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La consejera de Desarrollo Económico e Infraestructuras del Gobierno Vasco, Arantxa Tapia. Crédito: Cortesía de la entrevistada.

Tecnología y Sociedad

"Estamos acostumbrados a que nos compren, ahora nos toca vender"

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La consejera de Desarrollo Económico e Infraestructuras del Gobierno Vasco, Arantxa Tapia, promueve una innovación ligada a la gestión y a las personas y lamenta que muchas empresas españolas aún no sean conscientes del potencial que tienen los datos de sus clientes

  • por Marta del Amo | traducido por
  • 30 Septiembre, 2019

Un responsable político que no entienda el contexto sobre el que rige será incapaz de hacer nada útil por él. Pero ese no es el caso de la consejera de Desarrollo Económico e Infraestructuras del Gobierno Vasco (España), Arantxa Tapia, quien tiene claros los males endémicos de su territorio y del trabajo que tiene por delante para solucionarlos.

Reconoce sin pudor el problema de la incorporación de la mujer al sector tecnológico, el del envejecimiento de la población y el de la falta de innovación que padecen tanto las empresas como la propia administración pública. Aunque señala que esta falta de innovación no tiene que ver tanto con la tecnología sino con la gestión, las personas y la cultura. Consciente de que la sociedad ha cambiado y que ahora las empresas deben adaptarse a las necesidades de la gente, intenta promover un cambio de mentalidad, algo que también considera una forma de innovar.

La innovación parece una palabra de moda presente discursos de cualquier líder político o empresarial. ¿Qué significa para usted? ¿Cómo se integra la innovación en las políticas públicas?

La innovación tiene que ser intrínseca a todo lo que hacemos. En muchas ocasiones se la trata como algo absolutamente aparte de la política del día a día, pero debe estar interiorizada dentro de todos nuestros procesos.

Aunque somos un país muy pequeño, nuestro sector privado está muy internacionalizado y debe competir globalmente. Una gran empresa vasca resulta diminuta a nivel internacional. Si la innovación no se integra a todos los niveles, será imposible competir a nivel internacional, y eso es algo que ya está pasando.

Otro riesgo al que nos enfrentamos, sobre todo en Euskadi, es que cuando hablamos de innovación nos referimos exclusivamente a tecnología. Las empresas han absorbido bien toda esa parte, maquinaria, formación, tecnología… Ahora bien, la parte no tecnológica, la de gestión desde el punto de vista de personas, equipos directivos, operarios e incluso sistemas financieros, marketing y diseño nos cuesta muchísimo más. La innovación en proceso y producto nos resulta muy fácil mientras que la innovación no tecnológica ligada a la gestión no la hemos puesto en valor.

"Antes el tejido productivo producía bien lo que sabía producir y la gente iba a su puerta para comprarlo. Pero ahora tenemos que saber qué servicios y productos demanda la sociedad y adaptarnos. Y eso nos está costando"

¿Esta dificultad de innovar en la gestión afecta solo al sector privado o también al público?

A todos. Estamos muy acostumbrados a cambiar de programas, de sistemas, de formas de comunicación… eso lo vamos haciendo bastante bien en ambos sectores. La pregunta es cómo involucramos a las personas en el proceso, cómo logramos que sientan que están aportando. Es un reto ligado a la cultura, no solo en Euskadi sino en general.

Si nos estamos 'peleando' por captar talento, debemos preguntarnos qué le ofrecemos para que decida venir. Además del salario, ahora los jóvenes valoran otras muchas cosas, como la calidad de vida, el crecimiento profesional, la capacidad de aportar al proyecto… Todas estas cosas ya se valoran en otros lugares del mundo y tenemos que empezar a aplicarlas aquí, porque esto también es innovación.

Siempre hemos dado mucha importancia a hacer las cosas bien, a vender productos de mucha calidad, pero no nos hemos fijado tanto en el diseño, algo que, en otros países, como Italia, tiene muchísima importancia. Ahí también tenemos mucho que hacer. Nos hemos acostumbrado a que nos compren, pero ahora nos toca vender. Nos toca acercarnos al cliente para saber qué quiere y adaptarnos. Antes el tejido productivo producía bien lo que sabía producir y la gente iba a su puerta para comprarlo. Pero ahora tenemos que saber qué servicios y productos demanda la sociedad y adaptarnos. Y eso nos está costando.

¿Y por qué en España nos cuesta tanto adaptarnos al cliente?

Bueno cada país tiene sus formas de hacer, y lo que toca ahora es adaptarse a lo que demanda la sociedad. Pero en un mundo global tenemos que ser capaces de introducir esos factores de innovación.

Comenta que, sin innovación, el futuro va a ser aún peor. ¿Por qué?

Antes, las revoluciones industriales partían de la industria, y la sociedad se iba adaptando. Pero la cuarta revolución es justo la contraria por las disrupciones de la conectividad.

La robótica y la automatización existen desde hace mucho tiempo, la gestión de datos también. ¿Qué es lo que hace que ahora sea diferente? La interconectividad, algo que la sociedad ha absorbido mucho más rápido que las empresas y la administración pública. Los smartphones llegaron a la calle antes que a la industria.

¿Cómo afecta esto al tejido industrial?

Las PYME y muchas de las grandes empresas todavía no se han dado cuenta del potencial que tiene saber qué está haciendo tu cliente. Booking y Amazon tienen muchísima información nuestra, conocen nuestros hábitos de compra y nos ofrecen opciones en función de eso. Mientras, nuestro tejido productivo no se ha dado cuenta de que hay unas posibilidades casi infinitas de llegar a nuevos mercados y modelos de negocio. Esto pasa sobre todo en el sector manufacturero que, aunque está empezando a ser consciente, la sociedad ha ido más deprisa.

¿Y cuál es la situación de la administración pública en este sentido?

Somos como la industria de nuestro entorno. Nos cuesta. Cada vez va siendo más fácil, pero todavía nos queda mucho camino por recorrer.

En el departamento que dirijo ahora mismo, el otro día nos dimos cuenta de que tenemos unos 500 programas, estructuras y canales de comunicación con el tejido industrial. Y resulta que todavía estamos en el proceso de digitalizarlo todo para que las personas que se comunican con nosotros lo hagan de forma más sencilla y nosotros dispongamos de toda esa información.

¿Qué proceso se está haciendo para digitalizar la administración?

Estamos intentando adoptar un enfoque integral. Pero, hablamos muy rápido de digitalizarnos y hablar con la ciudadanía sin tener en cuenta que hace falta infraestructura. Queremos estar en la nube, pero la nube necesita su tierra para funcionar. Está muy bien hablar de digitalización, pero si no la acompañamos de un soporte para las empresas y personas, en realidad no nos estaremos digitalizando.

Entonces, dado que cada entidad está adaptando sus propias tecnologías e innovaciones, ¿cree que la clave de la digitalización está en la conectividad y la comunicación?

Bueno, en el caso de las personas, o somos capaces de llevar a las zonas rurales los mismos servicios que tienen las grandes ciudades o se irán desertizando cada vez más.

El otro día estuvimos en un pueblo de unos 800 habitantes muy dispersos. Disponer de una red para poder comunicarse entre ellos y poder hacer todas las gestiones desde el propio ayuntamiento les ha supuesto una revolución enorme. Y lo mismo para los alumnos del colegio.

Hablamos de grandes cosas en innovación, pero si no le damos el soporte adecuado estaremos favoreciendo la desertización y despoblación de las zonas rurales, a pesar del potencial de desarrollo económico que tienen. Se nos llena la boca de palabras como innovación y digitalización pero nos olvidamos del día a día.

Sobre la captación de talento, se están dando casos de empleos sin cubrir por falta de personal cualificado al tiempo que hay personas que se están quedando desempleadas por no tener determinadas nuevas capacidades. ¿Cómo se está viviendo esta situación en Euskadi?

Nos pasa lo mismo. Pero las empresas que están adoptando estas nuevas formas de hacer las cosas. Nos están compartiendo la formación que necesitan para que podamos ofrecérsela tanto a personas jóvenes como a personas que necesitan reciclarse. Pero también hay gente que lleva mucho tiempo desempleada y a las que nos está costando mucho integrar. Somos una sociedad muy envejecida y con una tasa de natalidad bajísima, así que necesitamos incorporar más personas. Estamos trabajando con muchos parados de larga duración y también con personas inmigrantes. Los preparamos para las habilidades que necesitamos.

¿Podría comentar alguna iniciativa concreta para reciclar a parados de larga duración y en qué competencias clave os estáis centrando?

Un ejemplo es el de las patronales de nuestros tres territorios. Han hecho un estudio muy en profundidad de qué necesidades van a tener las empresas de Euskadi en los próximos años. Qué tipo de personas y perfiles. Así que estamos intentado emparejar esas necesidades con las personas empleadas de larga duración. Por ejemplo, si necesitamos a 50 personas formadas en temas de soldadura de alto nivel, buscamos a parados de larga duración que tengan experiencia en soldadura, y si no los hay, buscamos a los que mejor encajen y les formamos para que puedan acceder a esos nuevos puestos de trabajo.

¿Cómo reaccionan estos parados de larga duración ante una formación totalmente nueva?

Muestran un sentimiento doble: interés por la posibilidad de acercarse a un empleo, pero también, escepticismo. En cualquier caso, es algo muy nuevo y creo que es el camino que debemos seguir.

¿Y qué nos puede decir de la incorporación de la mujer a sectores tecnológicos?

Bueno esto es un mal endémico en toda Europa. Hacia 2005 había cerca de un 30 % de mujeres ingenieras en Euskadi. Ahora esa cifra es del 20 %. Eso significa que no estamos siendo capaces de transmitir que hay empleabilidad, que estos empleos son estables y que su naturaleza ha cambiado y que ahora permiten tener una carrera muy atractiva. Eso es algo que nos está costando. Pero cuando miramos otras zonas muy industrializadas como Alemania resulta que el porcentaje de mujeres es aún menor. Así que es algo que cuesta mucho en general.

Pero como la industria asociada a la digitalización está creciendo, ahí hay una oportunidad de atraer a jóvenes y no tan jóvenes.

¿Qué consejo daría a otras regiones con menos grado de desarrollo económico que quieran aportar por la innovación?

Lo más importante es que la innovación no es una opción sino una obligación. Y una vez que se haya tomado la decisión, sobre todo en el ámbito privado, es imprescindible que vaya acompañada de una política y unas estrategias públicas duraderas. Las políticas deben sostenerse en el tiempo, no podemos reinventar la rueda en cada legislatura. Y ese es uno de los puntos diferenciales del País Vasco, que tiene una trayectoria y enfoque de innovación sostenido en el tiempo. Otro elemento diferencial fue aplicar la política de clústeres muy pronto, lo que permitió que las grandes industrias trabajaran con las pequeñas para formar cadenas de valor resistentes en el tiempo y capaces de ofrecer soluciones muy completas.

Pero si me tengo que quedar con solo una: políticas y estrategias mantenidas en el tiempo. Y, por supuesto, presupuesto, porque sin presupuesto, se queda todo en un mero discurso.

Tecnología y Sociedad

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