La inteligencia artificial penetra y contribuye a todos los campos de investigación y a todos los sectores de la sociedad. Es imprescindible que los equipos de investigación adopten enfoques multidisciplinares capaces de modelar una sociedad tecnológica pero justa y equitativa
Cuando estudiaba en el MIT y cuando trabajaba como ingeniera en Silicon Valley (ambos en EE. UU.), siempre me sentí un poco como una oveja negra por mi eterno deseo de combinar la tecnología y las humanidades. Mi pasión iba en contra de la cultura de ambos mundos, que muestra un impulso más amplio a nivel mundial para separarlos.
Pensándolo en retrospectiva, esta división no ha ayudado a nadie. Como escribió Henry Kissinger en el número de junio de 2018 de The Atlantic: "La Ilustración comenzó con ideas esencialmente filosóficas difundidas por una nueva tecnología. Nuestro período va en la dirección opuesta. Se ha generado una tecnología que podría ser dominante en la búsqueda de una filosofía como guía".
Esa llamada tecnología dominante es la inteligencia artificial (IA). Su auge repentino ya ha penetrado todos los aspectos de nuestras vidas, transformando nuestros sistemas sociales, políticos y económicos. Nuestra sociedad ya no refleja estas antiguas divisiones. Y para ponernos al día, debemos reestructurar cómo aprendemos y trabajamos.
Este fue el mensaje principal de la inauguración del nuevo Instituto Schwarzman de Computación del MIT, una iniciativa de casi 900 millones de euros para crear un centro de investigación de IA que también abarca otras disciplinas. Durante su discurso, el presidente del MIT, Rafael Reif, afirmó: "El mundo necesita bilingüismo". En otras palabras, el mundo necesita ingenieros con una mejor base artística, para ser capaces de construir productos y plataformas más éticos. Y también necesitamos que los políticos y los líderes de la sociedad civil tengan una mejor comprensión de la tecnología para poder dar forma a la innovación responsable.
El enfoque tiene el potencial no solo de diversificar la tecnología sino también de ayudar a que todo lo demás "sea más tecnológico", afirmó la ex directora de Tecnología de la administración de Obama, Megan Smith, y añadió: "Podríamos trabajar juntos en los problemas más difíciles de esta manera colaborativa".
Esta nueva facultad trabajará con otros departamentos del MIT para polinizar ideas. Las clases también se organizarán para que las habilidades técnicas, las ciencias sociales y las humanidades se unan en cada curso en vez de estudiarlas por separado.
En declaraciones a MIT Technology Review después del evento, la decana de la Facultad de Humanidades, Artes y Ciencias Sociales del MIT, Melissa Nobles, afirmó: "No se trata solo de pensar en cómo estudiar la informática, sino de que los estudiantes sean conscientes del contexto político y social del mundo en el que vivimos".
Este también es el objetivo de mis artículos sobre IA para MIT Technology Review: desterrar ideas anticuadas como la de que la tecnología es para la gente tecnológica y los problemas sociales son para la gente de las humanidades; la de que existe "gente de números", que por supuesto que no es "gente sociable". Son falsas dicotomías, y perpetuarlas resulta cada vez más perjudicial.
La parte más cínica de mí se pregunta si una nueva universidad puede ayudar a crear un cambio cultural en la investigación y en la industria para hacer desaparecer esa distancia entre estos campos tribales. Pero mi parte optimista se siente alentada por todos los lectores que comparten mi pasión por profundizar más en la revuelta sociedad humana y en las malas hierbas técnicas.
Tras el evento, el director del MIT Media Lab, Joi Ito, dijo: "No estoy seguro de si funcionará a la perfección. [Pero crear una universidad] es un elemento importante para intentarlo". Vale, lo reconozco. Vamos al menos a intentarlo.