Los habitantes de la ciudad se han convertido en el conejillo de Indias del gigante que lanza nuevas formas de venta física al por menor como productos sin precios y tiendas donde no se paga
Crédito: Stephen Brashear (Getty Images).
En su intento por expandir sus tentáculos más allá del comercio electrónico, Amazon no para de hacer descabellados experimentos de venta física al por menor. Una tienda de alimentación sin caja registradora. Una librería sin etiquetas de precio. Un supermercado con servicio de ventanilla para los coches, y suma y sigue.
Pero, como señala The New York Times, todas ellas tienen un elemento común: siempre se lanzan en la ciudad natal de Amazon, Seattle (EEUU). En otras palabras, la ciudad se ha convertido en su laboratorio del mundo real, un campo de pruebas en el que los brazos ejecutores de Jeff Bezos pueden averiguar si un nuevo modelo de negocio minorista resulta lucrativo o simplemente absurdo.
Muchos de sus experimentos aún son demasiado nuevos como para generar beneficios importantes. La nueva tienda de alimentos Go de Amazon, por ejemplo, no dispone de cajas para que los clientes efectúen el pago. En su lugar, los compradores escanean su móvil, recogen los alimentos de las estanterías y salen por la puerta. La empresa les cobra después mediante una combinación de sensores y visión de máquinas, que le permite sabe exactamente lo que se han llevado.
De forma similar, la primera librería de ladrillo y mortero de la empresa está en un centro comercial de Seattle. La tienda prescindió de etiquetas de precio sobre los productos. En su lugar, los clientes han de acercar el libro a una estación de escaneo de código de barras o utilizar la cámara de su smartphone para averiguar cuánto cuesta algo (los miembros de Amazon Prime reciben un descuento). Hoy por hoy, la experiencia no resulta especialmente emocionante, más bien se parece a un anexo a una página web que al futuro de la compra de libros.
¿Y el supermercado con servicio por ventanilla para coches? Pues, aún no ha servido a su primer cliente. (Aunque la bastante peculiar Treasure Truck de la empresa, una especie de máquina expendedora sobre ruedas, ha vendido todo tipo de baratijas a precios de liquidación).
Pero a pesar de la falta de resultados, estos experimentos son útiles para Amazon, y realizarlos en su propia casa facilita y abarata que la empresa rastree sus progresos. The New York Times también sostiene que tal vez Seattle sea un entorno mejor para probar tales iniciativas que muchas otras ciudades: a sus habitantes les gusta la tecnología, pero no tanto como, por ejemplo, a los residentes de San Francisco (EEUU).
Pero el periódico también señala que algunos residentes se quejan de los planes de la empresa, no entienden el propósito de los experimentos y hasta boicotean las experiencias de compra. Nada muy distinto de lo que le pasa a Amazon en internet.
(Para saber más: New York Times, La imparable conquista de Amazon llega al mundo real con su primera librería, Amazon’s Grocery Store Doesn’t Have a Single Checkout)