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Estas fotografías de indios que viven a lo largo del río Yamuna son del trabajo 'The Dying Life Line', que muestra la vida en las orillas de aguas altamente contaminados de este país

Cambio Climático

Cómo salvar el agua del cambio climático y las costumbres de la India

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El país está acostumbrado a lidiar con sus malos sistemas hídricos, la corrupción y los vertidos ilegales. Pero la crisis climática aumentará las inundaciones y las sequías, lo que no hará más que agravar sus problemas de agua. ¿Cúál sería la mejor solución para un territorio tan caótico, amplio y diverso?

  • por James Temple | traducido por Ana Milutinovic
  • 04 Julio, 2019

En los últimos años, las grandes sequías han vaciado ríos, embalses y reservas subterráneas de agua en enormes partes de la India. Esta situación ha llevado al límite a los sistemas de agua, con fugas y contaminada, del país. Más de 600 millones de indios sufren "escasez de agua aguda", según un informe del verano pasado de NITI Aayog, un destacado grupo gubernamental de expertos. El 70 % del suministro de agua del país está contaminado, lo que causa unas 200.000 muertes al año. Unas 21 ciudades podrían quedarse sin agua subterránea el próximo año, incluidas Bangalore y Nueva Delhi, según este informe. Para 2030, el 40 % de la población india (más de 500 millones de personas) "no tendrá acceso a agua potable".

De vez en cuando, la India recibe más agua de la que necesita. Pero la gran mayoría de las lluvias caen durante la temporada de monzones de verano, generalmente a lo largo de cuatro meses. Otra fuente principal de agua del país es el deshielo de la nieve y de los glaciares de la meseta del Himalaya, que llena los ríos del norte.

Recoger y suministrar el agua a los lugares necesitados en los momentos adecuados a lo largo de miles de kilómetros, sin desperdiciar ni contaminar esas tremendas cantidades en el camino, es un enorme desafío de ingeniería. La India recoge y utiliza solo una fracción de sus precipitaciones, así que la mayor parte se va hacia el océano.

Mientras tanto, los agricultores que carecen de sistemas de riego eficientes emplean la electricidad (que está muy bien subvencionada) para sacar tanta agua subterránea como pueden. La agricultura es el sector que más agua consume de la India, ya que utiliza más del 80 % del suministro, a pesar de que solo representa alrededor del 15 % del PIB del país.

"Es tan alarmante como cualquier crisis imaginable", alerta el arquitecto y profesor de la Universidad de Virginia (EE. UU.) y residente en Delhi Pankaj Vir Gupta, quien en 2013 ayudó a iniciar un trabajo de investigación para identificar formas de rehabilitar el altamente contaminado río Yamuna, la principal fuente de agua potable de Delhi.

Multiplicador de fuerzas

El cambio climático seguramente empeorará la situación. No se sabe exactamente qué influencia han tenido las altas temperaturas en las recientes sequías, ya que los modelos climáticos principalmente prevén monzones cada vez más intensos. Pero el pronóstico a largo plazo estima que los extremos se volverán más extremos, lo que se traduce en inundaciones más frecuentes y sequías más prolongadas.

La mayoría de los estudios meteorológicos predicen que en las próximas décadas la India tendrá más lluvias, aunque los patrones regionales y estacionales variarán bastante. Un artículo publicado el año pasado en Geophysical Research Letters encontró que las inundaciones repentinas aumentarán significativamente en 78 de las 89 áreas urbanas analizadas si las temperaturas globales aumentan 2 °C sobre los niveles preindustriales. Las catástrofes resultantes perjudicarán a los pobres del país de manera desproporcionada, ya que ellos suelen asentarse a lo largo de las llanuras aluviales de las principales ciudades.

El aumento del nivel del mar amenaza con inundar aldeas y megaciudades, y envenenar las capas freáticas. Todo esto a lo largo de los 7.500 kilómetros de costa del subcontinente entre el Mar de Arabia y el Golfo de Bengala. Finalmente, el aumento de las temperaturas y la desaparición de la nieve acelerarán el derretimiento de los glaciares del Himalaya, la fuente de las principales vías fluviales de Asia, incluidos los ríos Ganges, Indo, Yangtze y el río Amarillo. En los escenarios de altas emisiones, los glaciares podrían reducirse hasta la mitad para mediados de siglo y hasta el 95 % para el 2100 en algunas regiones.

Al principio, el aumento de la escorrentía subirá el nivel de los ríos, incrementando los riesgos de inundaciones aguas abajo, pero enviará más agua a los ciudadanos indios. Sin embargo, es probable que esa tendencia se invierta en la segunda mitad del siglo, reduciendo el flujo a alrededor de 1.900 millones de personas que viven a lo largo de esos ríos. Solo la cuenca del Ganges mantiene a 600 millones de personas, proporciona el 12 % de las aguas superficiales del país y representa el 33 % del PIB.

"Ya existen muchos factores estresantes en la India, pero el cambio climático va a ser un multiplicador de fuerzas", asegura el profesor del Centro de Investigación de Políticas en Nueva Delhi Navroz Dubash. Al final, a las víctimas les dará igual si la mala calidad de la infraestructura o el cambio climático son los culpables de que sus fuentes de agua se sequen o se vuelvan tóxicas. De todos modos, la India tendrá que lidiar seguir lidiando con sus desastres actuales y fortalecer la infraestructura para los futuros peligros que serán peores, y todo eso contando con menos recursos que los países ricos y sin desestabilizar su crecimiento económico.

La diosa del río

El río Yamuna nace del hielo del glaciar Yamunotri, un cuerpo de agua suspendido que se desliza por su propio peso entre las lagunas y barrancos del bajo Himalaya. Los arroyos se convierten en afluentes que se juntan, ensanchan y profundizan mientras descienden por la cordillera, y serpentean por las estribaciones hacia las vastas llanuras fértiles del norte de la India.

En el distrito Yamun Nagar de Haryana (la India), el río choca con un gigantesco muro de hormigón. La presa, llamada Hathnikund, lo obliga a girar bruscamente a la derecha, desviando el 97 % del caudal de Yamuna hacia el canal occidental. Llena 1.200 kilómetros de vías fluviales que riegan los suelos aluviales del llamado estado de cuenca de granos, escriben Gupta y su coautor, Iñaki Alday de Tulane, en El Proyecto del río Yamuna: Ecología urbana de Nueva Delhi (Yamuna River Project: New Delhi Urban Ecology).

La presa de Wasirabad al norte de Delhi, a unos 250 kilómetros río abajo, se apodera de casi todo lo que queda. El agua se filtra a través de los sistemas de tratamiento de agua y se canaliza a hogares y empresas en un área metropolitana de más de 25 millones de personas.

Este volumen debería ser suficiente para abastecer a toda la ciudad si realmente llegara a las personas. Pero el antiguado sistema de tuberías tiene fugas, está corroído y sufre la explotación ilegal, lo que provoca que no llegue ni a 20 % de los hogares. Alrededor del 40 % del agua se pierde.

La brecha entre la demanda y la oferta se cubre en gran medida por cientos de miles de pozos ilegales, excavados por la comunidad, alrededor de la ciudad, conocida como la "mafia del agua". En función de a quién se le pregunte, se trata de unos empresarios que llenan el vacío del mercado aprovechando los pozos y entregando este recurso en cisterna a hogares, edificios de apartamentos y negocios, o se trata de un cartel que establece precios exorbitantes y, en ocasiones, recurre a la mano dura para garantizar la demanda.

Lo que queda de Yamuna, después de que Wasirabad ha extraído la mayor parte de su agua restante, recorre Delhi en un tramo de 22 kilómetros que es más bien una línea de alcantarillado que un río. Se trata de una cuenca de miles de desagües que serpentea por la ciudad, canalizando la escorrentía tóxica de hogares, barrios marginales, empresas y fábricas.

Lodos tóxicos

A primera hora de la tarde, a finales de febrero, Gupta me llevó a uno de los desagües de Nueva Delhi cercanos a los extensos y cuidados espacios de Sunder Nursery, un parque histórico en el centro de la ciudad. Se notaba un fuerte olor a azufre en el aire. Gupta salió del coche, caminó hacia un muro bajo y señaló hacia el desagüe de Barapullah. Apuntaba a un cuerpo negro de suciedad que seguía la curva del paso elevado. Un grupo de jabalíes olisqueaba entre la basura que subía por el terraplén, donde se alimentaban de lodo y basura. "Alguien va a matarlos y comérselos", comentó Gupta.

Una cuenca de desagüe limpia llevaría el agua de lluvia por toda la ciudad, llenando los acuíferos y el río. Pero los barrios marginales sin tuberías y los negocios sin escrúpulos tiran aguas residuales, basura y productos químicos que acaban en estos canales. El lodo y los residuos son tan espesos en algunos lugares que no dejan que el agua se filtre bajo tierra, y si lo hace, envenena la capa freática. Gupta señaló: "Y esto es lo que tenemos a lo largo de cientos de kilómetros en Delhi".

El propio Yamuna está en gran parte desconectado de la ciudad, dividido por terraplenes y escondido debajo de las carreteras. Pero mucha gente pobre de la ciudad se ha asentado en el lado peligroso de los terraplenes y muros contra inundaciones, ocupando ilegalmente el sombrío mundo de las llanuras aluviales de Yamuna.

La brecha entre la demanda y la oferta se cubre en gran medida por cientos de miles de pozos ilegales, excavados por la comunidad, alrededor de la ciudad, conocida como la "mafia del agua".   

La siguiente tarde, un cielo azul emergió por primera vez tras días de una neblina de color marrón-naranja llena de partículas mientras los niños pequeños juagan cricket en una parte lodosa en la orilla oriental del río de color negro oscuro. En una pequeña colina, un grupo de mujeres jóvenes y niñas recogían verduras de una pequeña parcela de hileras verdes, junto a un montón de chabolas desordenadas de lata y de madera.

En un paseo de 30 minutos a lo largo de este distrito bajo de Delhi, cerca del puente Yudhister Setu, vi seis bombas de agua a menos de 200 metros de la orilla del río, una a unos tres metros de la orilla. Cuatro de ellas eran manuales y de metal, capaces de llegar a los niveles más bajos de las capas freáticas.

Este tipo de pozos, asentamientos y cultivos son ilegales y peligrosos. Casi seguro que el agua y el suelo están contaminados por el río y por los desagües.

Las muestras tomadas sistemáticamente a lo largo de las orillas muestran altos niveles de plomo, mercurio y de otros metales pesados. Las intensas inundaciones repentinas (que son cada vez más comunes durante los monzones de verano) inundan constantemente las llanuras, arrasando esas viviendas y a las personas que viven ahí.

El problema de las soluciones a gran escala

Los estados de la India han creado estrategias de adaptación al cambio climático que requieren grandes cambios de comportamiento. El estado sureño de Karnataka, por ejemplo, desarrolló un plan que recomienda un mayor uso de estructuras de recogida de agua de lluvia, una adopción más amplia del riego por goteo y por aspersión en la agricultura, mayores restricciones sobre los pozos y una mejor gestión de las aguas residuales para evitar la contaminación de los cuerpos de agua y los acuíferos.

Pero los expertos creen que la implementación de estos planes sería muy difícil y costosa, y consideran que incluso algunos son inadecuados. La India debe revisar su forma de usar el agua. Las partes secas del país tendrán que crear puestos de trabajo en industrias distintas a la agricultura, que actualmente emplea a casi la mitad de la fuerza laboral. Las ciudades deberán construir redes modernas de tuberías y alcantarillado, instalaciones de tratamiento y pantanos, y restringir el desarrollo a lo largo de las vías fluviales añadiendo protecciones contra las inundaciones.

Pero una de las formas más efectivas de lidiar con un suministro de agua errático consiste en crear sistemas de almacenamiento, opina la investigadora principal de Ashoka Trust for Research in Ecology and Environment, Veena Srinivasan. Esto puede significar desde proyectos privados a pequeña escala, como la captura de lluvia en los techos, hasta presas, canales y embalses centralizados a gran escala.

El Gobierno suele preferir la última opción. El ejemplo más obvio y ambicioso se conoce como Indian River Inter-link, un proyecto de ingeniería civil de unos 71.000 millones de euros que conectaría a más de 60 de los ríos del país en una misma red. La idea es que el Gobierno podría suavizar los desequilibrios a lo largo de miles de kilómetros, llevando agua de un área inundada en un lado del país a una región afectada por la sequía en el otro.

Aunque el concepto se remonta al siglo XIX, está recibiendo un impulso del Primer Ministro Narendra Modi, quien apoyó las aprobaciones de la primera fase. Los críticos destacan que se trata de un derroche de recursos, motivado más por el atractivo político que por cualquier evidencia científica.

Según Srinivasan, en un país tan grande y extendido como la India, cualquier estrategia global viable requiere una mejor gestión del agua a nivel local. Eso significa recoger y filtrar el agua de lluvia en depósitos; rehabilitar los lagos, estanques y ríos; y utilizarlos para rellenar acuíferos. "El agua subterránea es necesaria, así que habrá que encontrar formas de gestionarla", explica.

El milagro de aguas residuales de Bangalore

Una mañana a principios de marzo, me encontré con el ingeniero civil de 55 años que se convirtió en activista del agua Vishwanath Srikantaiah. Juntos, hicimos un recorrido por el lago Jakkur, un cuerpo de agua con forma de un bolo ubicado en Bangalore.

En esta enorme megalópolis al suroeste del país, Srikantaiah es conocido como el "Hombre Zen de la lluvia". Mire 1,93 metros, tiene una gran barba y un cabello canoso largo y ondulado, así que su imagen corresponde a ese nombre.

Mientras caminábamos por la costa noreste, salió del sendero que rodea el lago y se adentró por un caminito que conduce a un pantano cercano, una maraña verde brillante de totora, jacinto de agua y lagunilla. Tras andar unos 10 metros por el sendero, hizo un gesto hacia un canal al borde de la vegetación, donde un chorro de agua corría hacia el lago. "Se ve que el agua que llega está totalmente limpia ", me dijo. Pero solo unos días antes, era pura agua residual.

La mayor parte del agua de Bangalore se bombea desde el río Cauvery, a unos 100 kilómetros al sur de la ciudad. Pero alrededor del 40 % de los residentes depende de las aguas subterráneas, en gran parte traídas de cientos de miles de pozos instalados en el suelo por toda la ciudad. La creciente población ha puesto a prueba las aguas subterráneas tanto al sacarlas más rápido de lo que se pueden reponer como al contaminar los cuerpos de agua que las rellenan.

Srikantaiah participó en la creación del Club de agua de lluvia de Bangalore en 1991 para ayudar a la gente a instalar sistemas de recogida de agua de lluvia en sus tejados. Son poco más que tuberías abiertas que recogen agua en la bajante de un techo en ángulo y luego la pasan por un filtro a un depósito. Esa agua puede almacenarse y consumirse o enviarse a pozos para reponer los acuíferos.

Más tarde, Srikantaiah y su esposa, Chitra Vishwanath, una arquitecta especializada en el diseño ecológico, crearon una organización sin ánimo de lucro que presionó a la empresa de servicios públicos de la ciudad para instalar una planta de tratamiento de agua al lado del lago Jakkur. El creciente barrio llevaba años contaminado el lago.

La creciente población ha puesto a prueba las aguas subterráneas tanto al sacarlas más rápido de lo que se pueden reponer como al contaminar los cuerpos de agua que las rellenan.

Ahora, las aguas residuales pasan por la planta y luego bajan por los canales hacia los pantanos para un mayor filtrado. Después de pasar entre la vegetación espesa, unos tres días más tarde, el agua está lo suficientemente limpia como para pesar, regar cultivos cercanos y reponer las capas freáticas. Al final los residentes vuelven a extraer esa agua a través de pozos, la pasan por los aparatos caseros de ósmosis inversa y la utilizan para beber y cocinar.

Para Srikantaiah, un canal de aguas residuales no tratadas que pasa cerca de la planta y va directamente hacia los pantanos construidos no es la solución perfecta. Pero el lago está mucho más limpio que hace una década, y el esfuerzo de rehabilitación se ve como un modelo para restaurar otros cuerpos de agua en la ciudad.

Cree que estos proyectos locales marcan una verdadera diferencia en la vida real, y son más rápidos y más seguros que algunos a gran escala largamente estudiados. "Es muy importante elegir un lago, empezar desde abajo hacia arriba. Hay que demostrarlo. Hacer algo", afirma.

El problema de Delhi

Pero es imposible resolver algunos de los problemas hídricos más desconcertantes del país sin abordar los desafíos de desarrollo, medio ambiente y económicos que se solapan, afirma Gupta. Su libro presenta una visión excelentemente ilustrada para modernizar el alcantarillado de Najafgarh, un tramo de agua de más de 50 kilómetros que serpentea a través del lado oeste de Delhi antes de desembocar en el Yamuna. Este alcantarillado y partes de su sistema contienen más del 60 % de la contaminación que se vierte en el río.

El proyecto propuesto crearía unos espacios continuos de parques a lo largo de estas cuencas, con carril bici, líneas de transporte, mercados, espacio público y viviendas sociales junto a esos exuberantes pantanos. Las largas hierbas verdes filtrarían las aguas residuales, junto con nuevas tuberías de alcantarillado y plantas de tratamiento, limpiando el agua que rellena los acuíferos y llena al río. Es una gran propuesta, aunque al final parece exagerada. La Junta de Delhi Jal, el organismo encargado de suministrar agua a los ciudadanos, está luchando con tareas mucho más rudimentarias. En lugar de instalar tuberías de agua en los barrios desconectados, el agua se suele entregar en cisternas desde sus propios pozos al norte de la ciudad. Hace tres años la junta lanzó un proyecto para restaurar docenas de alcantarillados y cuerpos de agua de la ciudad, incluyendo a muchos de ellos a lo largo del Najafgarh, pero hasta la fecha solo se ha completado un proyecto piloto.

En la década de 1990 se lanzó un importante esfuerzo de múltiples departamentos para limpiar el Yamuna que no ha logrado reducir la contaminación de manera considerable, a pesar de costar miles de millones de euros. Muchas de las plantas depuradoras planificadas no llegaron a construirse o no funcionaron, lo que se atribuyó a la falta de coordinación, a la corrupción o a la incapacidad de detener el desarrollo de hongos a lo largo de los alcantarillados.

En los próximos tres años, la ciudad debe finalizar el Plan Maestro para Delhi 2041, un documento jurídicamente vinculante que guiará el desarrollo y la planificación para las próximas décadas. Rehabilitar el Yamuna será una de las prioridades hídricas más altas del plan, afirma el director del Instituto Nacional de Asuntos Urbanos, la agencia que supervisa este esfuerzo, Jagan Shah. Pero, consciente de todos los fracasos previos, añade: "No será nada fácil realizarlo. El escenario no es alentador".

Mientras Gupta pasaba con el coche por los barrios pobres de la zona de Nizamuddin, una colección de carpas y chozas de donde se tira la basura directamente al desagüe de Barapullah, le pregunté si, en sus momentos más honestos, realmente cree que Delhi será capaz de limpiar el Yamuna. A sus 48 años, concluyó: "Como arquitecto, tengo que ser optimista. Pero no me pida una estimación de tiempo. Porque a veces creo que no llegaré vivo para verlo".

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