Frederik Kotz (Alemania), 32
Glassomer
Ha creado un nanocompuesto que permite producir un material con propiedades similares al vidrio y a menor coste
Los plásticos de un solo uso se están convirtiendo en una grave amenaza para el planeta, y ya son muchas las iniciativas para buscar sustitutos tanto tradicionales (como bolsas de tela o cubiertos de metal), como nuevos. El precio de producción o la facilidad para fabricar estas alternativas son algunos de los retos a los que se tiene que enfrentar la industria. Ente los materiales tradicionales que destacan por su resistencia, duración y facilidad de reciclaje está el vidrio. Pero para producir el de mayor pureza de sílice fundida hacen falta temperaturas de unos 2.000 °C, además de moldes que aguanten ese calor. Esto encarece el precio de los productos fabricados con él.
Para resolver este problema, el alemán Frederik Kotz ha desarrollado un nanomaterial que podría convertirse en una versión más barata del vidrio. Durante sus estudios de doctorado, el joven inventó unos compuestos que simplifican la estructura del vidrio y lo hacen tan moldeable como la arcilla. En él se aprovechan las técnicas de polímeros ya aplicadas en las impresoras 3D para simplificar y abaratar un proceso de fabricación centenario. Gracias a este trabajo, Kotz se ha convertido en uno de los Innovadores menores de 35 Europa 2019 de MIT Technology Review en español.
El nanomaterial ha sido bautizado como glassomer, al igual que la empresa que lo desarrolla y de la que Kotz es cofundador y CSO, Glassomer. Se trata de un compuesto sólido o líquido basado en sílice fundida, un cuarzo amorfo usado desde hace siglos en la industria y la investigación, y cuyo uso destaca en óptica y fotónica. Entre sus propiedades, glassomer destaca por ser tan transparente y resistente como el vidrio de sílice fundida tradicional y con una rugosidad imperceptible, de apenas unos nanómetros.
Y para lograr estas características solo es necesario trabajarlo a unos 1.300 °C, lo que permite ahorrar energía en el proceso. Todo ello lo convierte en indistinguible del vidrio comercial, pero más barato. Kotz lo formuló para que también fuera posible fabricar vidrios de varios espesores sin que se descompusiera y que se pudiera trabajar desde con un cuchillo hasta con las técnicas de procesamiento de polímeros, como las de una impresora 3D.
El equipo de Glassomer ya está colaborando con una empresa de impresión 3D para producir unas microlentes de 50 micrómetros. Cuando se insertan en una fibra óptica, estas microlentes se pueden usar en cirugías y endoscopias. Kolt cree que la microóptica es uno de los campos que más se pueden beneficiar de su tecnología, junto al de los envases de cristal, ya que es un material que se puede colorear y reciclar de forma más fácil que el plástico. El joven explica: "Podemos ajustar las propiedades materiales de estos cristales muy fácilmente".
La especialista en aditivos metálicos de la compañía Additive Economics y miembro del jurado Innovadores menores de 35 Europa 2019, Alex Kingsbury, asegura que el material "tendrá utilidades en muchos sectores, particularmente aquellos muy relevantes como telecomunicaciones, electrónica y medicina". Además, destaca el "esfuerzo de investigación significativo" de Kotz para que glassomer funcione.