La compañía invertirá 265 millones de euros anuales en laboratorios universitarios en todo el mundo para avanzar la I+D y mejorar sus productos. La estrategia también le ayudará a fortalecer lazos con otras regiones del mundo y reducir su dependencia frente a Estados Unidos
La postura de Estados Unidos sobre la empresa china Huawei no acaba de estar demasiado clara (ver Claves para entender por qué EE. UU. teme que Huawei domine el 5G). En la reciente la Cumbre del G20, el presidente de EE. UU., Donald Trump, anunció que rebajaría las restricciones a la compañía y permitiría que las empresas estadounidenses volvieran a poder venderle sus productos. Pero la semana pasada, en un correo electrónico enviado al personal de control del Departamento de Comercio de EE. UU. al que ha tenido acceso Reuters, reiteró que Huawei todavía debería seguir en la lista negra.
Mientras que Estados Unidos decide su postura, el asediado gigante tecnológico chino está intentando no correr ningún riesgo. En los últimos meses, ha iniciado una nueva estrategia de investigación global que podría ayudarle a superar su dependencia de Estados Unidos y fortalecer sus conexiones con otros lugares. Si consigue aguantar la ofensiva, el plan de Trump de eliminar a la compañía se volvería contraproducente. Y no solo eso, sino que el éxito de Huawei abriría un nuevo camino para otras compañías tecnológicas chinas y debilitaría la influencia y el papel de EE. UU. en la investigación tecnológica global.
En abril, en medio de las crecientes tensiones, Huawei creó una nueva división de investigación básica llamada Instituto de Investigación Estratégica. A finales de junio, en una entrevista realizada durante una conferencia de MIT Technology Review, el recién nombrado presidente de este instituto y director de la junta directiva de Huawei, Xu Wenwei, explicó que la división abogaría por la nueva era de la compañía, llamada "Innovación 2.0".
Mientras que la Innovación 1.0 se centró en crear buenos productos de consumo, la 2.0 buscará avances de investigación básica en tecnologías de la información y comunicación. Como parte de este enfoque, el gigante invertirá 265 millones de euros anuales en laboratorios universitarios en todo el mundo durante los próximos cinco a 10 años. Estas inversiones se centrarán en áreas como la computación óptica, mejores algoritmos y bases de datos más eficientes. Al final, esos avances se implementarían en los productos de Huawei, lo que podría convertir sus teléfonos inteligentes en dispositivos inteligentes para monitorizar y procesar datos biométricos de salud.
Xu afirmó: "Actualmente, la industria se enfrenta a muchos desafíos de investigación básica. Por ejemplo, en referencia a las limitaciones de la Ley de Moore. En estas circunstancias, las universidades y las instituciones de investigación deben colaborar con la industria". El responsable enfatizó que el instituto es una continuación natural de las ya existentes colaboraciones de investigación de la compañía. Pero es probable que no sea casualidad que Huawei haya decidido formalizar su alcance internacional justo cuando la relación de China con Estados Unidos ha empezado empeorar.
Casi la mitad de sus ingresos proviene del extranjero; de los cuales cerca del 60 % procede de Europa, donde muchos países están estrechamente aliados con EE. UU. Al inyectar más dinero en los laboratorios de investigación universitarios en el extranjero, la compañía puede esperar reforzar su reputación internacional y contrarrestar cualquier impacto financiero negativo a largo plazo mientras acelera su alejamiento de las tecnologías estadounidenses.
El nuevo modelo de inversión de Huawei también parece estar diseñado para recuperar a amigos y aliados en investigación frente a la presión estadounidense. La compañía no solicitará retornos ni la propiedad intelectual de los laboratorios que acepten su financiación, afirmó Xu, una propuesta inusual y atractiva. La compañía espera que el dinero ayude a los científicos a realizar investigación básica y publicar estudios ara compartir conocimientos con el resto de la industria.
Xu detalló: "¿Cómo nos ayudará eso? Cuando los investigadores publiquen sus trabajos, averiguaremos la dirección más avanzada en el campo. Entonces podremos aplicar las innovaciones en ingeniería para convertir ese conocimiento en productos".
Sin duda, este enfoque aparentemente generoso también ayudará a Huawei a ganar algunos puntos en la actual guerra de relaciones públicas contra EE. UU. Con esta filosofía abierta y colaborativa, Huawei intenta frustrar la intención de Estados Unidos y tachar la firme postura del país sobre investigación y tecnología como contraria al espíritu de la innovación.
Actualmente, Huawei se encuentra en una situación precaria: el mes pasado, su CEO, Ren Zhengfei, explicó que el hecho de estar en la lista negra de EE. UU. le costaría 26.500 millones de euros. Pero la empresa está decidida a recuperarse. Ya cuenta con un sólido núcleo de investigación, el 45 % de su fuerza laboral está involucrada en I+D, según su página web, y ha aumentado rápidamente sus inversiones en la construcción de tecnología completa, especialmente en el campo de la inteligencia artificial. El año pasado, los responsables de la compañía aseguraron que planeaban aumentar con creces el gasto anual en I+D y situarlo en entre 13.300 y 17.700 millones de euros, una suma que la catapultaría a entre el quinto y el segundo puesto en inversión mundial en I+D.
Si Huawei lo consigue, su éxito supondría un duro golpe a las tácticas de mano dura de EE. UU. para frenar la compañía y la industria tecnológica de China en general. Dejaría a Estados Unidos en ridículo y daría ejemplo a otras compañías chinas de cómo sobrevivir la lista negra. También podría debilitar el liderazgo de Estados Unidos en la investigación global. En China muchos consideran a Huawei como una parte del orgullo nacional y piensan que Estados Unidos utiliza a la compañía como un chivo expiatorio de una manera injusta. Este resentimiento ya ha provocado una caída en las ventas de iPhone y un aumento en las ventas de Huawei, y podría tener efectos similares en la comunidad investigadora. Las compañías tecnológicas chinas que se muestran reacias a la hora de colaborar con investigadores estadounidenses podrían retirar su financiación y buscar colaboraciones en otros lugares.
Durante la entrevista, Xu no pareció preocupado por el impacto de las relaciones entre Estados Unidos y China sobre Huawei, y solo lo mencionó una vez. De esa manera, dejó claro que la compañía continuará avanzando con apoyo estadounidense o sin él. El responsable concluyó: "La ciencia no tiene fronteras. Requiere colaboración global y debe ser libre".