seguiremos nuestras políticas y procedimientos estándar después del evento para determinar los próximos pasos".
Este reconocimiento tácito de que la tecnología sexual ya no puede ser ignorada forma parte de una redefinición de CES para conseguir una participación más alta de mujeres entre los emprendedores y los asistentes. Pero también representa un inteligente gesto comercial. La antigua inversora de capital riesgo y autora del libro Sex (Tech) Revolution: The Future of Sexual Wellness, Andrea Barrica, estima que, en 2018, Amazon venció unos 60.000 productos sexuales que generaron alrededor de 720 millones de euros en ventas.
Pero los productos de tecnología sexual no siguen la típica estructura publicitaria de internet actual. Si pinchamos en un enlace para ver cualquier otro tipo de producto (reconociendo así nuestro interés en él), luego ese mismo producto nos seguirá por el resto de páginas por las que navegamos después. Pero esto no puede aplicarse a los aparatos de tecnología sexual porque, la mayoría de las personas se avergonzarían de que un anuncio de un vibrador, por ejemplo, aparezca en el ordenador de su trabajo. Google y Facebook también restringen y mucho la publicidad de este tipo de productos.
Una de las empresas de tecnología sexual presente en el CES de este año fue Dame, cofundada por una sexóloga y una ingeniera. Su juguete sexual Fin fue el primero de su clase permitido en Kickstarter, pero también ha sido víctima del problema de imagen de la industria. En 2019, la compañía demandó a la Autoridad de Tránsito de la ciudad de Nueva York (EE. UU.) por rechazar su campaña publicitaria, alegando sexismo.
"La falta de visibilidad significa que los consumidores no saben que otras personas usan estos productos ni lo extendido que está el uso de juguetes sexuales. Por lo tanto, se sienten aislados al usarlos. Así se amplifica la vergüenza y el aislamiento que sienten las personas, especialmente las mujeres", asegura la cofundadora de Dame, Janet Lieberman-Lu.
Sin embargo, hay pruebas de que la tecnología sexual está cada vez más reconocida y aceptada. Y los capitalistas de riesgo se han dado cuenta: DiCarlo 1,8 millones de euros en financiación después del escándalo de CES, y Stratistics, una empresa de investigación de mercado, estima que esta industria podría 110.000 millones de euros en 2026. El grupo industrial Women in Sex and Tech ya cuenta con más más de 120 miembros.
DiCarlo afirma haber notado un reciente cambio de actitud: "Las reacciones han sido positivas y alentadoras. Según nuestra cobertura de este año, creo que estamos ganando aceptación". Lieberman-Lu coincide: "Noto mucha más intención de inclusión que hace cinco años, y, tras el movimiento #MeToo, se ha generado un discurso que hace que sea más fácil expresar en palabras lo que nos molesta. Creo que eso también crea más aliados: he visto a muchos más hombres defendiéndome en una conversación de los que solía haber antes, o luego hablando conmigo para ver cómo me encuentro después de algún comentario aislado".
La fundadora y CEO de la plataforma de vídeos compartidos Make Love Not Porn, Cindy Gallop, cree que la tecnología sexual está ayudando a las mujeres resolver problemas que los hombres han ignorado o desconocido durante mucho tiempo. Pero también cree que el cambio de opinión de CTA llega demasiado tarde.
En su opinión, CES tuvo que tomar en serio a las mujeres en la tecnología sexual a la fuerza. Afirma que ha solicitado dos veces ser ponente principal sobre tecnología sexual en el evento. Pero la respuesta que recibió fue una serie de correos electrónicos que decían "algo parecido a: 'Me temo que este no es un tema que queremos tratar en CES'".
Su experiencia refleja un problema mayor en torno a las mujeres en tecnología que va más allá de la falta de acogida de productos sexuales por parte de la industria. En 2017 y 2018, CES fue criticado por no contar con ni una sola mujer como ponente principal; los organizadores publicaron un blog atribuyéndolo a la falta de mujeres en puestos directivos.
Este año, CES intenta contrarrestar su reputación de sexismo y misoginia con nuevos códigos de vestimenta creados para eliminar eficazmente a las "chicas del stand" del evento. También se ha asociado con Female Quotient, una empresa "socia de igualdad" que aboga por la diversidad de género en el lugar de trabajo. Y el pasado martes por la noche, CTA presentó a su ponente inaugural: la asesora principal del presidente de EE. UU., Ivanka Trump.
Se suponía que la elección de Trump mitigaría la problemática imagen del CES de no ser más que un club de chicos, pero lo que consiguió fue una feroz protesta. El pasado martes por la noche, DiCarlo publicó una carta abierta preguntando a CTA por qué Trump había sido considerada como una voz apropiada para representar a las mujeres en la mayor conferencia tecnológica, al mismo tiempo que pedía a más mujeres como ponentes.
"¿Por qué elegir como ponente principal en CES, un evento muy esperado y emocionante para los innovadores y creadores, a alguien que tiene tan poca experiencia en la tecnología?", escribió DiCarlo, quien también anunció que su marca había ganado dos premios más de la feria de este año. La experta concluyó: "Una simple pregunta sigue dando vueltas en mi cabeza, junto con '¿Qué es lo que quiere realmente la comunidad tecnológica?'"