Las nuevas tecnologías estimulan el trabajo autónomo, más flexible, que se erige como nueva forma de carrera profesional
Recientemente, Megan Guse ha recibido muchas preguntas de sus antiguos compañeros de estudios acerca del camino atípico que ha emprendido desde que se graduó en la Facultad de Derecho de la Universidad de Illinois (EEUU). Hace tres años y medio, después de terminar una beca en la Oficina del Fiscal del Condado de Champaign (EEUU), Guse no realizó el esperado próximo paso de unirse a un bufete de abogados o incorporarse a un trabajo del Gobierno. En lugar de eso, se convirtió en una contratista independiente. Hace trabajos legales, sobre todo de derecho contractual, para una empresa llamada Versata, especializada en la adquisición y reestructuración de empresas de software con problemas económicos.
Con sede principal en Tejas (EEUU), Versata opera en todo el mundo sin apenas empleados fijos. Como Guse, la mayoría de sus empleados son autónomos.
"Creo que al principio mucha gente lo veía como un movimiento cuestionable", dice Guse. Ahora, después de que muchos de sus antiguos compañeros han empezado a quemarse con las largas horas que los bufetes obligan a trabajar a los jóvenes abogados, "he empezado a notar cierta envidia", dice.
Tiene poca seguridad laboral, depende del seguro médico que le proporciona la empresa para la que trabaja su marido, y no gana el sueldo que ganaría en un importante bufete. Pero dice que su sueldo es comparable con lo que ganaría como abogada residente de una pequeña empresa, y ha tenido oportunidad de explorar distintos ámbitos del derecho, incluido un trabajo reciente en fusiones y adquisiciones que no hubiera tenido ocasión de abordar en un entorno más tradicional. Además trabaja desde casa, por lo que le resultó fácil mudarse cuando la última asignación de su marido les trasladó de Tejas a Connecticut (EEUU).
Los que creen que nos dirigimos hacia un futuro de carreras profesionales basadas en los contratos de autónomo como la de Guse citan estudios que concluyen que unos 53 millones de estadounidenses hacen trabajos de autónomos actualmente, o el hecho de que las empresas de servicios de trabajo temporal han experimentado un aumento en sus ingresos. Las empresas que operan mercados digitales para autónomos incluyen Upwork, TaskRabbit, Uber y Amazon Home Services. Muchas otras, desde Skype a Slack, facilitan el trabajo en remoto y ayudan a los autónomos a operar sus negocios.
El número de autónomos estadounidenses, según el Gobierno, realmente "no ha variado durante dos décadas", dice Lawrence Mishel, el presidente del Instituto de Políticas Económicas. Como porcentaje del empleo total, ha bajado. En función de si se incluye a los trabajadores a tiempo parcial, los autónomos y otros, el tamaño de la fuerza laboral contingente estadounidense o bien se ve reducido a menos del 5% del total, o ampliado hasta el 33%.
Ser autónomo ofrece flexibilidad y acceso a un abanico de empleos, pero las desventajas incluyen una satisfacción y un sueldo menores, menos beneficios y protecciones para los trabajadores, y una mayor inestabilidad laboral.
Y mientras que esas personas disponen de más flexibilidad y pueden acceder a un abanico más amplio de empleos en la economía digital actual, también existen desventajas. Un reciente estudio de la fuerza laboral contingente realizado por la Oficina de Responsabilidad Gubernamental estadounidense enumeró una satisfacción laboral menor, un sueldo menor, menos beneficios y protecciones para los trabajadores, y una mayor inestabilidad laboral como algunas de las desventajas a las que se enfrentan los autónomos. Los defensores de los trabajadores temen que las empresas se aprovecharán de la creciente infraestructura digital de autónomos para trasladar más tareas fuera de la plantilla y más riesgos a los trabajadores.
Estos mercados digitales para autónomos representan una cámara de compensación global para los trabajadores. James Manyika, un director del brazo investigador de la empresa de consultoría McKinsey, dice que podrían ayudar a encontrar trabajo a entre el 30% y el 45% de la población mundial en edad de trabajar (unas 200 millones de personas) que actualmente no trabajan, están en el paro o trabajan a tiempo parcial.
Upwork, el más grande de estos mercados online, dispone de 2,5 millones de autónomos estadounidenses. Sus autónomos en conjunto ganan más de 1.000 millones de dólares al año (unos 892 millones de euros). Apoyándose en las tecnologías subyacentes de los servicios web de emparejamiento y los motores de análisis y recomendación de minoristas como Amazon, la empresa intenta reducir el tiempo medio empleado en encontrar un trabajador para un proyecto de tres días a tres minutos. Stephane Kasriel, el CEO de Upwork que lidera un equipo de 300 empleados y 700 autónomos, dice que los retos clave incluyen agrandar la red lo suficiente para posibilitar unas conexiones tan rápidas y desarrollar un algoritmo lo suficientemente inteligente para empezar a limitar la búsqueda de un empleador en potencia en base a unas pocas preguntas.
Existen retos particulares para el desarrollo de tal algoritmo para el trabajo autónomo. No existe una clasificación reconocida de habilidades aceptadas. También, los autónomos a veces simplemente no se encuentran disponibles – el mejor candidato podría encontrarse en la playa, desconectado del mundo laboral.
Hace un par de meses, ningún trabajo se adjudicaba en tres minutos desde la página web de Upwork; ahora hay un número pequeño que sí. Aun así, las búsquedas pueden tardar en campos donde escasee el talento y abunde la demanda, como en el desarrollo de software móvil, y para los puestos de trabajo que conlleven una alta compensación (los proyectos in situ pueden facturar hasta 100.000 dólares – unos 89.200 euros – aunque la mayoría se encuentran entre los 100 dólares – unos 89 euros – y los 1.000 dólares – unos 892 euros).
Mientras que el 50% de los trabajos de la plataforma son ofrecidos por empresas estadounidenses, sólo el 20% son ejecutados por autónomos estadounidenses. Otros trabajadores proceden de la India, Europa del Este, Filipinas y casi de cualquier parte.
Unos participantes en este conjunto global de trabajadores autónomos desarrollaron y aún mantienen el software subyacente del negocio de Brecht Palombo, Distressed Pro, una base de datos de deudas que vende a inversores. Ha empleado desarrolladores de software autónomos del extranjero desde que lanzó su negocio en 2009, aunque necesitó tiempo para conocer los distintos estilos laborales de distintos mercados. Los programadores de Filipinas, por ejemplo, trabajan de una forma más "americanizada" que muchos de los autónomos del sureste de Asia, dice Palombo, pero se han enfrentado a retos como una red eléctrica poco estable y el mal tiempo.
Al final, Palombo empezó a intentar desarrollar relaciones con un pequeño número de autónomos, en lugar de contratar a autónomos desconocidos para cada trabajo en función de su precio. "Ahora tengo unos contactos fijos a los que pago casi como un sueldo", dice. "Están libres para trabajar en otras cosas, pero yo les ofrezco algo de seguridad y estabilidad". Paga a los expertos unos 2.000 dólares (unos 1.748 euros) al mes por trabajos que costarían entre 8.000 y 15.000 dólares (entre unos 7.137 y 13.379 euros) al mes si contratase a unos desarrolladores experimentados en Estados Unidos, dice.
Más allá de gestionar una fuerza laboral en remoto por Upwork, Palombo ha montado un sistema laboral virtual. Utiliza Slack para comunicarse, programar y realizar reuniones y hacer un seguimiento de las tareas asignadas. Todo el trabajo se realiza con programas de Google y se almacena en la nube, a buen recaudo en caso de un portátil perdido o un error del hardware. Organiza la asignación de trabajos y tareas en Trello.
Todo esto ha liberado mucho a Palombo; con su mujer y tres hijos, ha pasado más de un año viajando por Estados Unidos en una autocarabana, mientras trabaja unas pocas horas al día desde la carretera o un Starbucks. El arreglo no ha dañado a su negocio, el cual dice que ha crecido un 28% durante los últimos seis meses.
Este artículo pertenece al Informe Especial: El futuro del empleo