La tensión entre China y Estados Unidos podría provocar una división tecnológica a nivel mundial que frenaría la innovación e impediría a las 'start-ups' competir contra los gigantes tecnológicos a causa de las mayores dificultades para escalar e internacionalizarse
Las sanciones de Donald Trump sobre el gigante tecnológico Huawei parecen hacer creado un creciente sentimiento nacionalista entre los chinos: las ventas de iPhone han caído en los últimos meses, mientras que las de productos de Huawei han aumentado. Y es fácil encontrar mensajes patrióticos de apoyo a la empresa en las plataformas sociales chinas como Weibo.
Aunque el fenómeno no sorprende, forma parte de una tendencia preocupante. Es el último síntoma de cómo la política exterior de Estados Unidos y sus tensiones con China (en particular) amenazan con dividir el mundo tecnológico.
El director de política tecnológica del Foro Económico Mundial, Zvika Krieger, afirma: "Ya estamos viendo la balcanización de la tecnología en muchos ámbitos. Si esta tendencia continúa, las empresas tendrán que crear diferentes productos para distintos mercados, lo que producirá una mayor divergencia".
Krieger sostiene que "los productos y plataformas incompatibles que replican la misma función podrían llevar a un retroceso", y que "esto también tendrá un efecto paralizante en la innovación, porque las empresas digitales ya no podrán asumir la capacidad de escalar globalmente con la misma facilidad y velocidad que en la década pasada con esos niveles de innovación sin precedentes".
La semana pasada, los ejecutivos de Huawei hablaron con MIT Technology Review en Boston (EE. UU.), y aseguraron que la compañía superaría la tormenta. Pero también explicaron que, independientemente de lo que suceda con Huawei, las acciones de Trump podrían crear una división del mundo tecnológico cada vez mayor, y el efecto más inmediato es la erosión de la confianza en una cadena de suministro de productos electrónicos que se extiende por todo el mundo.
"Este es el verdadero peligro", afirma el primer vicepresidente y jefe de comunicaciones corporativas de la compañía, Vincent Peng. En su opinión, "diferentes estándares, diferentes ecosistemas y diferentes tecnologías, harán que todo el mundo sea un caos. A corto plazo, está dañando a Huawei, pero a la larga está dañando al sistema de cadena de suministro estadounidense y la industria de EE. UU.".
Pero más allá de la retórica y las salvas de la guerra comercial, la realidad es que cada día parece traer una nueva mala noticia para Huawei. La semana pasada, la administración de Trump aumentó la presión al prohibir a las empresas estadounidenses el uso de equipos fabricados en el extranjero que pudieran "representar una amenaza para la seguridad nacional". También incluyó a Huawei a una "lista de entidades" de empresas sujetas a restricciones de exportación, lo que impide a las empresas estadounidenses el suministro de tecnología a Huawei sin tener un permiso especial. La restricción ha cortado el suministro importantísimo de chips avanzados y de otros componentes.
Poco después, algunas empresas estadounidenses como Intel, Qualcomm, Xilinx y Broadcom dejaron de trabajar con Huawei. Y lo que es peor, la empresa ARM con sede en Reino Unido que ofrece licencias a los diseños de chips para los dispositivos móviles y servidores, ordenó a su personal que dejara de trabajar con Huawei. Después, Google anunció que su sistema operativo de móviles Android y sus aplicaciones no estarían disponibles en los dispositivos de esta compañía.
Esas decisiones son potencialmente devastadoras para Huawei, a pesar de que la administración de Trump le ha concedido un aplazamiento de 90 días. Aunque la compañía afirma haber almacenado suficientes chips y desarrollado su propio sistema operativo en caso de tal escenario, la mayoría de los expertos dudan de que tenga la tecnología necesaria. China ha luchado durante décadas para desarrollar una industria de chips capaz de proporcionar el tipo de componentes avanzados de los que dependen los teléfonos inteligentes y los equipos 5G.
No obstante, Huawei ha invertido mucho en I+D durante la última década y, posiblemente, es el líder mundial en tecnología 5G. La compañía también está desarrollando fuertes capacidades en otras áreas, como la inteligencia artificial.
La justificación para obstaculizar a Huawei son los posibles riesgos de seguridad que presentan los equipos de la compañía, especialmente en las próximas redes 5G, debido a sus posibles vínculos con el Gobierno chino. Aunque no se encontrado pruebas de que los dispositivos de la empresa tengan puertas traseras deliberadas, las autoridades de Estados Unidos sostienen que el Gobierno de China podría simplemente obligar a la compañía a implementarlas. Es poco probable que esas sospechas, que llegaron a su punto culminante en los últimos meses, desaparezcan incluso si la administración de Trump cambie de postura.
El Gobierno de Estados Unidos ha ampliado recientemente su enfoque. La semana pasada, el Gobierno anunció que también podría prohibir a las empresas estadounidenses suministrar su tecnología a Hikvision Digital Technology y a su rival Zhejiang Dahua. El motivo es el uso de dicha tecnología por parte de China para la vigilancia de los uigures, una minoría musulmana, en el oeste de este país.
La estrategia de Trump parece estar diseñada simultáneamente para forzar un acuerdo comercial y limitar el progreso en la industria tecnológica de China. Pero el enfoque general revela una desconfianza global hacia China y sus avances. Esta administración de EE. UU. ha dificultado mucho más que los estudiantes chinos estudien tecnologías avanzadas en las principales universidades de Estados Unidos, por ejemplo, haciendo que el proceso de la expedición de visados sea más arduo y prolongado.
El que hasta hace poco era el jefe del departamento de Economía de Microsoft, Preston McAfee, opina que esto es especialmente malo para la innovación. "Las fricciones comerciales y los recortes en inmigración disminuyen el flujo de capital y la mano de obra entre las fronteras, reduciendo la eficiencia", asegura.
Pero la parte más negativa se la llevarán las start-ups que intentan desafiar el status quo de los gigantes tecnológicos, sostiene McAfee, porque las multinacionales tienen una mayor flexibilidad para mover la producción y la I+D por todo el mundo. "Los impedimentos del comercio y de la inmigración tienden fijar la supremacía, o al menos reducir la probabilidad de desafíos importantes para los participantes", explica.
Dados los retos que se enfrenta Huawei y el estado de ánimo nacionalista que está creciendo en China, tal vez sea un poco irónico que el CEO y fundador de la compañía, Ren Zhengfei, afirme ser un seguidor de su rival estadounidense. Durante una entrevista que se emitió en la televisión china a principios de la semana pasada, el responsable afirmó: "Mis hijos prefieren los productos de Apple a los de Huawei. No podemos decir simplemente que alguien es patriota si usa productos de Huawei y que no lo son los que no lo hacen. Los productos de Huawei son, al fin y al cabo, artículos básicos. La gente los usa si les gustan. La política debería mantenerse fuera de esto".
Pero parece que su punto de vista no es más que una ilusión.