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Tecnología y Sociedad

La salud móvil necesita más adeptos para alcanzar el éxito

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A pesar de resultar muy prometedora, las tecnologías de salud móvil aún tienen que convencer a los pacientes de que las usen

  • por Nanette Byrnes | traducido por Lía Moya
  • 24 Julio, 2014

El gráfico muestra que el grupo que más dispositivos de monitorización posee es el de menor edad.

Entre los tecnólogos, la salud móvil está en auge. Desde principios de 2013 se han invertido más de 750 millones de dólares (unos 550 millones de euros) en capital riesgo en empresas que hacen de todo, desde convertir tu smartphone en un tensiómetro hasta sacar imágenes con calidad clínica del oído interno. Apple, Qualcomm, Microsoft y otras grandes empresas están creando productos de salud móvil e invirtiendo en start-up.

La idea es simple: cada vez hay más teléfonos inteligentes, lo que significa que el uso generalizado de sensores pequeños y baratos, Bluetooth de baja energía y software de análisis permitirán que pacientes y médicos registren todo tipo de datos para mejorar la atención médica. Los pacientes podrán tener un papel más activo en su propio cuidado. Los médicos y enfermeras podrán hacer visitas a domicilio sin salir de la consulta.

Sin embargo, hay un grupo clave que aún no está convencido de las bondades de estos avances: los pacientes. Aunque uno de cada diez estadounidenses posee un dispositivo para medir la actividad física del tipo que fabrican Nike, Fitbit o Jawbone, que hacen un seguimiento de los pasos dados, la calidad del sueño y la ingesta de calorías, más de la mitad de estos dispositivos ya no se usan, según la consultora Endeavour Partners. De las más de 100.000 aplicaciones de salud móvil que existen para smartphones, muy pocas se han descargado siquiera 500 veces. Más de las dos terceras partes de quienes han descargado alguna han dejado de usarla, según un estudio de 2012 hecho para la consultora global PWC.

"Hay expectativas poco realistas sobre cuándo y cómo se instalará la salud móvil", afirma la antigua directora ejecutiva de la Alianza mHealth, Patty Mechael, que ayudó a desarrollar los primeros estándares para las tecnologías de salud móvil. En EEUU "estamos en algún punto entre el pico del ciclo de entusiasmo y el valle de la desilusión", afirma.

En parte este entusiasmo no se ha extendido porque la tecnología en muchos casos está lejos de ser perfecta, con funciones aparentemente sencillas como contadores de pasos que no tienen a precisión suficiente. Otro problema es la motivación. Hay mucha gente a la que simplemente no le gusta usar estas aplicaciones y dispositivos. Pero lo que sí está claro es que un sistema de salud móvil bien diseñado puede ser útil si los pacientes lo utilizan.

En el Centro para la Salud Conectada, en Partners HealthCare, una red sanitaria que incluye los dos principales hospitales de Boston, el Hospital Brigham y de Mujeres y el Hospital General de Massachusetts (todos en EEUU), se ha demostrado que hay varios programas móviles que ofrecen importantes beneficios tanto en calidad como en coste.

Un estudio reciente se dedicó a probar si los teléfonos móviles conseguirían aumentar la actividad física entre los pacientes con diabetes. Esta es una forma importante de combatir la progresión de la enfermedad, pero es algo con lo que los programas tradicionales han tenido escaso éxito. Al combinar el feedback del Fitbit con los historiales médicos de los pacientes, un algoritmo determina qué mensajes de texto enviar a estos. Quienes se quedaban cortos respecto a los objetivos establecidos recibían un mensaje de ánimo; había mensajes con información sobre clases de Zumba cercanas o recorridos para hacer corriendo basándose en datos de localización recogidos de los dispositivos móviles de los pacientes. En los días de lluvia el programa mandaba una nota sobre cómo hacer ejercicio en casa.

Los médicos recibían informes del progreso de los pacientes mediante un sistema de avisos-semáforo a la vista en el historial médico electrónico de cada uno. El verde significaba que el paciente iba bien. El amarillo significaba atención. El rojo indicaba que el paciente no estaba respondiendo a los mensajes de texto.

Pasados seis meses, un paciente medio caminaba kilómetro y medio más al día. Además, el control de glucosa de los pacientes mejoró significativamente, con resultados mejores que los que se esperan de algunos medicamentos aprobados por la Agencia Estadounidense del Medicamento, según el médico que dirige el Departamento de Investigación y Evaluación de Programas del centro, y director del estudio, Kamal Jethwani.  

Para Partners el programa ha tenido éxito en dos frentes: los pacientes gozan de mejor salud y el coste de su atención sanitaria es menor. Los beneficios derivados de gestionar mejor una enfermedad crónica como la diabetes se consiguen a lo largo de muchos años de programa, pero en el estudio de Jethwani bastantes pacientes ya han bajado sus niveles de glucosa en sangre lo suficiente como para que suponga un ahorro de entre 1.000 y 1.200 dólares en consultas médicas y otros tratamientos (entre 740 y 880 euros). Es mucho dinero para un programa cuya puesta en marcha cuesta apenas 300 dólares por paciente (unos 220 euros), señala Jethwani,

Son este tipo de resultados los que tienen a los entusiastas convencidos de que la tecnología móvil no sólo puede transformar profundamente los cuidados médicos, sino de que además implica un beneficio financiero lo suficientemente importante como para convencer a las aseguradoras y los pacientes de que merece la pena pagar por ello.

El profesor de la Facultad de Medicina de la Universidad de Harvard (EEUU) John M. Halamka, quien además es director de Información en el Centro Médico Beth, Israel Deaconess, espera que este tipo de tecnología se convierta en una práctica corriente dentro de unos años. Y señala por ejemplo que un signo de que el corazón de un paciente puede estar a punto de tener un problema es que este engorde rápidamente. Un peso inteligente que detectara este hecho podría activar una intervención rápida por parte del médico y evitar una visita a urgencias.

En la Universidad de California en San Francisco (EEUU), que acaba de anunciar una iniciativa para empezar a aprobar la eficacia de los dispositivos móviles en el cuidado de la salud, uno de los mayores logros tecnológicos hasta la fecha ha sido sencillamente conseguir que los médicos vayan más allá del busca. Ahora los médicos acceden a los mensajes de los pacientes a través de una aplicación móvil o web y el mensaje se convierte automáticamente en parte de una conversación. En el nuevo sistema, todo el equipo sanitario conoce lo que pasa y el médico tiene el historial del paciente disponible cuando lanza preguntas. Se está probando un programa que llevaría esto al próximo nivel, permitiendo al personal sanitario enviar mensajes a los pacientes. 

Pero conseguir que la tecnología de salud móvil funcione puede ser complicado. Fitbit fabrica los monitores de salud más populares, pero en febrero la empresa retiró por propia iniciativa el Fitbit Force, uno de sus aparatos de alta gama que cuesta 129 dólares (unos 95 euros) después de que los usuarios se quejaran de que la pulsera les irritaba la piel. Problemas tecnológicos más graves han marginado dispositivos dirigidos a tareas complicadas, como medir el nivel de glucosa en sangre sin extraer sangre, algo muy interesante para los diabéticos.

A pesar de todos los retos a los que se enfrenta la salud móvil, es posible que uno de los temas que domina muchas de las discusiones respecto a la tecnología se resuelva pronto. El tema de la privacidad aún no ha producido ningún conflicto en el estudio de Partners, explica Jethanwi. "Nunca he oído a un paciente decir ¿Por qué sabes esto de mí? o ¿Por qué sabes tanto?", explica. "Lo que sí dicen es: Ahora que sabes todo esto sobre mí, ¿puedes darme información más útil?"

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