Tecnología y Sociedad
Lyft paga 11 millones a sus conductores y Uber se enfrenta a la misma demanda
Lyft tampoco podrá cortar relaciones con ellos sin una razón justificada. Ambas empresas deben definir bien su modalidad de trabajo temporal
Una de las incógnitas más importantes de la economía del trabajo temporal es si los gigantes como Lyft y Uber se verán obligados a tratar a sus conductores como empleados tradicionales (ver Lyft, a medio camino entre Uber y Blablacar, quiere acabar con el coche privado).
El miércoles, la más pequeña de las dos empresas de servicio de transporte compartido, Lyft, aceptó pagar a sus conductores más de 11 millones de euros como parte de un acuerdo judicial sobre cómo la empresa trata a sus empleados. Los conductores de Lyft buscaban mucho más, incluidos el derecho de cobrar un salario mínimo, la compensación de los gastos profesionales y otros elementos del empleo tradicional.
Pagos en efectivo aparte, Lyft también acordó que ya no podrá rescindir la relación con un conductor a su antojo. A partir de ahora tendrá que justificar cualquier despido.
Queda por ver cómo esto afectará a Uber, que se enfrentará a una demanda colectiva similar en junio (ver La revolución Uber en China es una revuelta). El pasado miércoles se divulgó que la empresa ha desplegado sigilosamente un programa de rastreo de conductores en Tejas (EEUU), que emplea los datos de localización para vigilar de cerca el rendimiento de los conductores, como los excesos de velocidad, los acelerones y los frenazos.
Un rastreo similar representa una práctica común en la industria transportista, donde es conocida como la telemática. Uber dice que el rastreo es útil para asegurar que los conductores operen sus vehículos de forma segura, y para poder investigar las quejas de pasajeros sobre la calidad de un traslado. Uber también podría estar interesada en utilizar los datos recopilados de tal programa para impulsar sus esfuerzos por desarrollar un coche autónomo.
Pero, al ejercer tal control, Uber corre un riesgo. La demanda colectiva presentada contra la empresa alega que los conductores realmente no son contratistas independientes en absoluto, sino empleados que merecen todos los (caros) derechos del trabajador convencional. Puede que cuánto más vigile Uber el comportamiento de sus conductores, más les dé la razón.
(Fuentes: Wall Street Journal, Guardian, Bloomberg, Fast Company)